Festival BAM – 2ª Jornada – Estació de França / Rambla del Raval (Barcelona)
El sábado era uno de esos días en los que, a la fuerza, algo había que perderse. A parte de la Estació de França, el Bam se extendía a otros muchos espacios de la ciudad, cosa que ampliaba la oferta pero que obligaba a elegir. Eso sí: las principales actuaciones se concentraban en la Estación, pero en la Rambla del Raval actuaban Edwin Moses, Ursula Rucker y Lee Perry y Mad Professor & the Robotics, y plaza de la Catedral hubiéramos podido disfrutar de Benjamin Biolay si no hubiera anulado su actuación por problemas de salud.
En la Estació de França se concentraban, como ya es costumbre, las principales actuaciones. Álex Torío abría el escenario Mondo Sonoro, y una más tarde, The Mull Historical Society hacían lo mismo en el grande, en una de las actuaciones más sorprendentes. La inesperada fuerza de su directo, sus canciones con alma de hit y la buena predisposición de la banda hizo que todos – pocos – asistentes disfrutaran con los temas de Us, el trabajo que venían a presentar. Uno de los mejores conciertos de la noche, a pesar, una vez más, de las deficiencias acústicas del recinto.
La Buena Vida no contó con tanta suerte en cuanto al sonido. El primer tema, “Desde hoy en adelante”, perdió parte de su encanto y su magia por culpa del pésimo sonido. A Irantzu apenas se la escuchaba, y los arreglos orquestales, como les ha ocurrido en otras ocasiones, sonaba muy enlatado. No fue una de sus mejores noches – después de haber asistido al maravilloso concierto del Contempopranea aún menos – pero recurrieron a la fórmula de mayoría de grandes éxitos y algunas canciones nuevas para no aburrir, y salieron, dentro de lo que caben, bastante bien parados.
El plato fuerte de la noche, los más esperados por la mayor parte del público, eran Sidonie, que jugaban en casa y, además, con valor añadido: esta actuación podía considerarse una previa de su nuevo trabajo, Shell Kids, que se ponía a la venta tan solo un día después. Igual de gamberros, siguen dando la misma caña – y por qué no, el mismo espectáculo – sobre el escenario con su irreverencia y desenfado. Musicalmente, optaron por conjugar su anterior y su nuevo trabajo, psicodélico y electrónico a partes iguales. ¿Lo mejor? “Feeling down”.
The Buzzcocks descargaron su sonido más potente, sus guitarras más ruidosas y sus temas más directos. Fueron la nota roquera de la jornada, y del festival. La contundencia de sus temas, incluso la agresividad, dio completamente la vuelta a lo que estaba siendo la noche. La mala acústica de la Estació hizo que su sonido fuera aún más crudo e incluso sucio. Para acabar, duelo electrónico: Kitty-yo vs. Bungalow dj, a los que ya no vimos a causa del cansancio.
En el escenario Mondo Sonoro, las pretensiones eran menores, y la potencia sonora también, por lo que el sonido que venía del escenario grande volvía, una vez más, a entorpecer las actuaciones. Eso lo sufrieron Bondage, que se quejaron explícitamente de lo complicado y lo desagradable que resultaba actuar con otra música de fondo. Pero eso no impidió que nos regalaran un repertorio lleno de melodías brillantes, que parció gustar mucho al público.
12Twelve eran uno de los grupos más esperados de la noche, sobre todo, por la expectación de su nuevo trabajo, Esperitismo, producido por Steve Albini. Sus nuevos temas suenan mucho más sofisticados y más ricos en matices. Nuevamente, vuelven a romper cualquier barrera a la hora de etiquetar su música, mucho menos sutil y más potente. Hubo momentos para todo: desde los más minimalistas, en los que apenas se podían percibir las guitarras, hasta los más explosivos e exuberantes.
The Unfinished Sympathy y Love of Lesbian fueron los encargados de cerrar el escenario Mondo Sonoro, que el martes 23 celebró los 100 números de esta publicación gratuita por todo lo alto. Las dos bandas ofrecieron unas actuaciones soberbias, de talante muy diferentes. Los primeros dieron rienda suelta al salvajismo de sus guitarras, a su crudeza y su agresividad, y a pesar de no contar – como a sucedido a lo largo de todas y cada una de las noches – del sonido más apropiado, consiguieron sacarle el máximo partido a su sonido.
Love of Lesbian, tal como lo hicieron en la última edición del Fib, brillaron con luz propia. Preciosismo y simplicidad a partes iguales, se encuentran en uno de sus mejores momentos, y lo demuestran actuación tras actuación. En el Bam volvieron a demostrar la solidez de sus temas y nos hicieron disfrutar de sus maravillosas melodías. Y es que, hemos de repetir una vez más, que Ungravity es, sin duda, un excelente trabajo.
En la otra punta de la Ciutat Vella, concretamente en la Rambla del Raval, una espectacular obra pública que consistió en derribar varias manzanas de edificios y calles para abrir un gran paseo de aire y luz (y pronto de grandes intereses inmobiliarios), se iba a producir lo mejor del festival BAM de este año 2003. Nos referimos a la actuación del maestro e inventor del reggae Lee “Scratch” Perry. Llegamos prevenidos, a sabiendas de la facilidad con que se amontona la gente cuando un concierto es gratuito. No en vano, las aglomeraciones del pasado han obligado al BAM a reconvertirse, parcialmente, en festival de pago (a precios populares, sin duda, pese a las sempiternas quejas de despistados e imbéciles). Ahora mismo recordamos los apretujones descomunales que se produjeron para ver a 7 Notas 7 Colores, en 1999: épica pura y dura. Llegados con antelación, para tomar un buen sitio más que nada, nos aprestamos a disfrutar de la actuación de la cantante semi-hip hop Ursula Rucker.
Conocida por su colaboración con 4 Hero, esta mujer posee una gran voz que, aunque monótona en la dicción, consigue transmitir un mensaje profundo. Ése es su fuerte: la conciencia del spoken-poetry. De todas formas, se echó de menos un fondo instrumental más cercano al drum’n bass, que hubiera dotado a su actuación de aires más festivos. Así, las bases monocordes dispensadas por el guitarrista-samplero, su único acompañante en escena, se hicieron un poco pesadas. Pero cumplieron su función y amenizaron la espera, antes de la actuación del mítico cantante y productor jamaicano Lee Perry.
Y, al tiempo que las masas de iban acercando a ver su actuación, los Robotniks nos amenizaron una intro de lo más emocionante: ni más ni menos que “Police and Thieves” , la enorme canción instrumentada por Lee que, años después, The Clash versionarían en su primer disco. Magia y fuego, mientras la Rambla del Raval se iba llenando hasta el agobio; no hubo problema: la solución era bailar y beber agua, para olvidar que miles de personas llenaban todos los rincones del espacio disponible.
Así, tras la inmejorable introducción de la banda, apareció, por fin, cual patriarca, Lee Perry, ataviado con un singular uniforme en el que destacaba un sombrero lleno de espejos y motivos que aludían a imágenes paganas, deidades animistas y mitos varios. Con una energía muy particular, Lee fue cantando muchas de sus canciones clásicas como “War In a Babilon” por ejemplo. El baile era inevitable, al son de las cadencias, dubs y mensajes del viejo toaster, que tantas veces habíamos escuchado en disco, pero nunca en directo. La genialidad de sus movimientos y sus impactantes afirmaciones entre canción y canción (llegó a decir cosas parecidas a “yo soy un sonido y estoy en vosotros”) nos dejaron un sabor de boca muy positivo. Lee Scratch Perry, nacido en 1936 –en efecto, el mismo año en el que alguien asestó un terrible golpe a la democracia de este país-, es el vivo ejemplo de un hombre que es capaz de mantenerse joven gracias a su música. Autor inabarcable, es muy recomendable poseer su triple recopilatorio, Arkology, que recoge sus mejores notas.
De Mad Profesor nada supimos, hasta que, finalizado el concierto –abruptamente por cierto: un fallo en la energía eléctrica sesgó la última canción-, avistamos su negra y elegante figura en medio de la Rambla del Raval, cerca de en una mesa de mezclas rodeada de gente. Es decir que, para nuestra sorpresa, estuvo manipulando los sonidos justo detrás del lugar desde el cual nosotros vivimos el concierto. Cumplió de sobras su función –ecos y efectos-, en un memorable concierto, junto a Lee, que pocas veces volverá a repetirse por aquí. ¡Ruff inna jungle, inna inna jungle!
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