Dcode Festival 2011. Asistimos a la primera edición del festival madrileño
Intro
El festival DCODE nace de la colaboración de unos grandes del Show Business (Live Nation) y la universidad complutense de Madrid. Y si no con la colaboración, si al menos, con el visto bueno del Excmo Ayuntamiento de la capital. La primera edición del evento, se salda con 11.000 asistentes el viernes y 13.000 el sábado, según fuentes oficiales del DCODE. Todo un éxito para ser la primera edición, según nos contaban los propios responsables en la rueda de prensa ofrecida a los medios el sábado.
El recinto es, desde luego, inmejorable, el Complejo deportivo Cantarranas, situado en la Universidad Complutense de Madrid, ofrece un cómodo suelo de césped, espacio más que suficiente y, sobre todo, buena comunicación en transportes. La organización ha estado muy hábil al poner los dos escenarios principales en paralelo, facilitando, así, el trabajo de todo el mundo y la posibilidad de ver todos los conciertos a los espectadores.
En su contra, pequeños detalles perfectamente subsanables y excusables si tenemos en cuenta que es el primer año: ningún tipo de stands o tiendas que no fueran las oficiales del festival, algo que suele dar color en este tipo de eventos, y escasez en cuanto a variedad en lo tocante a alimentación, hecho que causó colas kilométricas en los pocos puntos de venta de bocadillos el viernes por la noche.
En cualquier caso, nosotros damos la bienvenida a cualquier propuesta musical que amplíe la oferta de la capital, el DCODE parece que ha nacido para quedase y nos alegramos.
Viernes 24
Calor, esa era la palabra más repetida en el recinto del DCODE cuando llegamos a las 17:15, prácticamente recién acabado el concierto de los madrileños Toundra. Imperdonable el habérmelos perdido, cosas de los horarios. El caso es, que según opiniones que fuimos recabando, el concierto de Toundra gozo de un sonido impecable, y a pesar del solanero y las temperaturas, tuvieron enfrente a un público más que receptivo.
No sé lo que pensarían The Low Anthem cuando les dijeron que iba a compartir cartel con SUM 41 o My Chemical Romance, pero sí sé lo que pensé yo; “Vaya cartel rarito”. Se me antojaba extraño el que Ben Knox Miller y su grupo de Folk intimista pudieran convencer a los asistentes a un festival, cuyos cabezas de cartel (entre otros) fueran los mencionados. Craso error, el público pareció disfrutar de la propuesta relajada que ofreció el trío de Rhode Island, y ellos también parecieron estar a gusto en un escenario algo grande para su estilo.
Vuelta al ya, casi, abarrotado escenario principal, en el cual ya se agolpaban multitudes de jovencitos a la espera de sus ídolos. Y no me refiero a Nothink, que no digo yo que no tuvieran sus fans, que los tenían, pero las primeras filas las copaba el público, mayoritariamente femenino, de los grupos “mainstream” de la jornada.
El calor y las altas temperaturas no fueron impedimento para que el trío madrileño pusieran patas arriba el DCODE. Ejecución perfecta de los temas, puros trallazos de Rock directo a la mandíbula, sin paradas y como si el mundo se fuera a acabar. El trío de la escudería Aloud Music, que hizo doblete en el festival con dos grupos contando a Toundra, no vaciló a la hora de tocar temas como: “Kill! Kill! Genocide” o «Enemy´s meeting point», haciendo saltar a los asistentes a pesar de la que estaba cayendo.
La labor del personal de seguridad, un diez para ellos, a la hora de regar a las primeras filas con un ingenioso sistema de mangueras (la longitud las mismas no era suficiente para ambos escenarios) fue primordial para que a más de una jovenzuela, con pelos de colores y peluches, no les diera una lipotimia que las llevara directas a urgencias. Así, entre manguerazos y botellas de agua fría, llegábamos a la hora de la actuación en el escenario dos de The New Raemon. El proyecto, ya consolidado, del catalán Ramón Rodriguez está lleno de canciones con sentimiento a flor de piel que son susceptibles a perdurar en el tiempo, inasequibles al paso del mismo. Y esas fueron sus armas en el DCODE, canciones puras y sin artificios. “Verdugo”, que es el single de su último álbum, la coreada “El Refugio de Superman”, o “El Saben aquel que diu”, sonaron a la perfección, tónica habitual de esta primera edición, y con ese toque familiar que sabe dar Ramón Rodriguez, aun estando delante de miles de personas.
Lo que son las nuevas tecnologías, las redes sociales, y el estar todo el día conectado a un aparato al que solo le falta hacerte un sándwich mixto o una tortilla (todo llegara) al parecer, los jóvenes británicos All Time Low, habían avisado, por su Twitter, de un percance en su autobús, que les impediría llegar a tocar a tiempo al festival. Esto nos lo había chivado una fan antes, incluso, de que fuera oficial en el propio festival, así que; el orden se vio ligeramente modificado en beneficio de los madrileños Autumn Comets, pasándolos del escenario Eastpack-Mondosonoro al escenario principal.
Lo que debiera haber sido una ventaja para ellos, acabó yendo en su contra, al encontrarse en un escenario más grande de lo que esperaban, y ante un público joven, que evidentemente no era el suyo, ávido de sus ídolos y que en cierta medida no acababan de entender que hacían esos tíos ahí arriba. De todas formas el sexteto madrileño se defendió con más arte que práctica, esgrimiendo, en su mayoría, canciones de su último trabajo; A Perfect Trampolin Jump.
Cualquiera que no conozca a la banda siguiente en el cartel y hubiera pasado por el escenario dos, habría pensado que se encontraba ante una formación inglesa, de Manchester o Londres. Pues no, Foster the People son norteamericanos, en concreto de Los Angeles. DCODE los traía por primera vez a España, a presentar su único trabajo, Torches, disco que se mueve entre el Indie Pop, Synth Pop y la música de baile asequible.
La producción del disco se me antojaba demasiado comercial, pero reconozco que su gran baza es su directo. Su pop fresco, ejecutado con ganas de juerga, hizo de su paso por el escenario, la actuación revelación del primer día de festival. El setlist se basó en el mencionado trabajo, triunfando ante la audiencia, sobre todo, con las canciones: “Don´t Stop”, “Pumped Up Kids” y con la que cerraron, “Helena Beat”. Divertida actuación y amable puesta en escena la de los Angelinos.
Llegaba la hora de uno de los grupos más esperados por la cuota más joven, punto fuerte, sin duda, de la primera edición de este festival, esto es; SUM 41. La banda canadiense capitaneada por Derick Whibley, también conocido en su día por haber sido el marido de la famosa cantante Avril Lavigne (como veis todo queda en casa) levanta pasiones entre el público femenino.
No era difícil ver a jovencitas con carteles hechos a mano, con consignas de calidad, tipo “Please Give me a Pick”, o “Smile for Me!”. Su Punk ultra comercial y ramplón hasta rozar lo obsceno volvió locos a sus fans, con un setlist calcado al de sus grabaciones en directo, según comentaban sus propios admiradores. Como colofón a la colección de poses y canciones facilonas para la galería, un pequeño homenaje a Iron Maiden y una versión de “Enter Sandman” de Metallica.
Vuelta al escenario dos y salto mortal en cuanto a estilos, calidades y público se refiere. Mr E y sus EELS estaban a punto de salir al escenario. Sin duda uno de los conciertos más esperados por el personal más exigente. Aproximadamente a las 22:00 salía a escena el californiano, desafiante con una preciosa guitarra Danelectro, ataviado con chaleco y luciendo las barbas que lleva últimamente.
La banda compuesta por siete músicos en total, parecía en parte una broma arriesgada, al menos estéticamente, sospechosamente tres de los músicos se parecían al bueno de Mr E, tanto en las barbas como en las vestimentas. Pero en lo tocante a lo musical; bromas las justas, EELS hicieron lo que mejor saben hacer, tocar temas y muchos.
El DCODE se vio invadido por una apuesta firme, una banda que tuvo el éxito masivo en su día, pero que prefirió caminar por el lado salvaje de la vida. No les ha pasado factura, todo lo contrario, siguen haciendo lo que quieren con una razonable cuota de reconocimiento, con el que puede subsistir en el duro mundo del Rock. Abrieron con “That´s not Really Funny” y siguieron con una buena colección de temas rescatados de todos sus álbumes en poco más de una hora, cayeron, entre otras: “Fresh Feelling”, “Saturday Morning”, “Hot Fun in the Summertime” y por supuesto “Novocaine for the Soul”. De lo mejorcito visto en el DCODE.
Si hubieran tenido que pagarnos a razón de decibelio producido por las féminas que se agolpaban en primera fila para ver a My Chemical Romance, ahora estaríamos retirados en una isla paradisiaca chupando daiquiris. Uno de los cebos mediáticos del festival estaba dispuesto ya en el escenario principal. Puede que la crítica especializada de su país, Estados Unidos, les haya dado el beneplácito con su último trabajo, Danger, pero no dejan de de parecer un poco “bluf”. No hay que negarles, en ningún caso, la perfecta comunión que saben mantener con su público en todo momento de actuación, así como la soltura sobre el escenario. Esos chavales han nacido para ser estrellas. Perfecta la jugada de hacer firmar a todos los fotógrafos un documento por el cual se comprometían a no publicar fotos del grupo en otros medios que no fueran el suyo. Debieron avisarles de que eso queda muy bien cuando vas de gira por ahí.
Otra banda con una propuesta radicalmente a la anterior, en este caso Band of Horses, abría fuego en el escenario dos. Es increíble la ascensión meteórica de la formación norteamericana, sobre todo a raíz de su último disco, Infinite Arms, recordemos los carteles que colgaron de Sold Out en su última gira española.
Los de Seattle, quizás sabedores de jugar en un festival, sitio donde la gente suele ir desprovista de muchas exigencias y con ganas de divertirse, dotaron a su show de más electricidad de lo normal, echando mano de su repertorio más asequible para el público “festivalero”. De lo mejorcito de la jornada, con un barbudo Ben Bridwell como maestro de ceremonias de una banda más que notable.
Ya para ir terminando les llegaba la hora en el escenario principal a los granadinos Lori Meyers, todo un fenómeno musical de nuestro país. Te pueden gustar o no, pero esta gente también han trabajado lo suyo para estar donde están. Me sorprendió la afluencia de público en su concierto, que aunque no escasa, no era la cantidad que yo hubiera esperado para ellos. El concierto no ofreció ninguna sorpresa en referencia a las últimas veces que los he visto. Quizás se deja entrever algo que puede ser peligroso para la salud de sus directos, esas paradas entre canción y canción para animar al personal y a arengar a los fans, algo muy típico en lo que se suele caer cuando se tiene fama. No creo que a Lori Meyers les haga falta esto, con esa tremenda colección de canciones que tienen, para meterse a la gente en el bolsillo.
El primer día del DCODE había acabado, para nosotros, en el escenario dos comenzaban The Zombie Kids, se lo dejamos a los jóvenes con ganas de juerga.
Sábado 25
Llegamos a tiempo de ver un poco a Manel y su folk cantando en catalán y de corroborar con satisfacción que si hay un público abierto de miras, es el del DCODE. También fue gratamente sorprendente que gran parte de los asistentes, de nuevo con todo el calor, se supieran las canciones del grupo y las cantaran en perfecto catalán.
En dura pugna en cuanto a horario, Havalina actuaban en el tercer escenario habilitado en el festival, mucho más intimista. Un error, desde mi punto de vista, meter a este grupo en ese escenario. Con la cantidad de energía que desprenden, bien podrían haber tocado en cualquiera de los dos escenarios principales.
Los franceses Jamaica, apadrinados por Peter Franco (Ingeniero de sonido de Daft Punk) salieron al escenario dos con ganas de divertirse y a hacer que la audiencia hiciera lo propio. Al ver sobre el escenario a un trío con instrumentos comunes, nadie hubiera dicho que grabaron la práctica totalidad de su único disco sin batería y sin guitarras. A mí me recuerdan a muchos grupos de la New Wave británica de finales de los setenta, principios de los ochenta, tanto en actitud como musicalmente. Guitarra, bajo, batería, y algún riff pregrabado de guitarra fueron más que suficiente para ir calentando motores en el segundo día del festival. El guitarrista y cantante Flo Lyonett demostró sentido del humor y falta de aprecio (a partes iguales) a su guitarra, una preciosa Fender Mustang, al lanzársela a una fan, para que la tocara ella mientras el batería y el bajista hacían un ritmo para finalizar.
Son jóvenes, guapos, y meten ruido para parar un tren, para muchos no se puede pedir más. El dúo Blood Red Shoes seguro que no daban crédito cuando vieron la temperatura a la que se enfrentaban. El batería, Steven Ansell, salió con el torso desnudo, y la guitarrista Laura Mary Carter con unos pantalones cortos y un look muy cómodo para lo “cool” que suelen ser.
Guitarra con multitud de pedales y batería, la pareja de Brighton no necesita más para poner a todo el mundo a saltar. En las voces se turnan, quedando patente la prestancia de Steven a la hora de mantener el ritmo mientras canta. Es sorprendente ver a la pareja llenar de sonido el escenario principal, sin llevar nada pregrabado, bastándose únicamente con su sonido crudo, y canciones a prueba de bombas como: “I Whish I Was Someone Better” o “Its Getting Boring by the Sea”
El Garage y el Punk estiloso llego al DCODE de la mano de otro grupo que está dando mucho que hablar últimamente, los británicos The Vaccines, en buena medida gracias a la prensa de su país, a la que parecen haber caído en gracia. No nos encontramos ante el típico Hype de una noche de verano, a juzgar por lo que vimos en directo. Un único larga duración bajo el brazo, What Did You Expect From The… con influencias que van desde el Rock de los cincuenta al Punk,
Garage, Power Pop… dan testimonio de un reconocido buen gusto a la hora de componer. Sus hits: “If You Wanna Live”, “Post Break-Up Sex”, o “Wrecking Bar” desataron autentico alborozo entre los fans, también tuvieron tiempo para rendir pleitesía a clásicos del garage como son The Standells, con su versión del “Sometimes Good Guys Don´t Wear White”. Para mí, otra de las gratas sorpresas del festival en cuanto a directos se refiere.
Todo preparado ya en el escenario principal para la actuación de otro de los platos fuertes de la jornada, Howlin Pelle y sus Hives. Expectación en las primeras filas, a sabiendas de que el cantante de la banda la suele liar bastante en directo, y mucho fan con ganas de escuchar sus hits en vivo. La puesta en escena que tienen The Hives es efectiva y epatante, para alguien que no los haya visto en directo suelen causar sensación.
Tampoco que se les puede negar que tengan temas incontestables, pero esa manía de Pelle de hacer, literalmente, el payaso en escena, es lo que hecha la actuación al traste. Lo que a muchos les pueda parecer un show espontaneo y diferente, es, ni más ni menos, algo perfectamente calculado. Ofrecieron el mismo concierto que en el Azkena 2010, las mismas canciones (exceptuando un par de nuevas) los mismos comentarios, los mismos gestos, el mismo sentido del humor tipo “Los Increíbles Albóndigas”, en fin, que como sigan así, se convierten en los KISS del Garage Punk.
Hay que reconocerles, por el contrario, que temas clásicos como: “Main Offender”, “Hail Hail Spit´n Drool”, o “Tick Tick Boom”, con la cual cerraron su setlist, suenan como una autentico tiro. Tampoco hay que negarles que sepan conectar con cierto tipo de público, más preocupado por derramar el litro pegando saltos que en escuchar buen Rock & Roll, en definitiva; puede que sean el grupo ideal para un festival de verano.
Cuando todo parecía que había terminado, Pelle volvió a salir al escenario para repetir por séptima vez (por lo menos) que The Hivesson la mejor banda del mundo y que teníamos mucha suerte por poder verlos en el escenario, y para tocar tres temas (aunque lo de tocar en ellos es secundario) “Declare Guerre Nucleaire”, su hit “Hate to Say I Told You So” y, por último, una nueva; “Patroling Dates”.
Si hay alguien que ha sabido sacar rédito de un solo disco en toda su carrera, esos son, sin duda, el dúo integrado por Katie White y Julies de Martino, sí, ya sé que están preparando un nuevo disco, pero es que The Ting Tings llevan explotando el mismo disco tres años. El dúo salió al escenario, convertido para la ocasión en discoteca ambulante, por sus luces y ritmos, dispuestos a hacer bailar a los presentes, tal y como dijo la guapa rubia en perfecto castellano, claro; que lo estaba leyendo. Lo que siguió, fue casi tan falso como el papel que leyó al principio del concierto; sobredosis de ritmos enlatados, bailes de “todo a cien”, alguna que otra bailarina y músicos fingidos, ahí arriba no tocaba ni dios nada.
Que se dediquen a sacar éxitos y canciones para anuncios, y dejen los directos para grupos como, por ejemplo, Kasabian.
Resulta prácticamente imposible no acordarse de bandas como Oasis, The Charlatans o The Stone Roses, al encontrarse conKasabian, tanto por sus planteamientos musicales como por sus recursos estéticos. Es evidente que los de Leicester ha bebido de las mismas fuentes que en su día lo hicieran sus predecesores, pero también lo es, que la banda que lideran Tom Meighan y Sergio Pizzorno han sabido imprimir su propio sello a su universo.
Serian poco más de las 12 de la noche, cuando Tom Meighan y los suyos hicieron su aparición en el escenario principal. Lo que se desató a continuación fue el mejor concierto, con creces, de toda la jornada del sábado, con un setlist, diría, perfectamente elegido, un sonido intachable y una actitud sobre el escenario, que sin ser empalagosa al estilo Hives, conectó desde el principio con la multitudinaria audiencia, trece mil personas según los organizadores.
“Club Foot”, “Underdog”, “Empire”, “Fast Fuse”, la versión que se marcan del “Misirlou” de Dick Dale, popularizada gracias a Tarantino y su film Pulp Fiction, “Vlad the Impaler”, o “Fire” son solo un ejemplo de todos los temas que desgranaron de su repertorio. Los británicos ya habían avisado de que su concierto en el DCODE seria explosivo, y vaya que no faltaron a su palabra. Impecables.
Los suecos The Sounds se trajeron el frio de sus tierras, solo así se explica que dieran un concierto tan insulso y vacío de contenido como el que brindaron al respetable. Ni siquiera canciones tan potentes como “Living in America” o “Song with a Mission” pudieron hacer despegar una actuación que nunca acabó de arrancar, a pesar de los esfuerzos de la cantante Maja Ivarsson, que cada día parece más un clon de Deborah Harry de jovenzuela.
Llegaba el final del festival con un fenómeno llamado Crystal Castles. Sus directos tienen fama de ser explosivos, famosa fue su actuación en la Riviera de Madrid en noviembre del año pasado. El escenario, las luces, el sonido, todo está pensado para machacar a la audiencia en un concierto de estos canadienses. Los pedales de efectos sonoros de la vocalista Alice Glass, hacen que lo que vomita por su boca sea lo más parecido a un exorcismo practicado debajo del agua. Podría estar acordándose de los muertos de cada uno de sus fans, que nadie se enteraría. He de confesar que nunca he entendido su música, pero en directo me causaron sensación, al igual que a las miles de almas que miraban embobados a ese caos que ese estaba desatando en el escenario.
La nota discordante la puso el manager de la banda, al impedir a los medios, que no fueran prensa escrita, sacar fotos al grupo. Habría que ver cuántos de los medios escritos, de los que fueron elegidos para inmortalizar la actuación, han acabado publicando alguna foto de ellos. Pero ese es otro debate que no nos ocupa.
Conclusión, se ha acabado el DCODE y esperamos, sinceramente, como decían sus responsables en la rueda del prensa del sábado; el proyecto tenga continuidad, para dotar a Madrid de un festival como se merece. Hasta el año que viene.