Madness – Theatre of the Absurd Presents C’est La Vie (BMG)
Hace algo más de 60 años se acuñaba el término “Teatro del Absurdo” para definir un estilo que ya llevaba unos años en el candelero y que tenía a autores como Samuel Beckett o Eugène Ionesco entre sus principales representantes. Sus principales características, tal como su nombre indica, eran la estupefacción ante una realidad cada vez más difícil de entender, la consideración de la vida como una tragedia sin sentido (muy en la línea de la angustia existencialista) y el refugio en una especie de humor absurdo que difuminaba las líneas entre la tragedia y la comedia.
Casi al mismo tiempo, en Jamaica se popularizaba la música ska, una fusión de música norteamericana y ritmos caribeños con ritmos muy marcados y letras en general de reivindicación y orgullo nacional jamaicano. Un estilo que llegó a triunfar, aunque de manera algo descafeinada (véase el “Ob-La-Di Ob-La-Da” de los Beatles) y breve, en Europa. Fue a finales de los 70, con la segunda ola del ska y el trabajo del sello 2Tone, cuando se popularizó mundialmente su versión más asequible con gente como Madness, The Specials, Bad Manners o The Selecter. Aquella música tenía algo de celebración del absurdo, no cabe duda, y también optaba por la extravagancia festiva ante la tragedia de la economía, el ultraliberalismo y el racismo imperante en el Reino Unido. Ahora bien, si alguien hubiese dicho entonces que había una línea que conectaba a Madness con Samuel Beckett, posiblemente hubiese acabado en un frenopático participando en la asamblea de majaras de la que hablaban Kortatu, uno de los introductores del género en nuestro país.
Bueno, pues esa línea ya existe y se titula Theatre of the Absurd Presents C’est La Vie. Un disco que hará caerse de espaldas a quienes no hayan seguido la trayectoria de Madness en los últimos decenios. Organizado como una especie de representación teatral, justamente de una obra de Beckett tal como se sugiere en la presentación, aquí hay poca fiesta y mucho melodrama. “The lights go down on some dark theatre in London, oooh, for the cruellest comedy” es la frase que abre la primera canción propiamente dicha del disco, “Theatre of the absurd”. Gran representación gráfica de la melancolía y la decadencia que impregna todo el álbum, como un grupo de viejos payasos derrotados afrontando la última representación ante una platea vacía. Un drama organizado en tres actos, con presentaciones por parte del actor Martin Freeman, donde Madness se disfrazan de los Kinks para radiografiar, a su manera, la sociedad británica actual.
El sonido Madness clásico no ha desaparecido del todo. Aquí y allá encontramos alguna discreta referencia a sus trabajos de los 80, aunque este álbum se parece más al también conceptual The Liberty of Norton Folgate (2009) que a sus discos de hace 40 años. Hay canciones con un sonido aparentemente más festivo, como “In my street”, e incluso se recuperan los ritmos del revival ska como en “Baby burglar”, esta vez sí recordando a sus canciones más pausadas de los 80. Bajo “Lockdown and frack off” encontramos un sutil colchón steady, y por ahí anda el saxo de Lee Thompson para, junto a la teatralidad cada vez más acusada de Suggs, recordarnos que estamos ante un disco de Madness. Pero las canciones se escuchan con una sonrisa torcida, contagiados por una melancolía de viejo teatro de variedades derribado. Quienes pillaran una buena llorera con la película Cinema Paradiso me entenderán perfectamente.
En realidad, pensándolo bien, quizás no haya tanta distancia entre este disco y aquellos que nos hacían bailar como posesos hace casi medio siglo; solo la que dan los años, el peso de la vida sobre los hombros y la amargura del descreimiento. Quizás ya no nos apetezca bailar, pero abrazar el absurdo sigue siendo la mejor solución para no desfallecer cuando por todas partes suenan las trompetas del Apocalipsis.