Festival Villamanuela 2015 – Varias salas (Madrid)
Entre el público que el viernes llenaba tímidamente la Sala Barceló, a la espera de que comenzaran Fat White Family, dos chicas y un chico valoraban haber votado a Ahora Madrid: Pues yo no creo que las cosas hayan cambiado demasiado, dijo una. ¡Qué dices! Si en cuatro meses ya han organizado un festival con el nombre de la Alcaldesa que es mejor que el Primavera Club, contestó la otra; mientras, el chico bebía distraído una cerveza mirando impaciente el escenario.
Salvando la evidente confusión de estas dos amigas hablando sobre un festival que ya tiene 3 ediciones en su haber, es indudable el mérito del Villamanuela como iniciativa capaz de llenar de música y actividades el, culturalmente venido a menos, barrio de Maravillas. Cuando Manuela Carmena consiga por fin transformar Madrid en una ciudad en vez de un estercolero, ya tendrá tiempo de echar una mano al ocio y la cultura, los peores enemigos de Ana Botella y sus antecesores.
Además de por el mero de existir (en Madrid los festivales son tanto o más difíciles de ver que las playas), el Villamanuela destaca positivamente por una propuesta musical atrevida y alejada de lo habitual, solo comparable con la programación de los Primavera. Novedades incandescentes como Girl Band o Fat White Family, y viejas leyendas no demasiado sobreexplotadas, ESG (primer concierto en España) o The Sonics (primer disco en 35 años), han compartido cartel con la mejor electrónica de la temporada (Vessel, Golden Teacher o The Black Madonna).
Si tuviéramos que señalar algún pero, sería la elección de las salas. Un festival disperso ya es complejo de por sí para el público, por lo que si le añades diferencias en cuanto al aforo de las diferentes ubicaciones y conciertos potentes en las sedes pequeñas, se puede convertir en una auténtica yincana. Por ejemplo, el viernes en Siroco hubiera querido entrar, al menos, el tripe de gente de la que finalmente pudo hacerlo. Es cierto que quedaba la opción de Ya’sta, pero evidentemente, la programación no era la misma.
No obstante lo dicho, el año que viene espero, al menos, tener de nuevo que salir corriendo de la Sala Barceló rumbo a Siroco, para ver a los nuevos Fumaça Preta de la temporada, o lo que es lo mismo, larga vida al Villamanuela.
Viernes
Fat White Family
Fat White Family llegaban con la vitola de ser la gran esperanza del punk británico, y decidieron demostrarlo desde antes de empezar su concierto bebiéndose medio Manzanares. O al menos eso es lo que transmitía sobre el escenario Lias Saudi, que, sin camisa desde la segunda canción, a duras penas de tenía en pie. Guitarras rotundas y letras comprometidas algo deslucidas por causa de un exceso de hedonismo.
ESG
Leyendas de la escena hip-hop y funk neoyorquina de los años 80, las hermanas Scroggins habían pasado hasta el momento algo desapercibidas en España, donde por ejemplo nunca habían tocado en Madrid. Algo insólito, porque sobre el escenario del Teatro Barceló ofrecieron una auténtica clase magistral de ritmo y voz. Combinando simplemente un bajo y toda clase de formas de percusión, fueron construyendo hits cada vez más adictivos que terminaron convirtiendo un antiguo Pachá en un remedo del Paradaise Garage. Pura aristocracia disco.
Fumaça Preta
Mientras, en Siroco Fumaça Preta se lo estaban pasando tan bien o mejor que el público que iba llenando la sala para bailar arrastrados por una mezcla de funk y psicodelia. Con la puesta en escena del mejor telonero posible de The Flaming Lips, la descargar de ritmo de los venezolanos fue tan delirante como irresistible.
Matana Roberts
Por trayectoria y originalidad, Matana Roberts era otro de los grandes nombres del Villamanuela. Lástima que le tuviera que tocar después de la fiesta de Fumaça Preta, porque su propuesta, delicada, compleja e introspectiva, quedó algo deslucida ante una sala que ya ardía hacía tiempo.
Girl Band
Cuando un nuevo grupo recibe la etiqueta de hype, por desgracia, automáticamente me preocupo más en tratar de predecir si se estrellarán en el segundo o tercer disco, que en disfrutar de lo que ahora mismo estén tocando. Y la verdad es que con canciones como las que pueden ofrecer Girl Band, merece la pena dejar a un lado elucubraciones sobre el futuro y disfrutar del mejor ejercicio de ruido de los últimos años. En Siroco ofrecieron un directo de una intensidad vibrante y pegajosa. Sin duda, compren el disco (Holding Hands with Jamie, Rough Trade 2015), y no se los pierdan en los festivales del próximo verano.
Sábado
Moon Duo
Proyecto paralelo de Ripley Johnson, guitarrista de Wooden Shijps, y Sanae Yamada, Moon Duo es una deliciosa mezcla de space rock, shoegaze y psicodelia. Pongan la etiqueta que deseen, mientras quieran describir las mejores atmósferas sonoras que se pueden encontrar en la actualidad.
The Sonics
Como en cualquier retorno de una vieja gloria, con The Sonics mezclo sentimientos. Por un lado, no entiendo que hacen unos abuelos con pinta de necesitar pocos sustos, subidos a un escenario a 6.000 kilómetros de su casa y cincuenta años después de su mejor momento. Por otro, es escuchar “Psycho” o “Have Love, Will Travel”, y que se me vayan irresistiblemente las piernas, arrastrado por la energía de la segunda juventud que siempre demuestran The Sonics. No contentos con ofrecer directos más que dignos, se han metido en el estudio han publicado un meritorio disco (This is The Sonics, Revox, 2015), en homenaje a su debut (Here are The Sonics, Etiquette Records, 1965). Así que una vez más, el sábado en el Teatro Barceló, volvieron a conseguir reventar una sala (pogo incluido), con 70 años cada uno y una capacidad de movimiento medida en milímetros.
La Luz
Si The Sonics son padres del garage, La Luz son nietas aventajadas del estilo de moda de la temporada. Producidas por Ty Segall, añaden a la fórmula habitual algo de surf y pop, para construir una propuesta amable y contagiosa. En directo, ofrecieron frescura, descaro y una sorprendente dosis de punk, ante un público tan asombrado como seducido.