Road To Rio Babel (La Caja Mágica) Madrid
El concierto de Green Day en Madrid se había disfrazado de festival de un solo día, gracias a la organización de Rio Babel, en un evento llamado Road to Rio Babel, un aperitivo, según propias palabras de la organización, para aguantar la espera para el festival. No nos engañemos, para la inmensa mayoría de los asistentes el resto de las bandas, eran meros acompañantes de la banda de punk más mainstream de la historia del rock and roll, aunque algunas de ellas tuvieran bagaje suficiente para atraer la atención de cualquiera que ame el punk en cualquiera de sus variantes.
Así, con algunos fans esperando desde la madrugada anterior al evento, la Caja Mágica abría sus puertas con largas filas para encarar las primeras horas de la jornada.
Las hermanas Coral Elliot, procedentes del sur de Reino Unido, nos esperaban en el segundo escenario del recinto. Maid of Ace son poseedoras de un soberbio y violento punk, con temas cortos y potentes. Ya habíamos disfrutado de su propuesta en directo el pasado verano en la Riviera, abriendo para otra banda presente en este festival; The Interrupters, así que su bestial concierto no nos pillaría desprevenidos.
“Stay Away”, “Hollywood Rain”, “Minimum Wage”, o “Monster”, son solo un ejemplo de temas que dispararon a todo aquel que se paraba en su escenario, mientras la gran mayoría iba a tomar puestos para las estrellas. Revitalizantes, frescas y repartiendo bofetadas de punk a cada segundo.
No era cuestión de perderse el concierto de sus amigos The Interrupters, la banda californiana siempre escoge a Maid of Ace para sus conciertos europeos. Los angelinos, siempre con la simpática cantante Aimee Allen al frente, decidieron no andarse por las ramas y apoderarse del escenario principal con su elegante ska-punk, que no está reñido con la fiesta.
Como suelen hacer, el pistoletazo de salida para su excelente concierto fue que sonase el “Tequila” de The Champs por monitores del escenario, calentando al personal para lo que venía. “Gave You Everything”, la primera con la que encararon su corto set gozó de un buen sonido, para enlazar rápidamente con dos piezas de ska total, como “A Friend Like Me” y “Title Holder”.
El cover de Bob Marley “Judge Not”, por lo popular, hizo saltar también a los menos conocedores de la banda californiana, que tampoco paraban de moverse por todo el escenario. Después de un repaso sudoroso a parte de su cancionero, se despidieron con uno de sus hits, el ya clásico y bailongo “She’s Kerosene”. De lo mejor que pudimos ver en ese escenario.
Incomprensiblemente la organización había puesto en un horario privilegiado al cantante Arnau Moreno, dejando que dos bandas internacionales actuasen a horas muy tempranas y con multitud de gente accediendo al recinto. Prueba de la equivocación es la merma de público en el mismo escenario, en el que anteriormente habían tocado Maid of Ace, llenando estas el mismo espacio.
El proyecto del productor y cantante catalán se hace llamar Emlan y decididamente es un batiburrillo musical que acaba perdiéndose en diferentes estilos, sin saber muy bien el oyente a qué se enfrenta al escuchar sus temas. Innegables influencias de El Canto del Loco, o de Pignoise se dan cita en una formación concebida para la búsqueda del éxito a toda costa.
Su puesta en escena – eso sí – fue de lo más original, convirtiendo el escenario en un skate park, con su skater haciendo piruetas y grafitis en directo.
Llegaban los suecos The Hives al escenario principal ataviados con sus nuevos trajes y puesta en escena, diseñada para la gira de su excelente último trabajo; The Death Of Randy Fitzsimmons (2023), para comenzar con la bestial “Bogus Operandi”, una canción que bien podría resumir toda su carrera, por lo rápida, sucia y potencialmente hit; y todo eso a la vez.
Sabedores de que estaban en un festival con gente de todo tipo, se soltaron de inmediato con otro de sus hits clásicos, “Main Offender”, para seguir con “Rigor Mortis Radio” y “Walk Idiot Walk”. Para este entonces el bueno de Pelle ya casi se había bajado del escenario, se había metido al público en el bolsillo y había presentado las credenciales que esgrime el quinteto en directo.
Pelle y los suyos son capaces de lo mejor, pero también de lo peor y a partir de ahí su concierto se convirtió en paradas interminables, charlas ídem de Pelle, gracietas sin sentido y todo lo que pueda llevar al traste un concierto de rock and roll. Nada que ver con la última visita que hicieron a Madrid, en la que desplegaron todo su potencial.
Pelle insistía en decir que ellos son la mejor banda de rock and roll del mundo y puede que sea así, sin embargo, eso ocurre cuando tocan sus canciones, no cuando no para de hablar ¡Qué alguien le diga que cierre la boca!
30s40s50s es el nuevo proyecto de David Otero (El Canto del Loco) y de esos polvos estos lodos. Él, junto a la cantante Bely Basarte y el guitarrista Tato Latorre, han realizado esta banda para dar rienda suelta a todos sus gustos musicales, en el que todo tiene cabida, siempre según sus palabras, por lo que explicaría la pérdida de foco en su propuesta final, sin un rumbo claro estilísticamente hablando.
Comparten sello discográfico con Emlan, lo cual también explicaría algunas cosas. Si su cancionero no propone muchas opciones que emocionen, bien es cierto que su directo goza de punch y un sonido compacto, que – sin duda – nace de su dilatada experiencia como músicos. Ni frio ni calor.
Si comentaba que el grueso de la gente había ido a ver a quien había ido a ver, a estas horas de la noche no cabía más que reafirmarse en esto. Los privilegiados que gozaban de la zona “front stage”, tan de moda en ciertos eventos, se agolpaban en las primeras filas con carteles, camisetas y toda la parafernalia que rodea a una banda de rock de estadio, que es lo que son ya Green Day. Si tienes la suma que cuesta esa entrada y – sobre todo – llegas a tiempo de adquirirla, gozas de tus ídolos relativamente cerca, si no: a verlos en una pantalla. El punk era esto.
Como crítica constructiva a la organización, quizás hubiera estado bien disponer de un par de pantallas grandes a cada lateral, sobre la mitad del recinto, en vez de una gigante apostada en mitad, que dificultaba la visión del escenario real. Esto dicho no solo por mí, por muchos de los asistentes también. Hubo además quejas del deficiente sonido en algunas partes del recinto, si bien es cierto que al principio e incluso hasta la mitad del espacio el sonido era magnifico.
La masificación de un recinto de estas características con 35.000 personas es lo que tiene, solo una semana antes habíamos estado en el Tomavistas sin ningún tipo de problemática similar. Quizás la música de masas se ha convertido irremediablemente en esto y estamos pidiendo peras al olmo.
Independientemente de las posibles pegas, en el plano estrictamente musical y de entretenimiento, Billy Joe, Mike y Tré Cool son una máquina perfectamente engrasada, capaz de hacer un concierto de casi dos horas y media, sin paradas, sin bajar el pistón ni la tensión en ni un solo minuto.
Los de Berkley se encuentran sumidos en la gira de conmemoración de dos de sus grandes discos, Dookie (1994) con el que conocieron la fama mundial y con el que dejaron de ser patrimonio de unos cuantos y American Idiot (2004) que no es su mejor trabajo, pero sí el más valiente en lo tocante a letras y planteamientos políticos y críticos.
Todo en un espectáculo de Green Day es como una opera rock, desde la salida del conejo (Drunk Bunny) arengando al personal de primeras filas – “You go, drunk bunny!” – pasando por la elección de los temas de intro: el “Bohemian Rhapsody” de Queen, el homenaje a los Ramones, o el mix de The Imperial March con “We Will Rock You”, hasta la coreografiada actuación de principio a fin. Quizás es que siempre han querido ser Queen y no lo sabíamos.
Comenzaban con “The American Dream Is Killing Me” su vuelta a las camisas de once varas y a la crítica a su país, de su reciente Saviors (2024 Reprise Records) para adentrarse inmediatamente en la interpretación por completo de Dookie, de principio a fin, respetando el orden de las canciones de la primera edición. Lo que restaría cualquier sorpresa, pero ¿a quién le importaba eso? si estábamos asistiendo al directo de uno de los discos intergeneracional que más gente ha unido.
“Wellcome to the Paradise”, “Basket Case”, “When I Come Around”, o “She”, volvieron a llevarnos a nuestra juventud, aunque solo fuera un rato, mientras padres e hijos vestían camisetas de la banda, convirtiendo el recinto en una feria de nostalgias y es que Green Day ya son los Kiss del punk, con sus fuegos artificiales, un avión sobrevolando el escenario, o la versión orquestada de “All by Myself” con un Tré Cool abandonando la batería para cobrar todo el protagonismo.
En “Know Your Enemy” subieron a una fan a cantar, tocaron “Look Ma, No Brains!” e hicieron el archiconocido riff de Black Sabbath, que la gente coreó hasta el desgañite, para dar la entrada a la segunda parte del concierto.
Una mano gigante con el corazón en forma de granada daba el aviso de que comenzaba el turno de American Idiot, cuyos momentos destacados estuvieron en “Letterbomb”, “She’s A Rebel”, o “Homecoming”.
Mención aparte e incluso su propia crónica merecería la realización por pantallas del concierto, única y exclusivamente con planos cerrados de los músicos y el escenario, sin un plano general que mostrase el escenario en su plenitud. De juzgado de guardia audiovisual.
Llegaba la despedida y solo ellos pueden hacerlo con algo que en cualquier otro show no hubiera tenido mucho sentido, atendiendo a que en el rock se suele acabar por lo más alto, pues no: llegan y se despachan con una canción acústica; “Good Riddance”.
Puede que para algunos el concierto de Green Day en Madrid fuese una experiencia agridulce. Si bien algunos puntos de la organización hubieran sido mejorables, el compromiso con los fans por parte de Green Day a la hora de dar un espectáculo inapelable y lleno de matices es inquebrantable. Y así es como los tres músicos de apoyo que acompañan, dos guitarristas y un teclista se esfumaron del escenario y los tres amigos se quedaron saludando a su pueblo llano, para seguidamente desaparecer, como si esas más de dos horas de show hubiesen sido un sueño para los que tuvieron la suerte de verlo en su plenitud.
La mayoría iba en dirección a la salida, pero aún quedaba tiempo para que los auténticos creyentes de la religión del punk rock se dieran cita en el segundo escenario para ver a los históricos Lagwagon. Joey Cape lleva al frente de la banda desde su formación en los noventa y es actualmente el único miembro de la formación original. Recordemos que en Lagwagon también estuvo Ken Stringfellow (The Posies. R.E.M, Big Star) y que son considerados unos referentes dentro del punk y el hardcore melódico californiano.
Así que allí estaba Joey Cape con sus muecas y poses que acostumbra a esgrimir en directo, disparando temas como: “Island of Shame”, “Dis´Chors”, o “Violins”, este último de su aclamado disco de 1994; Hoss (Fat Wreck Chords) con el que rozarían sus momentos de gloria. Seguro que este disco le suena a más de uno, con el actor Dan Blocker haciendo de Hoss Cartwright en la serie Bonanza.
Concierto sin fisuras y sin sorpresas el de Lagwagon, tocando su repertorio tan inmortal como repetitivo y que no se lea esto como algo negativo. Mientras nuestros pasos se dirigían al puente de salida de la Caja Mágica, íbamos escuchando “Beer Goggles”, con esa extraña sensación de haber dejado al más que parte de nuestras vidas en ciertos discos.
Fotos Road To Rio Babel: Fernando del Río