Surfin’ Bichos (Sala La Paqui) Madrid 18/05/23

Los fans, esos son los peores”, decía Fernando Alfaro off the record en una entrevista que le realizó mi compañero Manuel Pinazo con motivo del lanzamiento de algún material nuevo al hilo de una serie de preguntas que había añadido yo a dicha entrevista en referencia a las nuevas canciones.

Fernando se refería a que, lejos de periodismos musicales y mierdas varias, quien lleva tatuado en la piel lo que significa para él emocionalmente la carrera de un músico y su impronta en el discurrir de su existencia es el peor en cuanto a que va a ser el más exigente. Y, claro, por supuesto que soy fan. Ni periodista musical, ni pollas en vinagre.

Pues era ese mismo fan, el que se tumbó en la cama de su habitación mirando fijamente el techo obnubilado mientras escuchaba por primera vez el Tejido de Felicidad (99) de Chucho, comprado en una tienda de la calle del Pez, sintiendo lo enamorado que estaba en ese momento y cómo jamás un disco había escrito un homenaje al amor tan grande. También era el fan corrió emocionado con su novia como dos chavalillos al backstage de la extinta Sala Arena a que todos los Mercromina les firmasen en la ilustración de los exploradores el libreto de Desde la Montaña más alta del Mundo, cada uno de ellos debajo de su propio dibujo. Era ese mismo fan, sí, el que tenía todos los recelos del mundo ante la llegada del nuevo material de Surfin’ Bichos.

Y es lógico que sea así porque uno no recuerda prácticamente ningún comeback con disco nuevo, la única manera honesta de regresar desde mi punto de vista, con resultados realmente excelsos. Y debo decir que Más Allá (23) el nuevo disco de los Surfin’ es más que digno. Es un buen disco, capaz de soportar al lado el peso de una discografía previa sin fisura alguna.

Tocaba disfrutar en directo de esas nuevas canciones en simbiosis con el legado clásico en una sala La Paqui que se fue llenando poco a poco de almas expectantes. El concierto comenzó como habitualmente han hecho desde su reunión inicial, con ese “Viaje de redención” que es casi un leitmotiv en su título de su nueva andadura. La canción sonó discreta, algo encorsetada y timorata, lo que podía hacerme presagiar una curiosidad que hasta el momento siempre me había ocurrido: la de que los conciertos de Chucho o de Mercromina siempre me habían parecido mejores que los que había presenciado de Surfin’ Bichos. Pues bien, esa noche, muy pronto esa percepción cambiaría de manera más que evidente.

Y es que desde que sonó el segundo tema, “Yo que te he visto”, la canción con un alma más jodidamente Surfin’ Bichos de todo el nuevo trabajo, el sonido y la actitud fueron cortantes como un cuchillo. El perro clavaba sus caninos en la carne con brío. Decididamente, había colmillo. A ello contribuyó una continuación asombrosa con “¿Qué clase de animal?”, poseedora de una tensión que siempre agita las entrañas por dentro con ese nervio constante. Las virtudes de Fotógrafo del Cielo (91), su mejor disco para quien les escribe, continuaron evidenciándose con el encadenado posterior de “Rifle de repetición”, una canción de esas pluscuamperfectas que Fernando es capaz de escribir casi sin darse ni cuenta.

Y es que nuestro capitán en alta mar estuvo tremendamente sereno y concentrado en la interpretación del cancionero, acompañado con esa base rítmica tan elástica como sólida a la par que forman José Manuel Mora y Carlos Cuevas, terminando de redondear el cuarteto un musicazo de la altura de Joaquín Pascual, siempre destacando en los detalles que pulen y hacen destacar esas canciones en vivo como el mejor Scottie Pippen posible.

Otra cosa que me encanta y que creo que suma es la sensación de cierto aislamiento constructivo entre los distintos miembros del grupo desde el escenario; sentir que cada uno está en su mundo y no es necesaria interacción alguna para que la alquimia funcione. Algo similar a lo que decía Eric Jiménez sobre Los Planetas en su primer libro, que odiaba a los músicos que se hacían miraditas y se lanzaban sonrisas mientras tocaban, que ellos tocaban al 100% metidos cada uno en su movida y sin mirarse ni a la cara. Actitudes que me parecen cojonudas y que son dignas de bandas legendarias, tradicionalmente de músicos como la copa de un pino, como pudiera ocurrir con Soundgarden o Héroes del Silencio.

Otro aspecto a destacar del show fue sin duda el repertorio, con rescates primerizos descomunales como “El Crujido del Cangrejo”, que la disfruté como un enano, precedida de una “Oración del desierto” que sonó gordísima, el momento más álgido de la noche sin duda, con unos Surfin’ más compactos que nunca.

Cómo no mencionar el bloque que más nos atacó directo al ventrículo y que conformó un entramado que comenzó con “Señales”, de largo la mejor canción de su nuevo disco, con una progresión in crescendo emocionantísima, a la que siguieron del tirón “Abrazo en un terremoto”, “Mis huesos son para ti” y, como colofón, “El final de una quimera”. Nudo en la garganta. Lágrimas. La vida en un segundo atravesando como una bala nuestro cráneo.

Con semejante despliegue, era lógico que ciertas canciones nuevas flaquearan en alguna ocasión, salvo con las excepciones indicadas y, también, con la emocionante llegada de Lea Leone -no pierdan de vista las canciones adelanto del que será su disco debut a publicar este año-, hija de Fernando Alfaro e Isabel León, que en este caso sustituiría a su madre a los coros cerrando así el círculo del Albacete Sound. De todas sus contribuciones, sonó especialmente bonita “Luz del Mediterráneo”. Todo esto antes de una traca final que abriría “Máquina que no para”, el fiero primer adelanto de lo que ha sido Más Allá, seguidas del empuje tan emocionante de “Mi Hermano carnal”, que sonó increíble, y de una celebradísima e inevitable “Fuerte” sembrando la histeria colectiva.

La guinda de todo esto la puso un segundo bis que abrió con el descomunal rescate de “Crisis”, en el primero ya había sorprendido una ralentizada e intensa “Gente abollada”, haciendo ambas brillar sobrehumanamente el legado de La Luz en tus entrañas (89), todo esto para terminar con ese pildorazo de pop desbocado que es “Efervescente”.

El viaje de pasión y muerte para salvarnos y salvarse ellos consigo, o viceversa, escribió ayer una página memorable.

Fotos Surfin’ Bichos: Manuel Pinazo

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