Libro: Futuromanía de Simon Reynolds (Caja Negra Editora)
Simon Reynolds, una de las grandes referencias mundiales de la crítica musical, contrapone a su celebrado Retromanía (Caja Negra Editora, 2012) este Futuromanía con el que parece equilibrar ese señalamiento al pesado lastre del pasado para matizar, con ejemplos casi a modo de fábula, que la otra vertiente existe. Esta es una recopilación de artículos ya publicados, pero que transitan por esa médula temática a modo de retrospectiva curatorial del propio autor, por lo que acontece una curiosidad: revelar el futuro desde el pasado.
Sin embargo, este hecho es el que traza con magistral radiografía el inglés, llevándonos a un viaje de nostalgia en algunos casos (algo de sustrato de ese romanticismo por el pasado debe quedar siempre) y a otros de pura musicología para construir con la historia el relato de que, quizá, el futuro no esté perdido. Reynolds parece tener ese debe, como si hubiera sentido algo de injusticia en el veredicto de que el futuro no es posible. No es de extrañar tampoco esa sensación, ya que este primer cuarto de siglo parece navegar más de lo recomendado por el vacío y la nada creativa, recreando una y otra vez el pasado o frustrándose ante la inactividad de una producción distinta.
Esa aparente discrepancia entre la narrativa y el foco no parece restar efecto a la selección de textos, algunos anclados en el pasado, y no solo literalmente, porque la visión de Reynolds es la de infundir algo de ánimo y esperanza en el colectivo que todavía cree en el futuro. Los protagonistas de este compendio abarcan aquel futuro presente en sus momentos y reviven la construcción de una industria poderosa a través de sus innovaciones. Casi con cierta obviedad, los textos se circunscriben al avance electrónico, dejando de lado las posibles innovaciones que lo tradicional (sic) o analógico pudieran haber aportado.
Por Futuromanía pasarán desde temas clave como el “I Feel Love” de Donna Summer y Giorgio Moroder y su impacto, a nombres claves en esa progresión: Kraftwerk, Sakamoto o Wendy Carlos son invocados como genios de la ruptura, pero también accede al anonimato de los géneros electrónicos. El acid house, el jungle y otros estilos rupturistas dentro del propio género confirman que la primera parte en la que se divide el libro es una reivindicación a sus cimientos.
Existe un ligero cambio de perspectiva en la segunda mitad de esta recopilación, más orientada a la estética y al impacto social de lo minúsculo y minoritario, pero igualmente responsable de algún cambio para convertirse en escuchas de masas. Aphex Twin o los omnipresentes Daft Punk acabarán pasando por el mismo tamiz que Arca o Travis Scott en lo nominal, e incluso a alguien le podrá sorprender cierta reivindicación del autotune como algo innovador, lo que demuestra que no toda ruptura es, necesariamente, virtuosa, sino que construye sobre una estética diferente y sobre el devenir de los tiempos. ¿No hay futuro?
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