Taylor Swift – Midnights (Republic Records)
Son tantas las cosas de las que se puede hablar sobre Midnights: las letras, los sonidos, lo que transmite cada canción del álbum. Y, sin embargo, tampoco quieres gritarlo a los cuatro vientos y prefieres reservarlo para ti mismo. Eso es Midnights, una medianoche trasnochando sobre la que deseas hablar, pero guardándote cosas para tu propia intimidad.
Midnights es el regreso de Taylor Swift tras su etapa folk y country, ya vista en los álbumes Evermore y Folklore. Ahora, la artista decide darle un toque indiepop muy minimalista al sonido, convirtiéndose en el álbum que aglutina el sonido más experimental. El disco se podría dividir en dos caras: una más blanca, con un sonido pop, quizás más simple y con melodías un poco más repetitivas – que a su vez funcionan a la perfección, como siempre lo han hecho en la discografía de Taylor – como “Anti-Hero”, “You’re On Your Own Kid”, o “Snow on the Beach”. Por otro lado, la experimentación en Midnights la vemos en esas voces procesadas que usa Taylor en “Labyrinth”, los sintetizadores de “Mastermind” o “Bejeweled” y los elementos que ha cogido del trap como los hihats de “Maroon”, que recuerdan a un sonido similar al de Lorde en Pure Heroine.
El concepto que acompaña Midnights es su propio nombre. Las 13 canciones del disco representan noches de insomnio que abren ese espacio en la cabeza de Taylor para reflexionar y adentrarse en ella misma. El sonido acompaña a esta atmósfera, pero las letras cumplen su labor a la perfección. La parte más obsesiva y caótica de la artista, en lo bueno y en lo malo, se refleja en cada una de las canciones. Tenemos reflexiones sobre el propio valor de una mujer en una relación con “Bejeweled”, el amor instantáneo y punzante que se da en la madurez, en “Maroon”, el sentimiento de estar débilmente enamorado en “Lavender Haze” o el contraataque público a su imagen como manipuladora y controladora en “Karma”.
La revista Rolling Stone ha considerado Midnights como “clásico instantáneo” y no es un mote alejado de lo que podría significar el álbum en la carrera de la artista. Aún sin arriesgarse demasiado en la formula pop que la acompaña, ha renovado y madurado su composición a un punto muy agradable de escuchar, siendo este tan personal y metafórico, pero a la vez tan fácil de identificarse que hace una obviedad la cantidad de escuchas que el disco ya tiene en plataformas digitales y los récords que está rompiendo.
Cuando acabas de escuchar Midnights, y termina esa invitación privada a su habitación que Taylor personalmente te ha enseñado, te quedas con las ganas de algo más experimental. Es su fórmula, su estilo, y lo sabe hacer a la perfección. Pero quizás es ahora el momento para un cambio más radical, que ponga en juego lo buena que ya todos sabemos que es.