Menomena – Friend and Foe (Sinnamon Records)
La experimentación es un valor al alza en la música contemporánea. Sin embargo, pocas veces percibimos el fundamento que justifica su existencia: la elaboración desde una perspectiva clásica, y por tanto, imperecedera. Ese es el sustrato sobre el que se erige el nuevo trabajo de Menomena, Friend and foe.
El trío de Portland ya avisó con su debut, I am the fun blame monster, de su capacidad para crear ambientes sugerentes desde los parámetros heredados del pop de Talk Talk o Modest Mouse, pero su sucesor le supera ampliamente: un sonido orgánico, que ingenia estructuras complejas y adictivas, es la clave, una espiral de recovecos fascinante donde dibujos de piano, apuntes de órgano y trazos de saxo, se funden naturalmente. Su concepción deja en pañales el manido corta-pega artificial de otros artistas que encorseta el resultado final. Aquí todo palpita gracias a una amalgama de ritmo inquieta que construye un todo versátil y trepidante.
Las baterías nítidas y vivas del arranque con “Muscle’N Flo” ya avisan de que nos encontramos ante un trabajo mimado, elaborado, y, ahí radica su encanto, sutil; vamos, como unos Flaming Lips sin aspavientos ni histrionismo. Menomena suenan delicados –en “Wet & Rusting” más que Midlake-, emotivos –“Rotten hell” no elude la capacidad de crear canciones conmovedoras por encima de la forma-, ensoñadores –“Evil bee” parece sacada de la cabeza de Donnie Darko-, o radiables –en un mundo ideal “Weird” sonaría en cualquier emisora- pero lo que siempre destilan es imaginación, una imaginación plagada de detalles que requieren numerosas escuchas para disfrutarlos de pleno.
Uno de los grupos, con el permiso de Arcade fire, más personales de la década y con visos de hacer de su mundo un referente musical futuro, si no lo es ya.