Metallica & San Francisco Symphony – S&M2
Lo mejor que se puede decir de la película-concierto de Metallica es que sobra la orquesta sinfónica de San Francisco. Y esto no es ningún agravio para el fenomenal colectivo de músicos y dirección que acompaña a la leyenda del metal, ni mucho menos. Lo que quiero significar con esta afirmación es el extraordinario momento de forma que lucen los cuatro jinetes sobre el espectacular escenario del Chase Center.
Parece mentira que visto lo visto en la pantalla grande hace pocos días recibiéramos la triste noticia del ingreso por parte de James Hetfield de nuevo en un programa de rehabilitación de adicciones con el inevitable anuncio de supresión de gira por parte de la banda.
Pero volvamos a tan estelar acontecimiento llevado a las salas de cine. La excusa era celebrar el 20º aniversario de los conciertos S&M y del álbum del mismo nombre grabado junto a la Orquesta Sinfónica de San Francisco. Hasta ahí podríamos decir que nos encontramos ante un mero ejercicio de revival. Nada más lejos de la realidad.
Para empezar, el repertorio está debidamente actualizado con temas destacados de sus dos más celebradas obras contemporáneas, Hardwired… to Self?Destruct (16) y Death Magnetic (08), del que destaca una intensa “The Day That Never Comes”. Otras sorpresas en cuanto a repertorio, más allá de interpretar temas de toda su extensa discografía sin omisión alguna, radica en la épica apertura con la instrumental “The call of Ktulu” y una sobresaliente toma del tema que cerraba un cada vez más apetecible en su revisión Load (96), “The outlaw torn”, con todas las señas de identidad grunge que Metallica absorbió por aquellos años, especialmente de parte de Alice in Chains.
En cuanto al maridaje de orquesta y banda, decir que en ocasiones funciona y en otras la primera se muestra especialmente invasiva, poco sutil, vaya, subrayando en demasía el recorrido sonoro de unas canciones más que de sobra capaces de valerse por sí mismas como cualquiera sabe, si bien el auténtico desafío y justificación del nuevo-viejo experimento no deja de ser otro que el de intentarlo sin añadir estridencia. Entre los mejores hermanamientos cabe destacar el último tramo del show con un imperial “Master of puppets”, un sentido –pese a lo manido- “Nothing else matters” y un poderoso a la par que efectivo “Enter sandman” como colofón a la velada.
Otro momento entrañable y bonito fue el homenaje rendido al añorado Cliff Burton con la interpretación al contrabajo eléctrico por parte del músico Scott Pingel rescatando de la memoria de los tiempos el personalísimo “(Anesthesia) Pulling Teeth”.
Otro paso en cierta forma tan anecdótico como palmario de que Metallica siempre fue y será la banda que ha escrito con letras de oro la historia del metal de los últimos 30 y pico años sin atisbo de duda.
Anecdótico. Aún así merece la pena