Patrick Wolf – Sala Apolo (Barcelona)
Para celebrar sus diez años de carrera (¡diez ya desde su magnífico Lycantropy!) Patrick Wolf ha regrabado algunos de sus temas en un formato acústico, los ha lanzado en un disco doble que lleva por título Sundark and Riverlight, y con él bajo el brazo se ha embarcado en una gira de formato pequeño, también acústica y que le acerca a sus inicios, en que tocaba en medio de la calle con cualquier instrumento, o en fiestas, bares y pequeños tugurios. El domingo tocaba el turno de Barcelona, y la sala Apolo se llenó de sillas para recibir al geniecillo Wolf y acompañarle en su entrada a la madurez musical. A priori, quieto y sentado no es la mejor manera de disfrutar de un concierto de Patrick Wolf, pero en este nuevo formato del londinense, se antojaba la mejor opción.
Rodeado de instrumentos y acompañado de violín, acordeón y clarinete, Wolf no tuvo su noche. Y eso que empezó bien. Abrió con una bonita versión de «Time of my life», demostrando su poderío vocal, para luego encarar una emotiva «Overture», precedida de un speech sincero y conmovedor. Pero a partir de ahí el concierto se le fue de las manos: pausas infinitas entre canciones para afinar una guitarra tenor que no quería afinarse, desencuentros con sus músicos que se perdían ante sus salidas de ritmo (o de nota) y canciones que tenía que interrumpir por uno u otro motivo (como esa versión de «Into my arms» de Nick Cave que dejó a medias para volver a retomar sin demasiado acierto en su parte final).
Que sí, que «Hard times» sonó muy bien, con ese clarinete chirriante pero atractivo. Que «London» (tras explicarnos que está construida sobre los acordes con los que el Big Ben da las horas) la bordó. Que «Magic Position» fue de lo mejor de la noche. Que Patrick Wolf estuvo simpático y gracioso, afable y hasta tierno en sus largas introducciones de las canciones. Pero ¡qué demonios! aquello era un concierto y no un monólogo indie. El arpa sonó simplona, en su dúo con el violín se le escapó el tempo y le bailaron algunas notas y en ciertas partes del concierto a más de uno se le escapó algún bostezo. Cualquiera puede tener una mala noche, son cosas que pasan. Y si lo suples con encanto y acabas igualmente con el público en el bolsillo, pues perfecto. Pero si fue la primera vez que viste a Patrick Wolf en directo, te puedo asegurar que es capaz de muchísimo más.