Sr. Chinarro – Joy Eslava (Madrid)
Desde la publicación de El fuego amigo (05), la figura de Sr. Chinarro ha sido cuestionada por sus fieles seguidores. Han surgido dos bandos: unos que consideran que la presunta accesibilidad de sus últimos trabajos, ha hecho perder al sevillano personalidad, singularidad y creatividad; y otros que consideramos –me incluyo- que Antonio Luque pasa por un periodo entonado con una capacidad de hacer canciones redondas e inspiradas nunca vista. Los que apoyan la primera tesis supongo que miran de reojo un universo en expansión antes minúsculo y considerado coto privado de recuerdos de desván. Lo respeto, aunque alabar el malditismo y lo enrevesado –no negaré que la lírica de Luque es más terrenal hoy por hoy-, goza de un culto que flaco favor hace a los artistas de verdad.
La gélida noche de sábado, Sr. Chinarro mostró su mejor cara, antaño impensable. Seriedad, profesionalidad, solemnidad y cero amateurismo, fueron señas de la escuálida figura del andaluz, aún rígido en su nuevo rol –pese a sus brillantes comentarios no exentos de gracia, su semblante adusto convertía en impenetrable su caja de Pandora musical que abría ante nosotros-. Una mezcla de fascinación, respeto y corte me atoraban a escasos metros de la banda, no podía entender o sentir plenamente todas aquellas cosas que decía Luque y que, diablos, parecían tocarle muy dentro pese a no querer demostrarlo demasiado para mantenerse a cubierto.
La puesta en escena, actitud y músicos acompañantes callaron de una vez por todas las bocas que aún dudan de las actuaciones chinarras. Una sala entregada y un sonido más que digno ayudaron. Comenzó con la melancólica “El cabo de Trafalgar”, inmejorable arranque, y tras el rescate de “Estrenos TV”, desgranó lo más florido de sus tres obras recientes: “Tímidos”, “El peor poema”, “El gran poder” (¿su mejor canción?), “Del montón”, “San Antonio” o “Militar” mostraron rotundidad y confianza: Sr. Chinarro sonaban a banda y no a Antonio Luque, sus chistes, cuatro amigos y situaciones Spinal Tap, por mucho que pese a nostálgicos del descacharre.
“Los amores reñidos”, nerviosa y vigorosa, fue el broche a una primera parte del show recompensada con dos bises lustrosos cortesía de un agradecido y tenaz Luque. Clásicos recientes como “El rayo verde” o “Los ángeles” se mezclaron con el guiño de “Quiromántico”, la grata sorpresa del mejor retrato de la ruptura que es “El alfabeto morse” y fin de trayecto musculado con “Gitana”. Y, sí, faltó “Cero en gimnasia” y me quejo, no puedo esconder del todo el plumero yo tampoco.