Neil Young – Rock In Rio (Arganda del Rey (Madrid))
Como única fecha española dentro de su actual gira europea, el escurridizo músico aceptó la propuesta del publicitadísimo festival Rock in Rio. Una vez salvadas las variopintas carpas de patrocinadores y, en la mayoría de los casos, ridículas actividades paralelas del evento, se llegaba al colosal escenario principal, donde los seguidores del canadiense iban ocupando sin demasiado problema los huecos que dejaba el público del anodino Manolo García.
A las doce y media, con camisa blanca y pantalones convenientemente manchados de pintura, el canadiense tomaba el escenario, encabezando una Electric Band que comenzó con la intensa “Mr. Soul”, mientras que el primer gran clásico no tardó en caer en forma de una celebradísima “Cinnamon Girl”. Hubiese sido bienvenido un mayor volumen a lo largo de toda la actuación, sobre todo cuando el veterano cantante cambió la guitarra eléctrica por la acústica (“The Needle and The Damage Done”) o el piano, resultando el sonido, en todo caso, cristalino y preciso, con músicos de perfección casi insultante en la ejecución, dando forma a los pasajes musicales del compositor, representados también por pinturas que se exponen a lo largo del concierto bajo la vigilancia de un gran tótem indio.
Un repertorio de ensueño que incluyó una arrolladora “Hey Hey, My My”, el bellísimo himno “Heart of Gold” o la evocadora “Spirit Road” de su último trabajo, con el ex Buffalo Springfield involucrado, rabioso y eléctrico, soltando fuego por la boca y exprimiendo las guitarras hasta hacerlas sangrar. “Words (Between the Lines of Age)” y una inenarrable interpretación de casi treinta minutos de “No Hidden Path”, parecían poner el punto final al concierto, hasta que una adaptación perfectamente engrasada del “A Day in the Life” de The Beatles, cerraba, ahora sí, más de dos horas de sentimiento y sinceridad inolvidables.
Parco en palabras, únicamente saludó oficiosamente al comienzo y al final del concierto, acrecentando devoción y leyenda, en un encuadre que poco o nada tenía que ver con él, pero donde demostró igualmente por qué será eternamente el músico de oro…