Muse (Wanda Metropolitano) Madrid 26/07/2019
Muse cierra su gira europea en Madrid convenciendo a fieles, ateos y agnósticos. En un concierto que se convirtió desde el primer tema en la experiencia futurista más inmersiva jamás producida sobre un escenario, Matt Bellamy y compañía sacaron todos sus fantasmas a pasear en una exhibición musical, visual y enérgica.
Desde el primer tridente gladiador con “Algorithm”, “Pressure” y “Psycho” ya tenían saltando al público de pista, grada y palco. Las cuidadas versiones en directo de temas extraídos de su último álbum como “Propaganda”, “Break It To Me”, “The Dark Side” y la gospel “Dig Down” fueron recibidos con entusiasmo pero en realidad todo el setlist se adaptó perfectamente a la temática de realidad virtual sometida que funciona como eje principal de su octavo LP.
Las cámaras y sus operarios corrían por el escenario para rodar el concierto en modo realidad virtual. Un recurso que favorece más a los que les ven desde casa que al público de pista, ya que muchas veces resultaba molesto el paso de pértigas y equipo técnico. Pero Muse supo compensar las molestias cinematográficas con el que posiblemente sea el mayor show que ha girado este año por el planeta.
Cada canción era un episodio muy definido de ciencia ficción. En esta serie veíamos a un grupo de personas colgando del techo con trajes anti radiactivos, a una pareja dentro de un esqueleto robótico al más puro estilo Alien, al bajista Chris Wolstenholme y al batería Dominic Howard golpeando unos tambores gigantes a dos manos, y a Bellamy mirando a cámara con la letra de la maravillosa “Madness” proyectándose en sus gafas o cantándole a una calavera plateada como si se tratara de un Hamlet del siglo XXI.
Uno de los momentos más esperados de la noche fue ver a la gigante criatura que apareció desde la parte trasera del escenario durante “Stockholm Syndrome”. Con esta bestia intimidando a los asistentes y amenazando la integridad de los músicos, Muse tiró de popurrí energético con “Assassin”, “Reapears”, “The Handler” y “New Born”, momento en el que el líder de la banda jugueteó antes del deseado riff como si se le hubiera gripado la guitarra ante el divertimiento del entregado público madrileño.
Matthew Bellamy se detiene en la pasarela flotando con su guitarra distorsionada y es poesía. Nadie lo hace como ellos. Este impresionante show nos sumerge a todos en una carretera hacia un futuro distópico pero increíblemente divertido. Es el día del juicio final con esa nave en la que parece convertirse el escenario como vía de escape de un mundo que oprime, asfixia y desespera.
Muse da un paso más en su directo y se mantienen en esa monarquía reducida de bandas que reinan sobre las macro actuaciones en estadios. La otra buena noticia es que Bellamy recupera su golpe más punk y vuelve a destruir su guitarra atravesando con ella el amplificador tras alcanzar el culmen final de una obra realizada de forma sublime. Chapó.
Fotos: Live Nation
Fue un puto espectáculo. Muy grande. El sonido regular desde las primeras filas
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