Public Image Ltd. [PiL] (Shôko) Madrid 20/10/23
Welcome to Penge! disparaba ya metido en faena Mr. Lydon en la apertura del concierto de los padrinos del post-punk (o de uno de tantos, que esto de la paternidad es delicado) antes de sumergirse de lleno en lo que sería una lista de éxitos canónicos salpimentados con alguna de las últimas acciones perpetradas por unos Public Image Ltd. que mantienen el tipo y una madurada identidad, algo que ya hemos dicho es merecedor de tantos recordatorios como sean necesarios. Y es que no se atañe esa frase solo a su producción discográfica, ensalzada con su última adición End of World, sino también al buen estado de forma de su directo.
Lydon, que había abierto con esa casi obligada manía de soltar la novedad discográfica al inicio, se convirtió pronto en un enorme albatros, teatralizando en ese procellariiforme embutido bajo un atuendo que recordaba a todo el mundo que el art-punk siempre estuvo merodeando (y que para qué perderlo) ese enorme tema que es “Albatross”, un enunciado de paradigma post-punk que no pierde ripio en cada representación y que todavía llena de entusiasmo a la banda.
Pronto sonaron los acordes de “Being Stupid Again”, una buena base de la sección rítmica que incluso el bueno de Lu Edmonds se atrevió a disfrutar antes de desplegar ese buzuki eléctrico que aventuraba que el dub que se iba desplegando acabaría con ese otro gran himno que es “This Is Not a Love Song”, la gran primera comunidadcon un público disfrutón que abarrotaba la sala. El repaso retrospectivo tendría en “Poptones” una nueva descarga de bajo y cierta oscuridad. No obstante, cabe animar a descubrir la triste historia detrás de este tema y que puso quizá algo más serio a un Lydon que se animaba incluso a acompañar la narrativa con su gesticulación, comedida dentro de todo el histrionismo que suele desplegar.
La excelencia técnica se hizo fuerte en este primer bloque, al igual que el calor de la sala que se denunciaba también desde el escenario y que, nunca mejor dicho, dio sentido a esa inmensa “Death Disco”, aterrizada con un buen maridaje de efectos electrónicos y la contundencia del bajo de un Scott Firth que, como siempre, pareció sentirse cómodo dentro de esa ejecución casi académica y que contrasta con las espantajerías milimétricas de Lydon. Esa intensidad del final dejó de existir para dar paso a la solemnidad de “The Room I Am In”, un tema de cadencia distinta que en esta ocasión se escuchó con algún grito futbolero por el fondo y con la insistencia continua del tipo cuyo único objetivo de la noche era que Lydon parase el concierto para bajar a firmarle su libro.
La concentración de la banda venció a la estupidez y siguió con lo establecido sobre el papel, literal y también atesorado en su eterno clasificador, desplegando algunas maravillas instrumentales (en este caso, un contrabajo eléctrico) que se encargarían de dar forma a “Flowers of Romance”, ese paradigma de la experimentación que es capaz todavía de incorporar buzukis frotados con arcos, cierto fondo electrónico y ese tribalismo en la batería de un Bruce Smith que jamás abandona su esencia, la misma que desplegaba en The Pop Group y que, siempre que puede, aflora con PiL.
Para entonces, el calor hizo que Lydon, pidiendo permiso de antemano al respetable, comenzase a despojarse de su traje antes de adentrarse en una “Memories” que contó con el apoyo inducido del público y ese intento frustrado de aplaudir a la española al unísono. Pero nada que pudiera eclipsar esas líneas de bajo que seguían excelsas, o los oxidados acordes de Edmonds, siempre dando la talla.
“Car Chase” devolvió el concierto a la actualidad y certificó en la reacción del público que es el tema más pileano de su última entrega y que, si no supiésemos de antemano la fecha de publicación, podría entroncar esa idiosincrasia de grandes canciones que definieron el sonido de la banda. Para entonces, el público necesitaba poco más que los ritmos de un “The Body” algo reconducido al baile o de “Warriors”, temas ambos de la época tardochentera en la que ya pululaban tres cuartos de la formación actual, para conceder el beneplácito para entrar en esa dimensión algo freudiana de la regresión en la cabeza semirrapada de Lydon.
Esa parte, aquella que presenta el descontento y alenta la arenga y entre escupitajos y sonadas de mocos, acabó materializándose en “Shoom”, entre fuck offs y fuck yous de adolescencia sin ni siquiera tamizarlos al presente. Pero claro, no podría ser de otra forma, porque si no, no sería Lydon, ese mismo que lo mismo te propina un lapardo en la jeta como que tranquilamente cierra su cuaderno archivador donde lleva media vida escrita y al que recurre de vez en cuando antes de apartarse para descansar.
Hubo algo de curatorial en el repertorio elegido para esta gira, lo decía antes, pero si existió un punto claro de comunión con su historia fue el trío elegido para los bises, un bloque que continuó con la rabia y el acercamiento al público más ruidoso con el seminal “Public Image”; la aceptación del entonces futuro de la mano de la electrónica de Leftfield con una “Open Up” que, no obstante, se codeó más con la interpretación más guitarrera posible; y esa maravillosa “Rise” que, con la ayuda de las voces de acompañamiento de sus secuaces, Lydon todavía es capaz de rascar la nostalgia. Y es que fue ese mismo chute nostálgico el que condujo todo el concierto, con una implacabilidad técnica propia de músicos de carrera que demuestran que su compromiso con la marca y con su público no caduca y se renueva en cada ocasión.
Fotos Public Image Ltd. [PiL] : Fernando del Río
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Una crónica muy técnica, hacía mucho que no leía a alguien que sabe de lo que habla, yo no fui al concierto, no me atrevo a ir a ver a Pili, por qué no sé lo que me voy a encontrar pero me he hecho una idea de lo que se vivió y me hubiera gustado estar allí