Kiss – Monster (Universal)
¿KISS en Muzikalia? Me veo venir los comentarios. «¿Qué va a ser lo próximo, El Canto del Loco, Shakira, Alejandro Sanz?». Y yo digo, ¿y por qué no? Mi opinión, muy personal, es que una publicación con una orientación musical relativamente amplia, como es Muzikalia, no puede ignorar la existencia de ciertos discos mediáticos y dejarlos pasar como si no existieran. Pienso que deberíamos hablar de ellos, aunque sea para ponerlos a caldo y explicar a nuestros lectores que no pierdan el tiempo con algo que tiene muchas opciones para no gustarles.
Ah, pero…no es este el caso. Aviso, por si quieres ir directamente a los comentarios a desahogarte, que voy a hacer una reseña positiva del vigésimo (si no me fallan las cuentas) disco de estudio de KISS en sus cuarenta años de historia, y segundo que publican en lo que va de década. Si Sonic Boom (2010) fue un disco sorprendentemente centrado y equilibrado para tratarse de una banda con más bajos que altos desde el infravalorado Revenge (1992), con constantes cambios en la formación y lejos ya de sus días de mayor gloria, Monster (2012) ha resultado ser una continuación al mismo nivel. La formación actual (con Tommy Thayer y Eric Singer, que incluso cantan en un par de canciones) parece haberse consolidado en todos los aspectos, principalmente en dos muy importantes: el creativo y el personal.
Queda bastante claro, pues, que el equilibrio dentro de la banda era indispensable para que de las mentes de Paul Stanley y Gene Simmons siguieran saliendo canciones como «Hell or Hallelujah», que si bien objetivamente no es la mejor canción del álbum sí que tiene todas las características para sumarse a su ya larga lista de clásicos con los que reventar estadios. A partir de ahí, lo que encontramos es una lista de temas cuyas letras no pasarán a la historia de la literatura (ni falta que hace, tampoco estamos hablando de Leonard Cohen), pero que musicalmente merecen una atención profunda y un análisis serio. Lo primero que llama la atención es que KISS consiguen aquí un sonido especial y un tanto diferente, una especie de mezcla entre sus discos de los 70 y lo mejor que hicieron en los 80, pero rociado con unas dosis de rock’n’roll y hard rock que beben de otras fuentes que no son, como era habitual, la suya propia. Ahí está ese riffs que suena a MC5 en «Back to the stone age», el sutil blues-rock 60s de «Long way down», el toque heavy 80s de «Freak» y «Outta this world», ese inicio Zeppeliano de «Wall of sound», o el aroma a hard-rock inglés de abolengo que desprende «Eat your heart out». Son pequeños detalles, pero que dan al oyente la sensación de que KISS revisitan, uno por uno, los estilos que les han marcado como banda, y también personalmente.
La ausencia de baladas es también un síntoma de su voluntad de presentar un trabajo que huela a rock, a distintos tipos de rock, por todos lados. Y no, en mi opinión las baladas (con power o sin power) no son lo suyo, por mucho que «Beth» fuera uno de sus mayores éxitos («Shandi»…»Shandi» es otra cosa). Lo suyo es más…en vez de buscar una palabra en mi Thesaurus, propongo que escuchéis a Gene Simmons en «The devil is me». Ahí está todo. Como también en el título de «All for the love of the rock and roll». El rock and roll entendido también como espectáculo, como lo fue en sus principios.
No creo que KISS, a estas alturas, consigan nuevos fans con Monster, pero lo que es seguro es que no perderán a ninguno de los viejos. Como también es seguro que en los últimos dos años, rayando los 60, cuando ya no necesitan ganar más dinero (y si fuera así, ahí están sus giras, sus programas de TV, su merchandising, sus royalties…) han hecho sus mejores discos posiblemente desde Creatures of the Night (1983). ¿Será el efecto Dylan?