Libro: Historia del Pop Rock Valenciano en 75 Nombres Esenciales – Carlos Pérez de Ziriza
No se me ocurre nadie más autorizado, ni con un conocimiento más enciclopédico del asunto que el periodista Carlos Pérez de Ziriza, para atender a algo tan indispensable como crear un compendio de la historia y los artistas protagonistas de lo que podríamos llamar pop-rock valenciano (entiéndase el término en un sentido amplio, por supuesto). Bueno, sí que se me ocurre alguien, pero Rafa Cervera ha tenido, digamos, una dimensión más “foránea” y no ha estado, como el autor de este libro que nos ocupa, centrado en escribir la práctica totalidad de su carrera en medios circunscritos al ámbito de esta comunidad autónoma (Beat Valencia, Cartelera Turia, À Punt y muchos más), siempre pendiente por lo que se cuece por aquí. Y bueno, salvamos la cuestión con el hecho de que Cervera, al fin y al cabo, es quien prologa, de forma brillante además, este tomo, introduciendo alguna de sus claves esenciales.
Por todo esto -y aunque existen varios precedentes- la aparición de Historia del Pop Rock Valenciano en 75 Nombres Esenciales, se postula como ese necesario ajuste de cuentas que la cultura valenciana se debía a sí misma en el aspecto musical. Una recapitulación esencial para que nos demos cuenta, no sólo los implicados, si no todo el territorio nacional, de que en tierras levantinas se ha cocinado algo que no podría haberse hecho en ningún otro lugar. Sonidos con una identidad propia que reclaman su derecho a existir, sin que, como pasa siempre, los focos brillantes de otras ciudades o territorios se les pongan delante para invisibilizarlos.
A lo largo de estas páginas lo que hacemos es adquirir conciencia de cómo desde el principio, desde la llegada del rock procedente de América, en este territorio ha habido una excitación, una querencia por descubrir cosas nuevas, que ha llevado a pioneros como Bruno Lomas o Pep Laguarda a ser referentes de determinados sonidos. El primero fue, ni más ni menos, el origen del más puro rock en España y primero además, en salir al extrangero. Y el segundo con un solo disco se aseguró su entrada en la historia gracias a un sonido puro que se incardina en la psicodelia hippy de su época como algo único, casi generador de un subgénero completo, el rock mediterráneo.
No es moco de pavo para una comunidad histórica siempre relegada a un segundo plano gracias al centralismo de este país o a la importancia industrial de otros lugares. Por eso Pérez de Ziriza con su pulso ágil, certero, bien documentado y a la par, lírico como pocos comunicadores en este país han demostrado ser, va desgranando la importancia de cada uno de los 75 pilares en que fundamenta este repaso y además, transversalmente, pasa por muchos otros más, guarden o no relación directa con los protagonistas. Cada artista funciona como un capítulo y al final de éste siempre encuadra el contexto en que se movió, los otros proyectos en que se vio involucrado o los otros actores que envolvieron su escena.
Todo está planteado con el cuidado y cariño que puede ofrecer alguien que ha sido, de un modo u otro, testigo y partícipe de la mayoría de los hechos aquí contados. El autor puede contarlo sencillamente porque ha estado allí. Este periodista es conocido por su presencia constante en eventos relacionados con la cultura musical de la Comunitat Valenciana y se ha erigido en algo así como el glosador oficial de su historia, que ahora, al fin, se ve plasmada en un tomo bien editado, cuya lectura, además, se aleja de lo que viene a ser el mero conocimiento enciclopédico. Uno va pasando las páginas y de repente cae en la cuenta de que todo esto forma parte de una narración completa, con mil historias adyacentes y con varios componentes que la hacen apasionante. Al fin y al cabo, ver desfilar ante tus ojos figuras tan trascendentales y de éxito comercial como las de Nino Bravo, Camilo Sesto, Raimon, Seguridad Social, Presuntos Implicados, Chimo Bayo o Revólver da mucho juego y sin duda el autor les sabe sacar todo su jugo.
Pero no obstante, Pérez de Ziriza no se centra ni vertebra su historia en estos grandes nombres, más bien los utiliza para situar su relato y a partir de ahí aprovecha para contarnos sobre otras figuras mucho menos conocidas, pero a las que la historia les debe un ajuste de cuentas. Es el caso de Los Huracanes, Eduardo Bort, Los Auténticos, Doctor Divago, Señor Mostaza o Senior i El Cor Brutal, todos ellos de sobra conocidos dentro de las fronteras de la Comunitat, pero prácticamente ignorados fuera de ella. Él les da exactamente el mismo tratamiento que a los más exitosos, reivindicando así, para ellos, cierta merecida gloria que les había sido injustamente arrebatada. Algo que también funciona a la inversa con un artista como Julio Bustamante, al que se ha homenajeado más -hasta hace justo unas semanas, en que se le otorgó el premio Carles Santos a toda su trayectoria- en otros territorios que en el suyo propio.
Con todos hace el autor un positivo ajuste de cuentas y además, saca a relucir todo lo bueno que ha surgido dentro de estas fronteras de unos años a esta parte. València, Castellón y Alicante cuentan con nutridas y variadas escenas que se mantienen vivas muy al margen de los focos de Madrid o Barcelona y que lamentablemente no resaltan en los medios de tirada nacional, los festivales y las radios públicas lo que debieran, con el correspondiente detrimento en el mantenimiento de las carreras de los implicados. Aunque faltan, obviamente, nombres, Carlos adjudica el espacio necesario a muchos de estos titanes de la supervivencia artística como pueden ser La Habitación Roja, Caballero Reynaldo, Arthur Caravan, Alberto Montero, Tórtel o Gener. Ellos y muchos otros configuran un acervo cultural que crece contra viento y marea y que es retratado en este libro como si de una bonita foto de grupo se tratara. Un libro para el que el consabido adjetivo “necesario” funciona como anillo al dedo.
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