Entrevistas

Remate

Los discos no son cortos ni largos por su minutaje, sino porque su historia se cuente en el tiempo justo o no

Siempre inquieto y con las ganas de explorar intactas, Fernando Martínez de la Serna, más conocido como Remate, vuelve a la carga con un nuevo disco, Nelson es perfecto, con el que, fiel a su estilo, vuelve a experimentar nuevos sonidos y sensaciones. Aprovechando la ocasión, entrevistamos al músico madrileño que nos cuenta los detalles más interesantes de su nuevo trabajo.
 
De entrada llama mucho la atención un título tan categórico como «Nelson es Perfecto». ¿Existe Nelson y es tal su condición?
 
Es mi hijo, de año y medio. Y sí.
 
Con este disco inauguras tu propio sello y según parece de ahora en adelante tienes previsto grabar en él toda tu música. ¿También te ves con ganas de sacar adelante discos de otra gente o has creado tu sello con el fin de ahorrarte dolores de cabeza?
 
Mi sello, Relámpago, es exclusivamente para mi música. Después de una década publicando discos, una de las cosas que tenía más claras era la de controlar todo el proceso de mi música, y el sello es parte clave en esa dirección. Con mucha ilusión. Pero independientemente de esta reflexión personal lo «importante» es el contenido, siempre, no el sello ni cosas así. Aunque en este caso, de ahora en adelante, además de la música gestiono mi presencia en el mercado.
 
El logo de tu sello encajaría perfectamente con el que un superhéroe se adjudicaría para sí mismo. De hecho es muy parecido al de Flash. ¿Qué es lo que simboliza para ti?
 
Ciencia ficción sin efectos especiales. «Está entre nosotros».
 
Después de las primeras escuchas de «Nelson es Perfecto»  llama la atención el tono profundamente intimista de tus letras, incluso se intuye una ventana abierta a tu vida personal. ¿Notas ese cambio respecto a discos anteriores donde las temáticas no ahondaban tanto en tu mundo privado?
 
Seguro. Pero sin ningún ánimo realista ni hiperrealista ni purgador ni confesional, sino quizá como una voz en off de cosas extraordinarias de mi vida (y lo de «mi vida» es un decir: fotos translúcidas de mis cosas, pero no transparentes).
 
Quizás sea una manía persecutoria personal pero parece que todo el disco está a veces sobrevolado por el fantasma de «Sunday Morning» de la Velvet. Solamente en su estructura formal, para nada en su temática, claro. ¿Es una canción de la que podrías reconocer que le debes alguna influencia?
 
A mis 16 años la escuché como un millón de veces y desde entonces casi nunca. Pero antes de grabar y durante el proceso de componer el disco estuve inmerso en «Chelsea Girls» de Nico. Imbuido. Instrumentalmente y de sonido era mi principal guía. Me alegra que lo hayas intuido.
 

 
Para alguien tan prolífico como tú, ¿no te ha quedado algo corto el disco? Personalmente siempre defiendo que un disco debe estar limpio de rellenos pero es obvio que a muchos músicos les cuesta desechar su propio material.
 
Los discos no son cortos ni largos por su minutaje, sino porque su historia se cuente en el tiempo justo o no. Probablemente hay un dato de la grabación y mezcla del disco que resulte adecuado a esta pregunta: hay bastante más material grabado que he desechado del que al final forma el disco. No más canciones, nunca hubo más canciones pensadas para este disco, en un principio alguna más quizá pero ya en la grabación manejaba este número porque era lo que quería contar. Pero algunas canciones tenían muchas más pistas, arreglos, estaban recargadas. Y después de varias escuchas tuve (junto con Carlos Toronado, el productor) muy claro que el revelado de cada canción en algunos casos sería muy desnudo y en otros menos. Es la primera vez que he editado tanto material.
 
«Genio», una de las canciones del nuevo disco, me parece una nana excelente. ¿La escribiste con esa intención?
 
Muchas gracias. Me salió así, como dices, soy consciente, pero no la compuse con esa intención claramente. Fue un presentimiento.
 
¿Cómo fue el proceso de producción? ¿Recurriste a gente conocida o preferiste experimentar nuevas formas de trabajo?
 
Fue la gente de toda mi confianza, casi el mismo equipo que en «Una araña a punto de comerse una mosca». Pero el modo de trabajo sí fue algo muy premeditado y muy diferente, en cierto modo, o más extremo, que en todos mis otros discos. Convine con Toronado, quien estuvo muy de acuerdo, en contar a cada cual (batería, bajista, violinista…) sólo lo estrictamente necesario que considerábamos que debía saber con respecto a «su papel». Pero no todo «el guión», no sabían qué hacían los demás ni lo que hacía yo. Yo ya preveía que en algunas canciones iba a estar casi solo yo y otras serían más con banda, pero quería probar casi todas con todos y luego editar y montar. Fue difícil y sintomático, atractivo para unos y desconcertante para otros.
 
¿Has contado con colaboraciones en tu disco o has preferido focalizar en tu propia experiencia en esta ocasión?
 
Dicho así no hay colaboraciones entendidas de una forma de «artistas invitados» o así, pero desde el trabajo de producción hasta la última nota de cada instrumento es un trabajo en el que la implicación de todos es máxima, en especial del productor, Carlos Toronado, aunque las decisiones finales sean mías.
 
Hace poco te vimos compartiendo escenario Fernando Alfaro y David Rodríguez y unos meses atrás planeaste sacar un disco junto a Cuchillo, ¿prevés nuevas colaboraciones en el futuro o eso es algo que dejas a la providencia?
 
Hay alguna nueva en el horizonte,  pero es muy pronto para hablar de nada.
 
Muchas gracias por tu tiempo y mucha suerte con tu nuevo disco.
 
Muchas gracias a vosotros y felicidades por vuestro 15º aniversario.
 

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