Gatos Bizcos – Eurovegas (Autoproducido)
Llamarse Gatos Bizcos y sacar un disco con el nombre de Eurovegas es comprar muchos billetes para que no te tomen en serio a no ser que uno sea fan de Mojinos Escozíos, La Trinca o No Me Pises Que Llevo Chanclas. Pero sería un error no entrar a echar un vistazo a este humeante antro donde Quique, Pablo, Héctor y Miguel desarrollan todas sus aptitudes musicales, que son innumerables, y también su sentido del humor.
Relacionados muchas veces con el mundo del blues, quizás más por el trabajo que realizan por separado que por su trayectoria como grupo, en realidad estamos ante cuatro músicos excepcionales con compartidos vicios (no tan) secretos, entre los que ciertamente está el blues pero también el jazz, el swing, el music-hall o los crooners de los 50. En general, parece que su reloj se paró antes del momento, aciago para algunos, en que la psicodelia marcó nuevas reglas al tiempo que declamó que no había reglas, que todo era posible. A pesar de ello, estos Gatos Bizcos (nombre homenaje a un clásico de Muddy Waters) son fans de Michael Jackson y crecieron con el grunge, pero cuando suben al escenario parecen poseídos por el espíritu del Rat Pack. Comparten con ellos desparpajo y chulería, además de un particular sentido del humor irreverente y sarcástico a veces (queda demostrado en «Eurovegas», un instrumental salpicado de frases extraídas de una supuesta conversación entre dos de los personajes que contribuyeron a tal comedia bufa) y simplemente irónico y burlón en otras («A girl like him» recuerda bastante al «A boy named Sue» de Johnny Cash, y «This is not my first love song» es, simplemente, divertidísima).
Gatos Bizcos, aunque lo parezcan, no son una banda de revival. Ellos hacen la música que quieren hacer hoy, y de hecho son muy escasas las versiones que figuran en sus álbumes o actuaciones en directo. Algún guitarrazo grunge o un solo de armónica a lo Lee Brilleaux se les escapa desde su no tan lejana juventud, y cuentan entre las numerosas colaboraciones que acreditan en el disco con la voz de Miren Iza o el Hammond de Julián Maeso. No estamos ante unos locos nostálgicos desconectados de la realidad, pues. Con todo, Eurovegas necesita de cierta predisposición hacia la música de la era pre-rock para ser disfrutado como merece.