Conciertos

Santander Music Festival – Campa de le Magdalena (Santander)


Santander Music 2014 cerró con una asistencia de 20.983 en sus cuatro jornadas, un 41% más que el año pasado.
Con un carácter nacional, casi de orgullo patrio, arrancaba el Santander Music Festival su sexta edición. Un festival que ha ido mutando a lo largo de estas seis ediciones, convirtiéndose casi en un revulsivo para las decenas de festivales de verano, que con carácter eminentemente británico, pueblan el ocio de nuestra piel de toro. Arropados en la filosofía del menos es más, el Santander Music Festival cierra esta edición desnudando el concepto de festival de música hasta la última expresión, sus actuaciones se suceden en un solo escenario y el tiempo de cada bolo ligeramente superior a la media del resto de festivales. Algo que a priori pudiera parecer simplón por resultar una oferta bastante más austera en cuanto a número de grupos si lo comparamos con los grandes festivales como el Primavera Sound o el FIB, termina aportando al público casi lo mismo. Por muchos escenarios que tenga un festival, el tiempo es el que es y en la práctica todos sabemos que es imposible acudir a más de seis conciertos por jornada.

Y aquí el Santander Music Festival lo clava, un solo escenario principal, más un pequeño escenario satélite que programaba música de DJ´s rellenando los momentos de silencio del principal. Resultaba la ecuación perfecta y más que suficiente para un festival en el que sus 7.000 asistentes de media por noche, han hecho aumentar las cifras de asistencia en un 41% más que el año pasado, es decir 5.000 almas más que en la edición anterior, consolidando el festival como el nuevo Contempopranea del norte.

En cuanto a organización la única pega y tonta por lo fácil que resultaría solucionar, ha sido la de los baños, insuficientes. La cola de espera del baño de las chicas el sábado llegaba casi a la mitad del recinto, y el de los chicos desbordó literalmente, rebasando los urinarios de PVC convirtiendo aquello en una letrina más propia de Auschwitz que de un festival cántabro. Por lo demás, buen servicio en las bebidas, precios nada abusivos y un ambiente exento de contratiempos, lo que suele ser habitual en este tipo de eventos.

No se nos ocurre un lugar más espectacular para emplazar el festival, en la Campa de la Magdalena, rodeado de mar, a escasos metros de la playa con unas maravillosas vistas a la bahía. Todo un lujo con sabor y acento español, y además en pleno centro de la ciudad.
Por problemas de agenda fuimos incapaces de cumplir con la cita del jueves, en la que al parecer triunfaron Izal por encima del resto del cartel; tuvimos también dificultades para llegar desde Madrid en la jornada del viernes, pero salteando las tormentas que nos acompañaron todo el viaje y que finalmente perdonaron aguarle la fiesta al festival, pudimos llegar a tiempo para escuchar los primeros acordes de Love of Lesbian, uno de los protagonistas indiscutibles del viernes santanderino.
LOVE OF LESBIAN
Arrancaba el primer gran reclamo del viernes con los acordes del musical de El Fantasma de la Ópera, con un Santi Balmes disfrazado a medio camino entre los personajes de La Naranja Mecánica y el Joaquín Sabina del bombín. Que los catalanes han crecido sobre las tablas y que han curtido, diagnosticado y edificado su carrera en festivales de música es evidente, para bien y para mal. Encomiable es su actuación porque cumple con todos los clichés que se esperan de un grupo eminentemente festivalero.

Pero creo que ya han cruzado una línea roja, la del exceso. Su obsesión por el espectáculo convierte su concierto más en un show del Club de la Comedia que en un recital de música. Divertidos, divertidísimos. Pero es que después de concatenar tanto numerito seguido: crowdsurfing, tijeritas gigantes, porro gigante, animadora travesti con falda escocesa, me pongo de pie, me vuelvo a sentar… y los interminables monólogos de Santi terminando convirtiendo el bolo en un cabaret donde lo político y lo mundano se mezcla, dejando que las canciones no sean más que una divertida banda sonora al servicio del show, cuando la teoría musical manda lo contrario. De hecho no pararon de quejarse porque las pantallas de plasma que tenían preparadas fallaron durante todo el concierto, lo que para ellos era algo esencial. Para el público no tanto.

En alusión a las lluvias que habían llegado por la mañana el bueno de Balmes espetó al respetable «Si vuestras novias os dicen que hoy no están mojadas hacéroslo mirar» y parece que resultó como grito de guerra para que todos los que esperaban haciendo botellón en el exterior salieran a la carrera para entrar al recinto de conciertos. En definitiva, la fiesta quedaba inaugurada, para la música todavía tendríamos que esperar un poco.
ARCHIE BRONSON OUTFIT
Aunque sólo de manera casi testimonial, el núcleo duro y patrio del cartel del festival ha permitido que un grupo extranjero se colara en mitad de la programación de cada noche. Los del viernes fueron los británicos Archie Bronson Outfit que para este que escribe resultó la agradable sorpresa del cartel. ¿Sabéis de ese típico grupo que sólo conoces cuando haces los deberes del cartel de un festival y de repente pasa a ser uno de tus grupos favoritos? Pues tanta ilusión por la emoción del descubrimiento de un nuevo grupo pronto se vio truncada por el bajón al comprobar que su ruidismo guitarrero ni se intuía en directo ni se disfrutaba por culpa de una amalgama de sonidos que hizo que el poco público que se arremolinaba frente al escenario perdieran rápidamente el interés, a pesar, de que sus discos rezumen calidad por los cuatro costados.
Pero no hubo oportunidad de vislumbrar el rock guitarrero y sucio que suelen facturar los ingleses. Otra vez será, una pena que en su segunda visita al país, no hayan podido acaparar más titulares. Pero es que además jugaban en campo enemigo, ni su estilo, ni su idioma era el que el público estaba dispuesto a mimar más y si encima nos lo ponen difícil…
Menos mal que el intermedio con EME Dj resultó el colorín que todo el mundo esperaba para quitarse lo plomizo de la anterior actuación, dejando al público al punto de nieve para el bombazo pamplonica que llegaba a continuación.
EL COLUMPIO ASESINO
Los pamplonicas son el contrapunto absoluto al espectáculo onanístico de Love of Lesbian. Unos por exceso y otros por defecto. Apuestan por un espectáculo nada festivalero, con poca o ninguna fijación en meter sus temas más conocidos dentro del setlist, con la sola excepción y obligatoria parada de «Toro», la canción que todos están esperando, y que por supuesto se convirtió en una de las grandes explosiones de celebración comunitaria del festival. Su apuesta canalla y obscurantista basada únicamente en su música, sin golpes de efecto, funciona para aquellos que acudimos con monóculo a los conciertos, pero puede resultar un tanto árida para todo aquellos otros que estaban allí únicamente para saltar a gritos con aquello de «nos vamos a Berlin».

Los que nos consideramos seguidores también agradeceríamos una nueva vuelta de tuerca en sus directos que empiezan a ser un copy paste de todos los anteriores, no nos importaría que desterraran de una vez por todas su versión del «Vamos» de los Pixies, o al menos replantearla por completo. Sin embargo en lo musical el gol de la noche lo metieron (por la escuadra pero lo metieron), gracias a unas enormes canciones y un estilo tan personal e inclasificable dentro del estandarizado panorama de la música española. Y en honor a la verdad, si los temas que guardan para la recta final, estuvieran más dispersos a lo largo de todo el concierto, los pamplonicas se hubieran llevado algún trofeo más a casa.
2 MANY DJS
Infalibles. Ignoro su caché, pero son el mejor crisol de la música electrónica de los últimos años y cobren lo que cobre, lo valen. Su manera de regurgitar el mainstream en piezas de puzzle, es un divertimento, manido y ya visto mil veces, pero igual de efectista y efectivo que el primer día. Desde el guiño a Chimo Bayo hasta la consabida reestructuración del «Kids» de MGMT. Todo un parque de atracciones que nos llevó sin darnos cuenta a altas horas de la madrugada. Como chiquillos en un parque de bolas. Vendrán los puristas a decirme que esto no es flamenco (pues no, no es electrónica de la buena chaval) pero es usar la electrónica para crear con retazos un collage tan colorido y juerguista que pocos se pueden rendir ante él, sino que se lo digan a los camareros que algunos dancing se pegaron dentro de las barras. Un fin de fiesta que potenció aún más el concepto festivalero de este pequeño ídem.
Para terminar una canción folklórica de la zona que hablaba del Sardinero y que con tanto público local se convirtió en el hitazo de la noche, Dios Baco mediante.
La asistencia de público en la tercera jornada del festival, se encumbró con el premio a la más numerosa de todas. Nada que temer para un recinto que aún podría absorber algunas pocas de personas más sin restar comodidad (problema de los baños aparte). Con un ojo en el recinto de conciertos y otro puesto en las nubes, la jornada de clausura también terminó con premio a la de mayor calidad. Esto que sigue es lo que vimos y sentimos en este pequeño, cómodo y entrañable festival.
TEMPLETON
Los cántabros jugando en casa sinceramente se marcaron las canciones más bonitas del festival. Una brillante actuación, que acompañaba con sentimiento y delicadeza un pop edulcorado al que no le falta esa chispa inspiradora como de niños rebeldes jugando a ser buenos. Con los achaques propios de las actuaciones que se programan a estas horas tempranas, bien podrían Templeton considerarse como la banda fetiche del festival.

Una de esas formaciones que aunque suenen a nuevo en cada disco que sacan, no dejan de arrastrar la maleta de los años que llevan a cuestas ejerciendo como verdaderos artífices de música. Lejos del histrionismo, lo suyo es una apuesta por la templanza y la calidad, lejos de los algoritmos estereotipados sobre los que se construye mucha de la música independiente que se consume en los festivales hoy en día.
SIDONIE
Al frente de una bandera de Canadá, y con más miedo que ocho viejas a las tímidas gotas de lluvia que amenazaban por estropear lo idílico del momento, tras la estela melódica de Templeton aparecieron los catalanes Sidonie sobre el mismo escenario, envueltos en un sonido potente y derrochando simpatía bien entendida y comedida. Podríamos culpar a Sidonie de resultar aquí y ahora en pleno año 2014 un grupo random de los de su generación, pero no es menos cierto que antes que muchos ellos ya estaban aquí. Si al hablar de La Movida Madrileña, se nos vienen a la memoria tres o cuatro bandas consideradas hoy la bandera de la época, desde luego en las crónicas de esta época festivalera serán Sidonie los que tenga su capítulo propio. Y no sólo se alimentará su historia personal de discos y canciones, sino que sus directos serán otro de los granitos de arena que les habrá llevado a ese privilegiado lugar.

Y es que hacer disfrutar durante más de una hora a grupos de chavales completamente ajenos a la discografía de los barceloneses es un mérito reservado sólo a unos pocos, tal vez sea lo contagioso de sus estribillos, tal vez sea su poderosa presencia escénica, pero lo único cierto es que si eres de los que busca diversión y fascinación en un concierto de rock, con el pop de Sidonie quedarás más que satisfecho. Estuvieron muy hábiles, más que hábiles, en dar poco pábulo a las canciones de su último trabajo «Sierra y Canadá» y mimar sus dos anteriores  con gran cariño, «El fluido García» y «El incendio», cuyos sencillos fueron recibidos con más cariño e ilusión por parte de sus seguidores más fieles, de lo que estábamos rodeados por cierto.
GLASS ANIMAL
Que este festival podría llevar sin problemas la marca España lo determina el significativo descenso del público en las actuaciones de cualquier banda que no fueran nacional. Gran parte del público ha aprovechado las actuaciones de grupos foráneos para dedicarse a sus quehaceres. No nos engañemos, tampoco los problemas iniciales con el sonido ayudaron lo más mínimo a que los curiosos mantuvieran la atención más tiempo del necesario. Jugando fuera de casa, todo esto lo que hace es incrementar el desinterés.

Y es una pena porque sin embargo, no podemos decir que se tratara de ninguna china en el zapato de la programación, porque una vez puestos en faena pudimos descubrir que estos ingleses de Oxford con un debut calentito debajo del brazo, facturan una música a medio camino entre los últimos trabajos de la O´Connor y una fulgurante psicodelia noventera, que lejos de resultar acomodaticia, aligeraban alma y espíritu. Lástima que los dioses esta noche no se alinearan con ellos, porque material parecía que había suficiente como para subrayar a la banda como un perfecto grupo transición para la tormenta que estaba por llegar.
VETUSTA MORLA
Y con ellos llegaron las bajadas de pantalones de los que asisten a conciertos con monóculo, vale que también llegaron las letras copy paste de Radiohead, pero igualmente llegó el mejor concierto de los que hemos visto en este festival. Los tricantinos acumularon el mayor número de elogios del festival y además el mayor número de público. Con tres álbumes de estudio a sus espalda y voces asonantes y disonantes en contra y a favor Pucho y los suyos gritaron, entonaron, ensuciaron, bailaron y definitivamente enriquecieron el cartel de un festival, que no por ser los más vistos en TV (y en cualquier festival de verano que se precie) les quita ni un ápice de calidad. El gran cabeza de cartel, actuó como tal, con confianza y contundencia, las tablas ya desgastadas se veían en los truenos que salpicaban de las baquetas de El Indio, mientras que Pucho y su inconfundible timbre de voz contenían la algarabía desatada.

La Deriva es un álbum de consolidación, y su single «Golpe Maestro» es justo eso, un ídem, un tótem sobre el que basar no sólo su actual gira de conciertos, sino que a la vista de lo cuidado de su selección de canciones durante el recital, la dirección por la que parece (o debieran) que continuar su imparable carrera. Y ojo, que debo entonar el mea culpa, nunca les profesé admiración alguna, pero al rey lo que es del rey, y nadie lo supo hacer mejor, ni más bonito ni más grande en todo el festival. Sus comedidos comentarios, en cuantía que no en castigo, con aroma a indignación social, terminaron de dar la pátina de autenticidad que un grupo de esta envergadura necesita para sentar las bases de un futuro musical prometedor, porque evidentemente tras lo vivido esa noche, el presente ya es suyo.
SEXY SADIE
Pues ellos mismo lo dijeron, estamos pero ya no estamos. La reformada banda casi por penalti, con motivo de las celebraciones del aniversario del sello discográfico Subterfuge, se planteaba como un caramelito de despedida muy rico para dar por finalizado el festival, aunque tras la exitosa muestra de entusiasmo de Vetusta Morla por parte del público, al final el concierto de los mallorquines se quedó en una tibia despedida. Evidentemente gran parte del público joven que allí había no rumiaron las melodías de Sexy Sadie mientras luchaban con el acné, aunque lejos de resultar una reunión de estas tan habituales hoy en día por el interés te vuelvo a querer Andrés, lo que le falló en buen medida al concierto de los Sadie fue saberle tomar el pulso al ritmo del concierto. Y eso que por acaparar la atención del personal pronto enarbolaron la bandera de uno de sus temas más reconocibles «Someone Like You», en ocasiones esto puede resultar una perfecta táctica para retener al personal que se te resiste pero aquella fin de noche no fue el caso, y los acordes de los Sexy Sadie nos volvieron a sonar otra vez un poco lejanos, a pesar de volverles a tener de nuevo tan cerca.
Entre concierto y concierto en esta tercera jornada del sábado fue Miqui Puig quien cogió el testigo de Eme DJ a los platos del escenario satélite, y aunque podría decirse que el personalísimo estilo del catalán, no es apto para todos los públicos, su habilidad para colarnos temas de regusto setentero, salpicados con incontestables temazos de factura española, sí, otra vez marca España, como algún que otro tema de «La Casa Azul», convirtieron los intermedios entre las grandes actuaciones en la mejor idea que los organizadores de un festival hayan podido tener en mucho tiempo.

Al fin y al cabo es complicado encontrar una fórmula para tener ocupado a todo el mundo en un festival con un solo escenario. Chapeau!, que diría un francés.

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