Discos

Peace – In Love (Columbia)

Hypes: los necesitas, te necesitan. ¿Por qué los necesitas? Porque nada es para siempre, porque cuando algo te gusta, no tiene sentido plantearte si ya lo has oído antes, si durará más de un disco, si plagian más que cantan… Esos pequeños placeres pasajeros, muchas veces recompensan y mucho. ¿Por qué te necesitan? Porque sus quince minutos de gloria pasan antes de que te hayas dado cuenta, porque sin tus palabras de adoración desmedida muchas bandas disfrutables y efímeras  nunca hubieran existido más allá de sus cuatro paredes. Este año ya ha dado tiempo de machacar a Palma Violets, de mojar las sábanas con Haim, de imaginarse qué sería si CHVRCHES mantuvieran en su estreno en largo el nivel de sus singles o de ilusionarse con estos cuatro tipos de Birmingham. ¿Te acordarás de alguna de estas bandas en un par de años, o en un par de meses? Who knows… Mientras tanto, me río de los que pierden el tiempo criticándolos por su supuesta condición de producto con fecha de caducidad, o como si fuera culpa suya que el NME llene páginas con ellos anunciando the next big thing. Ellos se lo pierden.

Peace tienen que pagar ese peaje: son ingleses, tienen pinta de hipsters trasnochados, no se andan por las ramas ni en sus canciones ni mucho menos en sus letras, y desde luego no parecen precisamente unos intelectuales dispuestos a cambiar nada. Todo esto ya lo has leído muchas veces antes, de acuerdo, pero cuando acabas de escuchar su debut, precedido del estupendo EP Delicious (2012) del que rescatan su tema estrella, «California Daze», lo único que deseas es ser eternamente joven y comerte el mundo. Sus canciones son como enormes pompas de chicle, crecen y explotan en tus narices aunque sepas que quizás mañana habrán perdido la gracia.

Así, In Love (2013) resulta ser un debut ágil e infeccioso donde encontramos gotitas de grunge con vitamina pop («Follow Baby», single de adelanto y con un vídeo bastante «Song 2»),  inocencia juvenil  a lo Ash («Lovesick», «Toxic»),  referencias al sonido Madchester  («Waste of paint»), medios tiempos brillantes («California Daze», «Float Forever» -bastante calcadas en sus primeros compases, por cierto -), dianas certeras que laten con pulso decidido («Delicious», «Higher than the sun») y singles descarados («Wraith»). A ello le sumamos  una producción acertada con las guitarras en primer plano, siempre empujando este puñado de canciones surgidas de la efervescencia post-adolescente de cuatro chavales hartos de ver como el mundo se hunde a su alrededor.  El apoyo de una major como Columbia debería hacer el resto para que se oiga hablar de ellos día sí, día también, a lo largo de este 2013 y es que el haber facturado uno de los debuts más frescos de lo que llevamos de temporada, bien lo merece. Tal es así que sólo se me ocurre un pero:  el haberse dejado fuera una de sus mejores canciones, el single «Bloodshake» (presente en una edición especial en la que también brilla «Drain»), y que perfectamente podría haber reemplazado a la algo floja «Sugarstone».

Es el sello de marca británico, su capacidad para entregar productos de temporada con capacidad para alegrarte un duro invierno, un fin de semana o simplemente una fiesta, quién sabe. Peace tienen ese algo; sus melodías, aquí y ahora, son pegajosas y tiene eso que hace del pop algo necesario: capacidad de transportarte a un sitio mejor, de cambiar tu estado de ánimo, de relativizar problemas y alimentar de esperanza tu existencia, aunque solo sea por poco más de media hora. Mañana, Dios dirá…

 «She tastes like sunlight/ and she´s always gonna be there in the back of your mind / is there time to rewind? / were you born to live or born to die? / forget and forgive, there´s a place you can live» cantan en «California Daze», cierre inmejorable, mientras, tumbado bajo el sol, sueñas con olvidar aquello que quizás dejaste escapar para siempre y que no puedes sacar de tu cabeza.

 

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