Festivales

Primavera Sound – Parc del Fórum (Barcelona)

La pancarta que hace unos meses se desplegaba para anunciar a los Strokes como cabezas de cartel del Primavera Sound venía a confirmar la consumación de un hecho claro: el abrazo descarado del festival al sonido más comercial de la música… ¿independiente? Somos muchos los que hemos visto evolucionar el escenario ATP de ese espacio pequeñito y cómodo en el que echar las primeras horas de la tarde con bandas ruidosas y desconocidas, a un mamotreto en el que miles de personas se congregan desde primeras horas de la tarde del jueves.

No es culpa de nadie. Las cosas son así. ¿Por qué le vamos a negar al Primavera su derecho a crecer y hacer ciertas concesiones a su cartel, impensables hace solo 4 o 5 años? Por mucho que Alt-J, The Black Keys o los propios Strokes tengan poco empaque comparados con cabezas de cartel de años anteriores (las comparaciones son odiosas), luego resulta que sus conciertos se llenan hasta la bandera. Podríamos quejarnos, y argumentar que el festival está perdiendo su «esencia» (lo hicimos con otros, ¿no?). O podríamos encararlo positivamente y pensar que cuanto mejor le vaya al festival, más años de carteles con Babes in Toyland, Ride, The Replacements o Perfume Genius podremos disfrutar.

Mientras no desaparezcan esos nombres, hay esperanza.

Pero hay que reconocer que el cartel del decimoquinto aniversario del Primavera Sound ha sido el menos original de su historia. Clon de muchos otros festivales a lo largo del globo, este año el Primavera ha decidido apostar a lo grande pero arriesgar poco, dispuesto a convertirse en el próximo Coachella o el próximo Glastonbury. Rebajar la edad media del visitante y atraer público de otros países ha sido una de las consecuencias de este cartel. ¿O acaso ha sido el motivo? A saber qué fue antes, si el huevo o la gallina. En cualquier caso, doscientos conciertos en tres días da para que no haya dos personas que planifiquen el mismo festival y este ha sido el nuestro. La verdad, es un doloroso placer tener que descartar según qué.

MIÉRCOLES 27

Viet Cong (Sala Apolo)
La primera impresión es la que cuenta, y quizás por eso fueron Viet Cong los encargados de dar el disparo de salida a la nueva edición del festival junto a otros pocos elegidos en la fiesta de inicio en la Sala Apolo. Los canadienses lucieron su habitual habilidad en lo que a post-rock se refiere con momentos culminantes como las interpretaciones seguidas de «March of Progress» o «Continental Shelf». Un concierto que aunque no explosivo cumplió con lo esperado gracias a la buena base de seguridad que proporciona disponer de un material como el de su álbum homónimo.

JUEVES 28

Panda Bear

El primer concierto del programa oficial en el Parc del Fòrum fue para Panda Bear, pseudónimo del músico americano Noah Benjamin Lennox. Miembro fundador de Animal Collective, la estela de una de las bandas más influyentes dentro del género experimental fue evidente desde el primer segundo de su actuación. El de Baltimore creó de la nada una atmosfera psicodélica situado tras su pequeño laboratorio de sintetizadores y acompañándose de una larga pieza de vídeo arte que mezclaba cerezas, mujeres, animales y neones en bucles interminables conjugándose a la perfección con los tempos de cada tema. Quizás en algún momento la confianza en los citados vídeos fue demasiada; si como show audiovisual lo podríamos haber considerado brillante -jugando con el personaje del título del álbum y otros contenidos contínuamente y no solo ejerciendo de decoración- , como concierto la impresión final no fue tal. Una genial apertura con «You Can Count On Me», la excepcional «Boys Latin» y «Crosswords» marcó un efecto trance que se fue diluyendo a medida que avanzaba el concierto por una setlist no muy acertada en progresión -una segunda mitad mucho más aburrida que la primera- que optó por apostarlo todo a su último Panda Bear Meets The Grim Reaper (2015) omitiendo éxitos como «Mr Noah» e incluyendo sólo dos canciones de Tomboy (2011) en el repertorio.

Sun Kil Moon

Uno de los grandes aciertos de la programación del Primavera fue situar a Mark Kozelek -alias Red House Painters, alias Sun Kil Moon- en el recinto del auditorio. Lo cierto es que hubo alguna queja por lo poco que llegaba a las últimas filas, pero los que tuvimos la suerte de llegar temprano pudimos disfrutar de un Kozelek agresivo, enérgico y divertido. No les haría tanta gracia a los técnicos del lugar, pues no dudó en quejarse de cualquier elemento aleatorio que se le cruzara por el medio, pero entre el público sólo se oían carcajadas al son de sus anécdotas -aunque se negó a interpretar otra vez su polémica «War On Drugs: Suck My Cock», se metió con otra banda: «He conocido una chica muy guapa en el hotel esta mañana, me ha dicho que era tour manager y cuando le he preguntado por su banda me ha dicho Run The Jewels: mierda»-. El músico vió reducido su concierto a una setlist cortísima por la inclusión de tanto monólogo y la duración mayoritariamente extensa de su material y optó por omitir éxitos como «I Know It’s Pathetic But That Was The Greatest Night Of My Life» o «Dogs» para combinar temas anteriores con la presentación de hasta tres de su próximo álbum Universal Themes: «The Possum», «Ali/Spinks 2» y «This Is My First Day and I’m Indian and I Work at a Gas Station», que usó como clausura. Las tres demostraron con un giro hacia lo eléctrico que la agresividad del americano no es cosa del show únicamente sino que se trata de un estado traspasado plenamente a sus composiciones.

Mineral

Sólo dos álbumes completos, The Power Of Failing (1997) y EndSeranding (1998), han sido suficientes para coronar Mineral como una de las bandas emo más reputadas. Un público entregadísimo asistió a un correcto repaso por su discografía que no terminó de explotar en ningún momento pero que provocó locura a más de uno sobretodo durante la interpretación de aquellos temas más clásicos como «Gloria», que junto a «Five, Eight & Ten» abrió el concierto, o «Parking Lot», que fue la elegida para clausurarlo emotivamente.

The Replacements

En los inicios de su carrera, a los Replacements solían echarlos de los sitios en los que tocaban. Treinta y cinco años después, encabezan un festival con los mejores sitios de los escenarios principales reservados para VIPs. Paradojas que no oscurecen uno de los mejores conciertos del festival, puro ruido y melodía. Sin pausas, derrochando guitarras y urgencia, los de Minneapolis dieron un repaso a lo mejor de sus discografía, y a cualquier banda posterior que haya intentado mezclar punk y rock n roll.

Chet Faker

A pesar de que su disco de debut es una preciosidad, el concierto de Chet Faker ha sido uno de los más decepcionantes del Primavera Sound. Su actitud sobre el escenario lo acercaba más a una gala televisiva de una programa de talentos que a la exquisitez musical que se desprende de su disco. Impostado y con actitud de estar encantado de haberse conocido, el concierto sonó perfecto, pero esos truquitos de dj de pacotilla y ese aire a gala de programa de talentos diluyeron lo que podría haber sido uno de los conciertos del festival en un set simplón y facilongo.

Los Punsetes

Siempre que se lo puedan permitir (ya sea porque les han visto o no les gustan), no hay cosa mejor que saltarse una de las cabezas de cartel del festival, para marcharte a la otra esquina y ver a otro grupo interesante casi en la intimidad. Es la sensación de ir a cenar al restaurante más solicitado de una ciudad el día que su equipo juega la final de la Copa de Europa. El jueves lo pudimos hacer con Los Punsetes, perfecta alternativa para los manidos The Black Keys. En medio de un ambiente mayoritariamente nacional, los madrileños descargaron su arsenal de hits sin pausa y con la fuerza de una apisonadora. Me imagino que en el otro lado del Forum la gente enloqueció con Dan Auerbach y Patrick Carney. No creo que se lo pasaran ni la mitad de bien que los que vimos a Los Punsetes.

Tyler, the Creator

Cabe imaginar que después de que Tyler, The Creator dirigiera un par de anuncios -y un tercero censurado- de la bebida energética Mountain Dew la empresa le ofreció cobrar en especie; no hay otra explicación lógica para la estrambótica hora que duró su concierto. El que fue co-fundador del colectivo de rap independiente Odd Future corrió y brincó por el escenario mostrando indicios varios de no estar en sus cabales al lado de un buen compañero de locuras. Tras iniciar el repertorio con su ya clásico «Bitch Suck Dick», Tyler interpretó temas tanto de Goblin (2011) como de Wolf (2013) mezclados con lo nuevo de Cherrybomb, con un punto culminante previo a los clausurantes «48» y «Tamale» en «Fucking Young» y «Yonkers».

James Blake

Con una setlist parecida a la que ofreció en Apolo en su último paso por tierras barcelonesas, James Blake dotó el jueves de su propio final emotivo. Aunque no fue una actuación histórica y en su primera mitad casi pasó por aburrida, tirar de éxitos hacia el final («Overgrown», «Voyeur», «Retrograde» y «The Wilhelm Scream») acabo salvando un concierto que confirmó que los loops y matices de voz del británico lucen mejor en sala.

VIERNES 29

Cheatahs

Por un cambio en el horario a último momento, los asistentes al concierto gratuïto que Twerps ofrecía en Ciutadella en el marco del programa complementario Els Vermuts del Primavera se encontraron con que en su lugar tocaban Cheatahs. Una mezcla de rock y shoegaze muy accesible venida desde Londres amenizó el inicio de tarde a un público relajado y reducido.

Opatov

Si una de las gracias de los festivales es la posibilidad de descubrir nuevas bandas en los huecos entre grandes conciertos, el escenario Ray-Ban Unplugged parecía diseñado especialmente para esa función. Armados con un garage rock con toques oscuras y personalidad propia gracias en parte a la inclusión de una trompeta, energía a raudales y su debut Bacán (2015) bajo el brazo, el joven cuarteto de Cerdanyola, amparado por la familia Famèlic, hizo echar humo a los bafles del pequeño recinto y las zapatillas de los asistentes.

Ex Hex

Sin puestas en escena impactantes ni una enorme afluencia de público, la de Ex Hex fue una de las más disfrutables actuaciones de la edición de este año. Mary Timony liderando, una bestial Betsy Wright al bajo y Laura Harris en la batería derrocharon fuerza por todos lados defendiendo su álbum debut, Rips (2014). Aunque el apelativo de «female punk» se nos antoja siempre un poco forzado -al fin y al cabo nadie dice «male» nada-, viendo el enérgico espectáculo no dejaban de venir a la cabeza gente como The Runaways. Las americanas lo dieron todo con temazos como «I Don’t Wanna Lose», «Radio On» o «How you got that girl», casi todos coreados por el público, aunque brillaron especialmente durante la interpretación de la guerrera «New Kid» y la sensual «Outro».

Patti Smith

Acompañada por su banda delante de cientos de personas la mítica Patti Smith interpretó su álbum Horses (1975), ascendido ya a los altares de las leyendas del rock. Abriendo con el emblemático «Jesus died for somebody’s sins but not mine» de su famosa cover del «Gloria» de Them, Patti prosiguió con «Redondo Beach», «Birdland», «Free Money» y «Kimberly». Después de dedicar «Break It Up» a Jim Morrison y «Land» a Jimi Hendrix, dedicó «Elegie» a las personas que «amamos y perdimos». Un concierto no absento de reivindación social -varias fueron las ocasiones en que el público aplaudió un insulto al govierno- que terminó por todo lo alto con «Rock n Roll Nigger».

Ocellot

Desde el último Ocellot que escuchamos ha habido un cambio monumental en la banda, nuevo Jelly Beat (2015) de por medio. Con su habitual puesta en escena psicodélica y una habilidad despampanante para llevar al público y a ellos mismos a un colorido estado de goce, los cinco miembros de la banda llenaron el Ray-Ban Unplugged de su mezcla de lentejuelas y ritmos de chamán con el añadido de una revisitada importancia de lo eléctrico. Si Panda Bear había dejado a los que iban en busca de éxtasis a medias, digamos que Ocellot -no en vano relacionado a menudo con el sonido de Animal Collective- acabó la faena.

Sleater-Kinney

Otra de las resurrecciones de este año, aunque bien acompañada de un magnífico nuevo disco (No Cities to Love, 2015), ha sido la de Sleater-Kinney, por las que parecen no pasar los años, a vista de la energía que siguen empleando en sus directos. Riot grrrl en la edad de ser mylf que se transforma en un purísimo ejercicio de punk y actitud. En el repertorio, estrenos de su último trabajo, pero también mucho espacio para aquel magífico The Woods (2005). Aún me pitan los oídos recordando «The Fox».

Perfume Genius

Parecía difícil que el concierto de Perfume Genius no se perdiera en la absurda enormidad de su escenario. Su propuesta está llena de silencios. Silencios que, en un festival, es fácil que se pierdan. Pero Mike Hadreas ha dejado de ser el delicado y extravagante jovencito que se sienta al piano a expulsar sus demonios, para convertirse en un extravagante performer, sensible y vibrante, que lo llena todo. Incluso de silencio. En su nueva versión más electrónica, «Fool» o «My body» se convirtieron en apisonadoras, con Hadreas llegando a notas imposibles. En su versión anterior, más íntima y dolorosa, «Hood» o «Learning» conseguía hacernos aguantar la respiración y emocionar. Y cuando ya nos tenía comiendo de su mano, dejó caer esa bomba que es «Queen» para despedirse, salir del escenario y dejarnos ahí boquiabiertos, miserables, conmovidos y felices. Uno de los mejores conciertos de esta edición, eso seguro.

Belle and Sebastian

Que el último álbum de Belle and Sebastian, Girls in Peacetime Want to Dance (2015), flaquea por varios sitios no era ningún secreto. Aún así los alrededores del escenario ATP se llenaron de fans de una de las bandas más influyentes en lo que viene a ser el pop contemporáneo. El problema de las expectativas es que ayudan a la decepción: tras un par de interpretaciones de temas anteriores como «I’m A Cuckoo» o «Another Sunny Day» intercalados con otros nuevos, no fuí la única que decidió buscar alguna opción alternativa un poco aburrida con los de Glasgow, recatados en sus interpretaciones.

The Church

The Church también sufrieron el efecto Belle & Sebastian. Un concierto envidiable para muchos, pero que se difrutó más por el recuerdo de lo que eran que por lo que pasaba en el escenario en realidad. Después de un inicio prometedor con «Block» en el que parecía que los que fueron unos de los padres del rock progresivo estaban en plena forma la cosa se desvaneció un poco y ya no se recuperó hasta la esperada «Under the Milky Way».

Ride

Ride eran para muchos la excusa para no perderse el Primavera. Una resurrección justificada por la calidad que atesora un grupo que pasó, y sigue pasando, demasiado desapercibido. Versión britpop del mejor shoegaze de los noventa, no se puede resumir su concierto sin recurrir al tópico de las expectativas, que Andy Bell y los suyos desbordaron. Físicamente espléndidos, los de Oxford ofrecieron un inmejorable grandes éxitos donde faltaron pocas de sus mejores canciones. El sonido fue sencillamente perfecto, permitiendo disfrutar sin mácula de la orgia de ruido en la que Ride convirtió el Escenario Primavera.

Ariel Pink

Ariel Pink era uno de los valores seguros del programa después de los únanimes elogios a su nuevo trabajo Pom Pom (2014), el primero sin su extensión Haunted Grafitti. Una mezclolanza loquísima de glam rock con soul y electrónica dejó boquiabiertos a todos tanto con sus irónicas canciones como con su puesta en escena. Ataviado con un mono azul que poco dejaba a la imaginación y con un batería que no dudó en quedarse en bikini para encarnar a la bailarina de «Black Ballerina», pocos temas se pueden destacar de un concierto que fue redondo pese a una acústica bastante lamentable para un festival de primera categoría, que hizo que los rápidos riffs de «White Freckles» o «Not Enough Violence» se fusionaran en una masa ruidosa uniforme.

Alt-J

Que Alt-J son una de las bandas más prometedoras de los últimos años, es innegable. Uno puede criticar su tendencia a disfrazar de arty lo que en realidad es puro pop-folk electrónico, o bien puede abrazar sus melodías originales y sus arreglos preciosistas. Pero es un hecho que en menos de dos años han pasado de tocar en el BBK a las 6 de la tarde a encabezar festivales por toda Europa. De entonces a ahora han crecido en sonido y han crecido en espectáculo, y se presentaron sobre el escenario del Primavera Sound (primer lleno de la edición) con un espectacular despliegue visual y milimétrica puesta en escena. Desde que abrieron con «Hunger of the pine» hasta que cerraron con el efectivo estribillo de «Breezeblocks» («please don’t go, please don’t go» coreado por miles de personas), repasaron lo más brillante de sus dos discos con precisión de cirujano, ampliando los temas con un barniz épico con el que, a pesar de su serenidad sobre el escenario, consiguieron trasladar el abanico de sensibilidades de sus temas de forma apabullante: «Taro» o «Nara» sonaron emotivas y brillantes; «The Gospel Of John Hurt» y «Bloodflood II», oscuras y opresivas; «Fritzpleasure» y «Something good», luminosas y divertidas. Setenta y cinco minutos de emoción contenida y brillantez musical en un cocktail que funciona tanto en la intimidad de los auriculares como en la inmensidad de sus conciertos.

SÁBADO 30

Patti Smith

Si el concierto al aire libre del día anterior parecía haberle sentado a Patti Smith como anillo al dedo, lo que pasó el sábado en el auditorio acabó de redondear su paso por nuestros lares. Insistiendo en su curiosa mania de dedicar canciones a los personajes más variopintos, abrió con un tema para Juana de Arco; siguió con uno para su nieto; otro para Amy Winehouse; otro para el matemático John Nash; y claro, con tal carga emocional, Patti acabó olvidando parte de la letra de «Perfect Day», cover de Lou Reed que dedicó al mismo con lloro incluído. Por suerte, a parte de commovernos, la cantante demostró sus tablas llevándonos de ese estado de ánimo nostálgico a algo totalmente distinto con su famoso «Because The Night», durante el cual el público se levantó y corrió hacia el escenario para bailar más cerca de ella, que recibió amablemente aplausos y hasta algún obsequio en forma de escrito antes de acabar de poner la guinda en el pastel con el simbólico «People Have The Power».

Joan Miquel Oliver

Después de un irónico «tenemos aquí una pista de asfalto increíble» subrayando el vacío delante del escenario Ray Ban, el mallorquín Joan Miquel Oliver empezó uno de los conciertos más agradables del festival. Después de la disolución de Antònia Font que a más de uno y una rompió el corazón, el músico nos consuela con una nueva entrega de su espaciado trabajo –sólo disponía de dos álbumes, Surfistes a càmera lenta (2006) y Bombín Mallorquín (2009), al que ahora añade Pegasus (2015)-. Normalmente poco cabe esperar de un cantautor en directo más allá de un repaso correcto por sus canciones, pero el bueno de Joanmi hizo gala una vez más de su gracioso carisma sonriendo durante un tiempo físicamente imposible y con un rostro de satisfacción mayor a mayor dificultad del riff que interpretaba. Hubo momentos para lo dulce («Marès a Radial»), para lo brillante («Ecos d’Ambulàncies»), para los recuerdos («Dins un avió de paper», «Surfistes a Càmera Lenta») y para lo potente (una versión más rock de «Lego» con que sorprendió a todos al final). Bonito sería la palabra.

American Football

Aunque Patti Smith se lleva el Top 1 de conciertos emotivos, poco le faltó a American Football para robarle el puesto. Lo que tienen los tours de reunión es que basta con una interpretación correcta para commover al público: si en lugar de eso resulta que el susodicho regala una brillante, el éxito está asegurado. Con la casa de la portada de su único álbum homónimo, ya de 1999, como austero fondo, la banda de rock indie no perdió ni un tiempo de sus temas dando una de las mejores actuaciones a nivel musical del Primavera. Desde «The One With The Tamborine» hasta «Stay Home», nadie escapó de sumirse en un estado emo total.

Foxygen

Al lado de Foxygen, Ariel Pink quedó como un cuerdo cantautor. Delante de una multitud en uno de los escenarios principales del recinto, los de California entraron en escena de manera impactante con tres bailarinas que nunca podremos saber si estaban bajo el efecto de alguna sustancia a juzgar por su entrega y bailes imposibles. Lo de Foxygen no fue un concierto, fue un espectáculo –no para mal, aunque tampoco para bien del todo-: cambios de vestuario, un Sam France salvaje que no dudó en saltar en varias ocasiones a nivel de público para desasosiego de fotógrafos y personal de seguridad vario y discusiones ficticias desconcertaron a la mayoría mientras unos intentábamos decidir si su misterioso anuncio de separación es cierto o una locura más y otros encontrar sentido a un setlist que casi omitió la existencia de su último álbum …And Star Power (2014) en pro de su anterior We Are the 21st Century Ambassadors of Peace & Magic (2013) mientras incluían una corta cover del «Let it be» de The Beatles. El combo final «No Destruction» más «Everyone Needs Love», por suerte, funcionó a la perfección.

Mourn

Tras el éxito de su debut homónimo (2014) y la reciente salida a la luz de tres temas nuevos en el sencillo Gertrudis (2015), los jóvenes maresmencos -ni Jazz, ni Carla, ni Leia, ni Antonio han cumplido aún los veinte años- se comieron el escenario delante de los pocos asistentes que los eligieron pese al solape con Unknown Mortal Orchestra y The Strokes. Aunque en sus comentarios entre canción y canción perdían un poco de fuerza, sus interpretaciones tanto de hits como «Your Brain is Made of Candy» o «Otitis» como de, por ejemplo, el primer tema que les oímos en catalán, «Salvador», no tenían nada que envidiar –al contrario, ¡bastante que enseñar!- a muchas de las bandas con las que compartían cartel, con un clarísimo referente en Patti Smith.

Thee Oh Sees

Lo mejor del festival. Bueno, quizás no tanto, pero es difícil resistirse al recuerdo de la polivalente voz de John Dwyer, el bajo de Timothy Hellman y, por encima de todo, los dos baterías -¡qué dos baterías!-, Dan Rincon y Ryan Moutinho, golpeando sus platos en perfecta sincronización con una fuerza que hacía subir cada uno de los temas presentes en los álbumes a un nivel de inyección de adrenalina estratosférico. El público enloqueció ya desde los primeros acordes de «I Come From The Mountain»; despues de un «Tunnel Time» y «Poor Queen» más contenidos -este segundo perteneciente a su nuevo álbum Mutilator Defeated at Last (2015)- volvió a explotar con «The Dream» -en algún momento empezó el crowdsurfing y ya no cesó hasta el final-, y ya no paró de saltar y agitarse hasta el último «oldie but a goodie» como dijo Dwyer de la final «Destroyed Fortress Reappears». Mención aparte merecen las interpretaciones de la sexy «Toe Cutter / Thumb Buster» con lucimientos de guitarra y bajo y «Tidal Wave», donde Rincon y Moutinho bien podían confundirse con un ejército entero. Un concierto explosivo como pocos, de esos que te hacen recordar el sentido primigenio de la música en el mismo momento y varios días despues mediante agujetas.

The Strokes

The Strokes son una banda que despiertan pasiones. En ambos sentidos. Considerados como los impostores más grandes de los últimos años por unos o como los renovadores del rock n roll (ejem) por otros, lo cierto es que se hacía un poco raro verlos encabezar un festival de la envergadura del Primavera Sound sin un disco nuevo. Pero, eh, un concierto de grandes éxitos de The Strokes suena a priori decadente, pero una vez que te pones y caen del tirón «Is This It», «Reptilia», «Last Nite» y «Take It or Leave It» (una detrás de otra, ojo), la cosa pinta mejor. Desde luego tienen temas que rozan la vergüenza ajena (los nuevos que tocaron, como «Machu Picchu» o «All the time»), pero el resto del setlist fue excelente y convirtió lo que podría haber sido el desastre de la edición en un concierto divertidísimo de un hit detrás de otro. Para muestra, el bis con «The Modern Age», «Under Cover of Darkness», «Hard to Explain» y «New York City Cops». Bonito, ¿no? Sorprendentemente, gran concierto, incluso a pesar de la actitud pasota y desganada de la banda, que tocaron a la perfección pero parecía que no quería estar ahí.

Caribou

El peor fallo de organización de este año no fue el mal sonido en algún escenario, ni tan solo la llegada intermitente de los autobuses nocturnos; la pifia de la edición 2015 del Primavera Sound fue colocar a Caribou en el escenario Ray-Ban, colapsando totalmente el sitio por la afluencia imprevista (¿?) de gente. La masificación impidió a la mayoría distinguir el sonido electrónico del canadiense del de cualquier discoteca del centro a esas horas.

DOMINGO 31

The Saurs + Jambinai + Thee Oh Sees (Sala Apolo)

Un prometedor programa ofrecía Apolo como fiesta de clausura del festival: The Saurs, garage rock local; Jambinai, hardcore coreano; y Thee Oh Sees haciendo doblete después de su paso por el Fòrum. Mientras que The Saurs ofreció un directo al mismo nivel que su último Dry Finger -energía para dar y tomar con ecos a Black Lips, los compañeros de cartel Thee Oh Sees o Ty Segall- y Thee Oh Sees fueron el mejor final posible al festival –no nos quedamos a Fucked Up- repitiendo las maravillas del día anterior esta vez comprimidas en una sala donde en algún momento había más espontáneos en el escenario que camareros en la barra; Jambinai fue la gran sorpresa de la noche. En una línea muy This Will Destroy You o Godspeed You! Black Emperor, su post rock combinado con instrumentos tradicionales asiáticos implosionó de repente en una manera de ruido que sorprendió a todos.

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