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FIB 2011: luces y sombras. Hacemos balance con perspectiva de su XVII edición

Hace un par de semanas ya que el FIB 2011 bajó la persiana. Como todos los demás, fue algo más que un fin de semana de conciertos; para nosotros, además, fueron cuatro días de intenso y divertido trabajo en los que no nos ahorramos ni una gota de sudor a las 18h ni un grano de arena en las zapatillas al acabar la jornada.

Con la mente y el cuerpo más descansado, vemos el FIB 2011 con algo más de perspectiva. Al final, y a pesar de que se confirmó que se llegaron a los niveles de asistencia de 2009, el ambiente no resultó tan asfixiante como era de esperar. Salvo en los conciertos gordos (Strokes, Arctic Monkeys y Arcade Fire), no hubo excesivos problemas a la hora de moverse por el recinto y, sobre todo, a la hora de conseguir disfrutar de un concierto sin el temor de combinar cadenas de ADN con el de delante de manera involuntaria.

En lo musical hubo de todo. Luces y sombras. Mi opinión, a título personal y que no tiene por qué ser compartida por el resto del equipo de Muzikalia destacado en Benicàssim, es que los cabezas de cartel eran tan grandes que eclipsaron al resto. No hubo una clase media potente, y sólo algunos grupos lograron acabar antes de tiempo con el coma en el que muchos se habían sumergido para llegar frescos a las grandes citas nocturnas. La mayoría de ellos fueron nacionales: Atom Rhumba, Lori Meyers, Ainara Legardon, Dorian, McEnroe,… y, sobre todo, Nudozurdo. Era de esperar que el de los madrileños fuera uno de los conciertos del FIB, y nos derritieron antes de que lo hiciera el sol.

La participación de la clase media la acabaron salvando nombres ilustres (Undertones, Stranglers o Big Audio Dynamite), apuestas seguras (Beirut, Herman Düne o The Go Team!) y alguna que otra perla como Anika (duro lo suyo con Arcade), Crystals Fighters, The Coronas y, por supuesto, los triunfadores And So I Watch You From Afar. Ah, claro, y Julieta Venegas. La mexicana levantó un jueves atípico en el que ella, Russian Red, Paolo Nutini y Mendieta fueron los mayores atractivos. Duro. Desde luego sería una de las cosas a mejorar. O más bien, la cosa.

Entre la clase media y la clase alta se alzaba un grupo de bandas que no sólo debían servir de entrante para los grandes platos, sino que también tenían la obligación de demostrar que no habían venido a España de paseo. Portishead nos robó el corazón con el concierto del FIB 2011, y Primal Scream hizo vibrar hasta el último de los tornillos del Escenario Maravillas. Elbow se comportaron, igual que Noah & The Whale y Mumford & Sons, que no se salieron un ápice del guión marcado. Y precisamente eso fue lo que condenó a Brandon Flowers.

Y bueno, los conciertos grandes, siendo de gran nivel en general, quizá pecaron de previsibles. El jueves, The Streets puso cachondos a todos los ingleses. El viernes The Strokes, con un Casablancas que debió de tener un déjà vu, tampoco se salió de lo establecido y dio a sus fans lo que pedían: un greatest hits live; sin embargo, no tuvo mucho éxito entre el equipo de Muzikalia. Arctic Monkeys sí se salió de lo que marcaba el guión con un setlist al que quizá pudieron sacarle más jugo, pero que les bastó para colocarse como los triunfadores del FIB (hasta que llegó Portishead). Y el domingo, Arcade Fire; después de lo de Beth Gibbons, la verdad es que ya nos daba todo bastante igual. Sin embargo, los canadienses tampoco fallaron y echaron el telón con grandiosidad, entrega y altas dosis de épica. Visto así, la elección fue la mejor.

Fue un FIB de menos a más, aunque el menos (jueves) quizá fuera demasiado menos. Un festival con las bandas españolas asombrando (más a extraños que a propios) bajo un sol de injusticia, sin demasiados sobresaltos y con alguna sorpresa emocionante. Un FIB cuya renovada buena salud debería permitirle reflexionar largo y tendido sobre cuáles serán sus próximos pasos y adónde quiere llegar con ellos.

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