Eilen Jewell – Sundown over ghost town (Signature Sounds Recording Company)
Lo de convertirse en «la nueva reina del country» le vendría pequeño a la gran Eilen Jewell por varias razones. La primera y más importante es que en raras ocasiones encontraremos su nombre en un listado de artistas relevantes del género o en cualquier otro que roce la americana de forma más o menos tangencial. Otras tantas podríamos argumentar para decir que lo suyo trasciende esa barrera, a menudo demasiado difícil de franquear, y se sitúa en los grandes espacios abiertos que unen los epicentros del rock, el country, el blues y el jazz en sus versiones más personales. Las suyas, sin ir más lejos.
En su nueva incursión en el estudio tras cuatro años de reflexión vital (el barbecho le dio para ser madre y para cambiar de ciudad y entorno), la Jewell ha ganado en carga emocional lo que ha perdido en ímpetu musical. Lo cual no quiere decir que este Sundown over ghost town sea un trabajo menor, ni siquiera intermedio, entre su ya gruesa producción discográfica. Ahora se dedica con más ahínco a cantarle al amor verdadero en piezas como «Worried mind» y a asociar las letras con imágenes y deseos para convertirse por fin en la gran poeta de la música americana que siempre sospechamos que era.
Sus textos van dedicados por igual a la reciente descendencia («Songbird», con un marcado acento dylaniano) y a la añorada ascendencia («Needle & thread» invoca a la ciudad donde vivió su padre), y cierra las costuras de los temas importantes con guitarra acústica o una pertinente pedal steel que le presta el especialista Jake Hoffman, especialmente en una preciosidad titulada «Half-broke horse». Ella, entretanto, se dedica a reivindicar una omnipresente conciencia ecológica en «Green hills», a acercarse a la frontera mexicana en el presunto narcocorrido implícito en «Rio Grande», trompetas incluidas, o a proyectar un improbable spaghetti-western en «Hallelujah band». Pero hay mucho más en esta especie de recopilación de los ambientes transitados hasta ahora por la norteamericana, y para llegar a todas partes se arma de valor y transita por el arcén del blues nocturno y eterno en «My hometown», otra bellísima composición, y por la veta superficial del jazz en «Here with me», ambas paradas sentimentales de un trayecto meditado y repleto de tonos de gris.
No podemos olvidarnos de que en el fondo estamos escuchando a una rockera de corazón y alma, y a ello apela con autosuficiencia en «Pages», con la ayuda inestimable de la guitarra de Jerry Miller, y se sumerge además en las simas pantanosas de «Down the road» sin traje de neopreno ni temor a enfangarse, que por algo esta cantautora sigue dándole a esa etiqueta tan común y poco definida del folk-rock una nueva y aún poco explotada seña de identidad. Para descubrirla en todos sus matices habría que echar la vista atrás y rescatar sus álbumes de más amplio recorrido, como el deslumbrante «Sea of tears» (2009), pero la Eilen Jewell actual es esto, y no es poca cosa. «Some things weren´t meant to be», como ella misma dice, pero dejémoslas como están y disfrutemos como debemos.