El Hijo – Nasti (Madrid)
El 27 de abril salió a la venta Madrileña, el segundo álbum de El Hijo, y su presentación en la capital española se produjo en la sala Nasti el pasado 14 de mayo.
La expectación era considerable, la nueva publicación de Abel Hernández continúa con el listón bien alto, y eso a pesar de arriesgar casi en cada paso dado con este su proyecto personal. Todo un valor añadido, el riesgo, buscando siempre su propio camino, su propia lírica, olvidándose, o directamente obviando, los lugares comunes hacia donde se dirigen buena parte de las composiciones nacionales. Cuando uno escucha El Hijo podrá ver referencias aquí y allá, pero nada suena igual, parece que definitivamente ha encontrado su sonido, o más bien su personalidad.
La formación para el directo ha mutado a una suerte de percusión inteligente, que sorprende por su sutileza y precisión, unida a una segunda (o tercera en ocasiones) guitarra a la que también se suma un casiotone. Xosé Luis Saqués, Luis Brea y Javier Montserrat forman esta singular y acertada compaña. En esta ocasión Raül Fernandez, responsable de la producción de los discos, no acompañó a Hernández con sus arreglos.
Los primeros seis temas del último disco se desarrollaron casi del tirón, y fue entonces cuando Abel se paró a reflexionar sobre su vuelta a la sala Nasti, donde no tocaba desde que lo hiciera con Migala durante la gira de Arde, allá por principios de siglo. “Parece que uno siempre está empezando, incluso 10 años después”, dijo en referencia a la sensación agridulce que parecía recorrerle el cuerpo.
A continuación las composiciones más antiguas se fueron abriendo camino y entremezclándose con las nuevas, composiciones actualizadas para esta nueva formación que esperemos le acompañe durante mucho tiempo, puesto que el cambio es a mejor. Hoy por hoy, asistir a un concierto de El Hijo no es, ni de lejos, escuchar de nuevo las canciones de sus discos con leves cambios, sino asistir una revisión corregida, aumentada y, si me apuras, frikada (Tom Waits meets Vainica Doble, o algo así). Incluso algunos temas parecen haber cambiado de nombre (y de letras) ante tales cambios. Aquel que haya escuchado a El Hijo y no lo haya visto en directo se encontrará, pues, con una grata sorpresa.
La sala, con una entrada pobre aunque discreta, terminó coreando el último bis, “Los reyes que traigo”, poniendo el broche al que ha sido, hasta la fecha, el mejor concierto de El Hijo desde su formación hace 5 años.
En resumidas cuentas: El Hijo ha crecido, y la otra noche pudo sacar pecho, aunque no lo hiciera.