Low – Trust (Kranky/ Everlasting records)
Es muy difícil distinguirse, mostrar algo especial para desmarcarte de toda la ristra de bandas que convirtieron y convierten al Spiderland de Slint en su obra de cabecera. También resulta complicado confeccionar discos de esos en los que, aun siendo muy alta la dosis de intimismo, nunca cae esa gota de aburrimiento propia de las cosas que son tristes constantemente. Y más difícil es hacer todo esto y que en directo se convierta en una lluvia de honestidad ante la que sólo quede permitir que cada vello de tu cuerpo se erice libremente. Low son esa banda alabada por todo los periodistas musicales de este país (y no sin razón), pero que nunca se intenta acercar algo más a la gente menos “entendida”. Y poco hace falta entender para caer rendido ante discos como éste Trust, el séptimo de su carrera. Muy muy poco. O quizás todo lo contrario: muchísimo. Depende de cómo se vea el mundo. Algo tan humano como la sensibilidad y la paciencia deberían abundar. Pero no es así.
Mucho ha sucedido desde aquel I Could Live In Hope del año 1994. Canciones como “I remember” o “Stay”. Emociones sonoras como ese tema llamado “Over the ocean”. Y ahora, por segunda vez en lo que va de siglo, un nuevo disco de éste trío de Minnesota. Las cosas bien hechas, en las que existe alma, en las que ese aura irrepetible del que hablaba Walter Benjamín es perceptible, están obligadas a perdurar. Quizás la creatividad entendida como evolución visible, como riesgo, como intento de acaparar nuevas cosas no esté dentro de los planes de Zak, Mimi y Alan, y eso muchos lo agradecemos. Ellos siguen creyendo en lo mismo que cuando empezaron. Y por eso cada vez les sale igual de bien.
Melancolía, ambientes asfixiantes, guitarras lentas que luego se enfadan, se cabrean porque este mundo es una puta mierda, melodías íntimas, canciones de cuna que hablan sobre niñas dulces. Un disco que no es dócil, que intentará escaparse, pero que si eres listo le camelarás para que se quede. Ecos de voces, alargando la nota final en suaves susurros, en femenino y masculino, Alan y Mimi superponiéndose para crear atmósferas intensas. “Canada” tiene energía, una melodía envidiable, un modo inteligente de repetir estructuras. “Time is the diamond” es como un árido paisaje. Y preciosa. Como el resto. Cierra el disco “Shots y Ladders”, enigmática al límite o como crear la banda sonora del Juicio Final. Trece nuevos temas de Low, espirituales, para sentir dentro. Muy dentro. Puede ser post. O slow. O lo que quieras. Eso ya no importa.