Royal Blood – La Riviera (Madrid)

Royal Blood han ido creciendo a pasos agigantados en términos de popularidad, desde que en agosto del año pasado publicasen un debut homónimo que alcanzó el número uno en Reino Unido. Un triunfo probado en la última edición del festival Dcode, donde su ubicación se quedó definitivamente pequeña ante la expectación generada por los británicos. Entonces Mike Kerr (bajo) y Ben Thatcher (batería) probaron su solvencia sobre el escenario, con una actuación tirando a austera que confirmó expectativas.

Seis meses después la pareja protagonista regresaba a Madrid reafirmada como artista revelación de infinitas posibilidades, con todo el papel vendido para su concierto en una sala de gran aforo como La Riviera. Metidos de lleno en el rol de estrellas emergentes, la dupla acompañó su actuación de una puesta en escena de lo más efectista, resultando tan ásperos y agresivos como en realidad irresistibles y adictivos. Junto a los fuegos de artificio el dúo confirmó también la solidez de su ejecución, además del impacto de buena parte de su repertorio. Los de Worthing se mueven con confianza creciente en su propio potencial, entre referentes como The White Stripes, The Black Keys, Queens Of The Stone Age y sobre todo Muse, con la épica de estadio trabajada por Mathew Bellamy y compañía cómo palpable ejemplo a seguir sobre las tablas. Una inteligente combinación de rock, garage y blues intencionadamente apta para todos los públicos, en una adaptación que garantiza el éxito de la fórmula.

Así el público resultó ganado de antemano o convencido a las primeras de cambio con el latigazo de “Come On Over”, confirmando una victoria a la que también ayudó la sucesiva retahíla de posturas y clichés del rock. Y todo a pesar de las incómodas y recreadas pausas entre tema y tema, capaces de romper la intensidad generada por el torrente eléctrico de la propia canción. En definitiva, poco más de setenta minutos de actuación que, sin embargo, evidenció lo bien que se lo han montado estos tipos a la hora de combinar talento (de limitado recorrido, eso sí) con convenientes aderezos, realzando su propuesta y enfocándola hacia lo que próximamente puede llegar a ser una conquista masiva.