Los Planetas – El Sol (Madrid)
Algo así como el álbum de fotos de una vida, el trailer de una película, o precisamente un cómic, fue lo que si vivió ayer en la mítica sala El Sol, en el concierto exclusivo que decidieron dar Los Planetas, ante la inmensa mayoría de los principales medios de comunicación de este país, afortunados concursantes de diversas radios y revistas, y los 250 primeros compradores de su nuevo recopilatorio en formato Cómic/CD/DVD llamado Principios básicos de astronomía.
Y es que más allá de que los granadinos ya comiencen a ser un grupo de maduros cuarentones, orgullosos de su barriguita cervecera, y que se suben de ciento en viento a un escenario, para hacer felices a sus innumerables seguidores, interpretando canciones de manera cada vez más parecida a sus primeros discos, lo que sucedió ayer en el Sol, fue algo más especial. Y cuando digo “especial”, y lo comparo con un álbum de fotos, me refiero, a que fue un conjunto indefinido de inolvidables momentos, que se juntaron todos ellos en una hora y media, para hacer del concierto, algo mítico, inolvidable y para el recuerdo, desde el mismo instante, en que dejaron de sonar las guitarras.
Momentos como ver, nada más llegar, la calle Jardines llena de gente de todas las edades, de alguna cámara haciendo entrevistas entre la gente que hacía cola, e incluso que la prensa acreditada se amontonase para entrar, en cuanto abrieron las puertas. Escenas simpáticas como el de ver al entrar, el escenario decorado con luces y, con todos los planetas de la galaxia y el sol, colgando del techo. Clips de ternura como el del video con el que comenzó el concierto, en el que un niño que a penas tendría dos años cantaba “la playa”, o la sonrisa, y la felicidad que irradia Eric, cuando toca la batería con Los Planetas.
Escenas y viñetas de las mejores canciones del grupo, que se quedaron grabadas en las retinas de todos y que tuvieron forma de J cantando con los ojos cerrados toda la primera parte del concierto, de la sala entera coreando “corrientes circulares con el tiempo” o de la combinación perfecta de la mejorada voz flamenca de J, con el nuevo estilo pop-flamenco-psicoldelia del resto del grupo en “ya no me asomo a la reja” o “si estaba loco por ti” de su último disco La Leyenda del Espacio.
Y la verdad que hubo ocasión para todo, para momentos tranquilos como el que se vivió mientras se fumaba un cigarrillo cantando “deberes y privilegios”, momentazos de máxima excitación como el solo final de Eric en “Santos que yo te pinté”, momentos tradicionales como “San Juan de la Cruz” y momentos para el público que gritaba enloquecido «devuélveme la pasta», o que batió palmas después de “pesadilla en el parque de atracciones”, para que saliesen de nuevo a tocar un bis. Cosa que se consiguió y que hizo felices a todos, si bien no tanto con su versión de “soy un pobre granaíno”, sí más con el homenaje que se hicieron a ellos mismos, tocando “la caja del diablo”, mientras J, a mitad de canción, cantaba algo así como y quien se sepa la letra que suba aquí y la cante, porque el cantante no se acuerda… a lo que un joven de las filas del fondo respondió corriendo hasta la primera fila, cogiendo el micrófono, y cantando lo que restaba de canción, mientras el público le coreaba, para hacer, con esta sí, la foto final del concierto.
Una cita única y difícil de repetir, noventa minutos sin descanso de las mejores canciones del grupo (si bien no las más conocidas), y muchas vivencias acompañadas de recuerdos de todos los allí presentes, a los que los planetas pusieron música, con un sonido impecable y una potencia sublime, para crear de nuevo, otro momento mítico que añadir, a la larga lista que poseen los granadinos.