Conciertos

Damien Jurado + The duke & the King – Sala Heineken (Madrid)

Tengo un amigo fan de Damien Jurado que sacrificó su actuación por la final de Champions. A juzgar por la escasa media entrada, siendo generosos, que presentó la sala, otros muchos parece que tomaron la misma decisión. Definitivamente la disyuntiva entre folk y fútbol se agudizó ese día. Alguno dirá que eran sentimientos enfrentados.

Otro que parece eligió el balompié fue Pepo Márquez, ya que el show de The Secret Society fue cancelado, al parecer “por causas ajenas a la organización”. Los que acudimos, no obstante, disfrutamos de una velada de muy alto nivel, tanto en entrega como en pasión por parte del binomio en que quedó reconvertido el cartel.

Abrieron The Duke & The King. La primera impresión fue que se trataba de seis tíos colgados vacilando al personal absurdamente.
Su líder Simone Felice (The Felice Brothers) se erigió en todo un maestro de ceremonias capitaneando tonadas rotas (“Union Street” es un himno inmediato) y jams insólitas. Con la brillantez de un Rufus Wainwright sacado del metro, sus tics, espasmos, arengas continuas al público y lingotazos de vino tinto de calidad rebajado con agua (¡!), fueron ganándome y ganándonos poco a poco.

Con el público alentado a cantar canciones que nos eran del todo desconocidas, nuestro héroe subido a la batería guitarra en mano por dos ocasiones, bajando entre el público y bailando “Don´t let me down” con una chica mientras todos hacíamos un círculo alrededor dando palmas, es inevitable rendirse ante tanta verdad a quemarropa. Cada vez está más claro que las bandas se vacían en sus inicios.

Y se acabó la algarabía. Un elegante taburete negro y una guitarra con las cuerdas puestas sin ortodoxia alguna, serían los únicos acompañantes de Damien Jurado en escena. Eso y una iluminación que cuando le proyectaba su luz focal de plano, le hacía parecer una gárgola viviente dolorida con sus gestos y expresividad rocosa.

Un concierto que empezó con dos temas de Ghost of David (00) –“Ghost of David” y “Medication”- ya avisaba de lo que tocaba, introspección y tristeza contenida en un silencio reverencial y dulcemente doliente entre el respetable.

Cuando después llegó “What where the chances” pensaba que el de Seattle ya me estaba telegrafiando el corazón a distancia sabiendo como hacerme mucha pupa; esos eran los temas que demandaba mi persona.

Folk animal, temas desprovistos de todo aderezo –“Ohio” no contó ni con armónica siquiera-, mucha carne cruda ahí, mientras sonaban tremendas “Abiline”, “Denton, Tx” o “Last rights”, evidenciando lo que un simple arpegio y una luz azul intenso pueden hacerte.

La solemnidad del acto fue interrumpida por Jurado para bromear acerca de lo fácil que es hacer canciones tan tristes cuando uno es feliz o de cómo su hijo desdeña su música y se pirra por la electrónica de Kraftwerk.

Un final perfecto con “And now that i’m in your shadow”, tan insondable como siempre, fue rematado aún más cuando, tras una ovación ejemplar, el trovador volvió y nos regalo “Letters and drawings”. Bárbaro.

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