Iron & Wine – Ghost On Ghost (Nonesuch)
Arranca «Caught in the Briars», tema de apertura del nuevo álbum de Iron & Wine, y no puedes evitar acordarte de sus inicios; unos inicios donde la principal seña de identidad era la economía de medios, apenas guitarra y voz, y con los que Sam Beam consiguió hacerse con nuestros corazones con su folk-pop delicado y de cariz hogareño.
De esta manera, empezamos a saber de él con un segundo álbum que suena aún mágico, lleno de emoción contenida, como fue el brillate Our Endless Numbered Days (2004). Los años que siguieron a dicho trabajo resultaron claves en el crecimiento de Beam, pues tras editar dos estupendos EP´s en 2005 como fueron Woman King e In the rains (éste en colaboración con Calexico), y quizás influido por esta experiencia conjunta, nos pilló por sorpresa en su siguiente entrega en largo con el abigarrado y ambicioso The shepherd´s dog (2007). Fue éste un disco que marcó un punto de inflexión en su carrera. En él se entregaba sin miedo a largas composiciones, retorcidas y cambiantes, de naturaleza dub, blues e incluso en ocasiones cercanas a la música africana, y cuya gira de presentación ratificó que estábamos ante una época de consagración y expansión en su carrera, rodeándose de multitud de músicos y llevando su música a cotas de complejidad y riqueza instrumental nunca imaginadas, especialmente si recordamos sus inicios. Es por ello que nos costó asimilar un disco como Kiss Each Other Clean (2011), su tibia continuación, ya que se quedaba un poco en tierra de nadie; era un poco como desandar lo caminado; un disco agradable pero probablemente menor en su discografía.
Llegados a este punto no era fácil intuir el siguiente paso de nuestro protagonista, más con un adelanto tan jazzy como fue «Lover´s revolution», con el que volvía a descolocarnos. ¿Vuelta a los inicios o retomar la historia donde la dejó? Pues ni una cosa ni la otra, aunque lo que encontramos se asemeje más a una fórmula mejorada de lo entregado en su anterior disco (para alegría de los que vimos en The shepherd´s dog un alejamiento del Beam más pop). Aquí suena cómodo rodeado de montones de arreglos al servicio de doce composiciones concisas y directas, que probablemente redondean su disco más accesible hasta la fecha. A sus 38 años, Sam Beam alcanza cotas de emoción difícilmente equiparables en su carrera en números que suenan, desde ya, a clásicos atemporales como la enorme «New Mexico´s no breeze», el single «Joy», un auténtica flecha a nuestros corazones que necesita poco menos de tres minutos para desgarrar sentimientos, «Grace for saints and ramblers», un estándar pop-rock que camina ágil y seguro, «Low light buddy of mine», donde vuelve a dar rienda suelta a su afición por las lentas progresiones de alma jazz o «Grass widows», simplemente una canción pop perfecta. Y así una tras otra, pues en el nuevo disco de Iron & Wine no hay espacio para el aburrimiento o la desgana. Todo está impregnado por una agradable pátina de dulce melancolía, haciendo de éste un disco ideal para escuchar bajo el calor de la chimenea en una noche de invierno, con la compañía justa y necesaria para compartir emociones y sentirse cómplice de tamaña demostración de sensibilidad y buen gusto.
Con este nuevo esfuerzo, Sam Beam consigue recuperar la confianza algo debilitada con su anterior trabajo, y enseña que también puede competir en la liga de los artesanos pop con habilidad para tejer pequeñas sinfonías con las que poner banda sonora a momentos especiales de nuestra existencia. Retratado ya como un autor polivalente e inquieto, solvente en diferentes terrenos, debemos ser justos con un compositor que se resiste a acomodarse y que sólo suma méritos desde sus modestos inicios en los que la música parecía ser un mero divertimento en los ratos libres que le dejaba su trabajo como profesor de cine en la Universidad de Miami. Once años después de enseñar al mundo sus primeras canciones, pocos podían imaginar un presente más ilusionante que éste.