Purple Weekend – Cine Abella y Sala Tropicana (León)
Lo que hace bueno al Purple Weekend es que va gente que le gusta la música y no los festivales. ¿Qué todos los domingos te pones el “Makin’ time” de The Creation? Pues ahí los tienes, reunidos para ti al igual que The Troggs, The Remains o los Box Tops. ¿Qué lo que te gusta es bailar y delinquir hasta las ocho de la mañana sin estar en un antro house? Pues un allnighter –el hermano salvaje del guateque– y como nuevo. Está clarísimo.
Viernes 6
El jueves The Creation abrieron por todo lo alto el VI Purple Weekend. Siguiendo con la estela de grupos recuperados para la ocasión, los ingleses que dieron nombre al sello de Alan McGee rebobinaron hasta 1966, luchando contra el tiempo –y la edad. Sí, tocaron “Makin’ time” y el guitarrista Eddie Philips volvió a rasgar su guitarra con un arco, que para algo fue el primero en hacerlo.
Los encargados de abrir el escenario del Abella en la tarde del viernes fueron Peter Colours, ibicencos ellos que dejaron claro donde estaban cerrando su set con “My Generation”, de The Who. Los alemanes Satelliters siguieron por el recorrido revival sin pena ni gloria, aunque se podía oler por ahí un pasado garajero.
Los que sí le dieron bien al garaje y al punk y al rock anfetamínico fueron Neils Children, unos animalacos de la pérfida Albión que metieron caña y ritmo a la sala. No son The Hives o The Strokes, pero tampoco salen en la MTV. Además, sus peinados molan más. Para finalizar, Carrots, los cabezas de cartel nacionales, llegaron sin bajista, aunque con ganas de tocar. Lástima que al final las intenciones no correspondiesen con los resultados: una actuación floja en la que Willy al final reclamaba estupefacientes para poder continuar.
Solarflares abrieron noche en la Sala Tropicana. Los herederos de los míticos The Prisoners –Graham Day sigue de vocalista y a la guitarra– siguen en la estela 60’s, con una brutal mezcla de garaje, surf, beat y estilos de la época. Ahora también hay influencias de bandas sonoras (“Girl in a briefcase”), nuevas versiones (“Hold on”, de Ruppert’s People) y un toque de peligro materializado en un Day desbocado que rompe cuerdas, tira la guitarra al público o surfea encima de ella.
Pero lo más gordo que llegaba a León era The Jeevas, la nueva banda de Crispian Mills; sí, el de Kula Shaker, el grupo que en los 90 colmó las ilusiones de buena parte de los que miraban a los 60 y los 70. Todo nuevo proyecto genera dudas, pero The Jeevas las disiparon de un plumazo. Primero, porque dieron un concierto de órdago, rápido, no tan atmosférico como KS, aunque también tocó este palo. Segundo, por que son The Jeevas –muy buenas “Virginia”, “Once upon a time in America”, “She speaks”– y Kula Shaker al mismo tiempo –tocaron “Gokula”, “Grateful when yo’re dead”, “303”, “Into the deep” y “Hey dude”–. Y tercero, porque saben escoger las versiones: “You got my number” de The Undertones, “Hush” –delirio– de Joe South-Deep Purple y para finalizar, “Fire” –apocalipsis–, de Jimmy Hendrix. Muy bien. Las cosas más claras y más sentido del humor –apareció por ahí la banda sonora de Buffy Cazavampiros–.
Sábado 7
Creíamos que el día grande había pasado y aún quedaba alguna sorpresa. Magic bus venían de Leganés y tal vez sean ellos los autores de las pintadas de “Mods de Leganés” que pueblan tu ciudad. El caso es que sacaron un sitar, se marcaron la mítica “Mathar”, de Dave Pike y acabaron con fusilamiento a lo Doors. Strawberry smell, desde Francia, llegaban bailongos, con psicodelia Manchester de Charlatans en una mano y el Hammond de James Taylor Quartet en otra. Segunda versión de “Hush” –y sonaría otras tres veces en los allnighters– del festival.
Pero, et voila!, recién llegados de Japón aparecían Les Cappuccino, los más auténticos, los más bailados, los mejores, en definitiva, del festival. Con un look increíble y un Hammond a todo trapo lucharon contra los problemas de sonido y se ganaron al público. Rhytm’n blues, Brasil, pop de salón, soul bailable, Small faces… de todo. Ellas (bajo y Hammond), divinas y ellos (batería y guitarra), asombrosos. Tal vez por ello se nos quedó pequeña la actuación de The Loons, difícil mezcla de garaje y psicodelia no apta para no inicados. El look del vocalista Mike Stax, por encima incluso que el de Neils Children
La noche comenzó con Stoned Soul Picnin, otro grupo de Hammond (después del maravilloso atracón del año pasado con Brian Auger y Zoot Money, aún hay hambre de teclas). Correctos y bien planteados, nos recordaron a unos James Taylor Quartet menos ácidos. Muy buena la versión del “Sgt Peppers…” de Beatles. The Inmates, por su parte era la otra gran vieja gloria de este año. Y aunque a muchos no les hiciera mucha gracia su show –en algunos momentos más próximo al rocker–, su propuesta abarcaba desde la Creedence… hasta el soul, pasando por los clásicos ritmos sesenteros.
Domingo 8
El domingo, sin conciertos nocturnos, era una buena ocasión para pasarse por la estupenda exposición de Robert Freeman, el fotógrafo de los Beatles y autor, entre otras, de las portadas de Rubber soul. Otras opciones eran visitar el mercadillo-retro o la muestra “Mondo Collage”. Radio one, herederos de Los Zoom llevaron la bandera del mod leonés y Fortune Tellers siguieron con el recorrido, que completaron Gurus y los suecos amantes de The Who, The Moving Sounds.
Frío, reencuentros, despedidas –entre ellas las del cine Abella y la mítica Sala Tropicana, que cierran– y mucha fiesta. Más gente que nunca y ambientazo en los allnighters. Dicen que es porque esto se acaba. Servidor no se resigna y cree que el trabajo de Alex y Elena es estupendo. Creo que no soy el único ¿verdad?