Cuéntame una canción: «It’s better to have it», de Barbara Lynn
El contexto en el que descubrí esta maravilla de canción fue de lo más prosaico, extraño e inesperado. Estaba en uno de los tantos abigarrados restaurantes chinos que proliferan por doquier, de esos con cuadros de paisajismo tridimensional en marcos dorados, decoración floral de plástico y demás motivos de todo a cien. En el hilo musical estaría sonando de fondo alguna de esas melodías de ascensor orientales. Como suele decir una amiga: “hay un chino en España que lo compone todo”, y debe ser así. De repente irrumpe de la nada el sonido de una guitarra, unas notas que, perdidas, aterrizan cual meteorito en el centro de mi corazón para hacerlo jirones. Un coro griego transcribe el acta fundacional de una mujer nueva. Una mujer negra que llora en Beaumont por amor, una pérdida sentimental que la reafirma y la hace fuerte (“Talking about love, L-O-V-E, love, baby. It’s something else honey when you don’t have it”), y lo canta fuerte y claro.
«It’s Better To Have It» es como un tratado de autoayuda interpretado por esta artista tejana de armas tomar que bien la podríamos coronar como una de las precursoras del movimiento riot girl. A la “Lady Elvis Negra” -así llamaban a Barbara Lynn por su admiración al ídolo de Tupelo– pronto sus padres le compraron una Gibson para zurdos, momento en el cual empezaría su carrera como instrumentista y compositora de éxito. Un devenir autodidacta que se fraguó en garitos nocturnos, en uno de los cuales Huey P. Lewis -importante productor musical de Lousiana– la contrató. Su primer tema de estudio –“You’ll Lose A Good Thing”: tema de belleza cristalina que vuelve a incidir en la ruptura de pareja- tuvo gran repercusión en las listas de éxitos. Su llanto ancestral hechizaba a la audiencia que la veía en sus conciertos o acompañando a Sam Cooke o Ray Charles. Luego llegarían más sencillos con Jamie Records, Tribe o Atlantic, y tres álbumes en los 60 que son gloria bendita.
En esta (https://www.youtube.com/watch?v=nKq_9R_NGXM) interpretación en directo fechada en 1966 en el espectáculo televisivo The!!! Beat presentado en Nashville por Bill “Hoss” Allen desprende un aura que me recuerda al “Club Silencio” lynchiano en Mulholland Drive. Allí un presentador de traje rojo daba entrada a “la llorona de Los Angeles”, una pletórica Rebekah Del Río cantando en español “Crying” de Roy Orbison. Aquí Bill, enfundado en traje rojo también, da paso a una “lovely young lady”. Vuelve a sonar ese rasgueo mágico, pero esta vez secundado por un piano saltarín y una sección de viento de altos vuelos. Barbara Lynn y su peculiar manera de empuñar la guitarra hipnotizan. Su voz diáfana, siempre a punto de sangrar, declama poniendo el acento en cada sílaba, acercándose o alejándose del micro, matizando y desgarrando las notas a su antojo. Porque ella ya ha aprendido la lección y sabe que “tener” no es lo mismo que “desear”, y que hay decisiones que se toman y ya no vuelves a ser el mismo -“You left me, baby. Went on out of town, that wehen you got back…Mmm you didn’t wanna see me around, baby”-, aunque sea duro admitir otro fracaso. El fracaso es la mayor representación de Belleza, y la Belleza es la abstracción de la crueldad. Un rito silencioso que nos devuelve a lo esencial. Algún día alzaremos la voz y ese “yeah” sonará como un rugido que rompa el aire. Una voz nueva. “Yeaaaah”