Daniel Cavanagh – Monochrome (Kscope)
Monochrome (Kscope, 2017), de Daniel Cavanagh, continúa la estela de los últimos discos de Anathema: nocturno, atmosférico y con trazos de rock progresivo. Tres meses después de la publicación de The Optimist (Kscope, 2017), el cantante se ha desmarcado de la banda con un trabajo en solitario en el que parece exorcizar todos sus demonios internos. Los seguidores del grupo, estupefactos, apenas han tenido tiempo de asimilar el corto espacio de tiempo que ha mediado entre ambos elepés. Más teniendo en cuenta que Cavanagh se encuentra en la actualidad presentando en vivo la propuesta más reciente de los de Liverpool.
Presentada como primer adelanto, “The Exorcist” hubiera podido encajar perfectamente en cualquier trabajo despachado por Anathema durante el último lustro: piano, voz conmovedora, solo de guitarra destacable. “This Music” (el corte más pop del álbum) cuenta con la colaboración de Anneke Van Giersbergen (antigua vocalista de The Gatering con la que ha trabajado en numerosas ocasiones) al igual que “Soho” (pieza en crescendo con un final impetuoso) y “Oceans Of Time” (reflexiva y lánguida). Los tres cortes ganan con la participación de la cantautora; ambas voces encajan a la perfección. La experimental “The Silent Flight Of The Raven Winged Hours” merece un puesto de honor en la discografía del cantante: puro Edgard Allan Poe con ambiente progresivo que tanto debe a los Pink Floyd de principios de los setenta. La violinista Anna Phoebe, como en “Dawn” y “Soho”, aporta un toque decadente y romántico al tema. A pesar de sus casi diez minutos, gracias a diversos cambios de tempo, no se hace difícil de escuchar. “Dawn”, breve y minimalista, roza el rock céltico. Una bocanada de aire fresco que no resulta incongruente entre las demás canciones. Por último, “Some Dreams Come True”, instrumental en el que se escucha el rumor el océano y risas infantiles, encontramos un leve halo de esperanza entre la omnipresente oscuridad que reina en el disco.
Monochrome es un álbum personal con una excelente labor de producción por parte de Daniel Cardoso, que recuerda a Oligaga (Reprise, 2017) de Billy Corgan. Ambos tienen mucho en común: taciturnos, maduros y sensibles. El piano, hilo conductor de todos los temas, brilla con luz propia y destaca sobre el resto de los instrumentos tocados por el propio cantante. Con su tercera propuesta solista, siendo fiel a su estilo y sin ganchos comerciales, dudo que Cavanagh defraude a los fieles de Anathema.
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