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The Jayhawks – Paging Mr.Proust (Sham / Popstock!)

Parece evidente que algo se desata dentro de Gary Louris cada vez que ve desaparecer a lo lejos la espalda de Mark Olson. Lo podemos llamar ganas de demostrar algo, también quitarse un peso de encima, quizás ambas cosas a la vez. En cualquier caso, lo que está claro es que cada vez que Louris toma (o retoma) en solitario las riendas de los Jayhawks empiezan a bullir en su mente canciones eclécticas, desafiantes, ambiciosas. Ya ocurrió con Sound of Lies (1997), tras la primera partida de Olson, y ha vuelto a suceder con Paging Mr.Proust (2016) después de la segunda, y tras aquel interesante y apreciable intento de reverdecer viejos laureles que fue Mockingbird time (Rounder/Universal, 2011).

Además en este noveno álbum de Louris y los suyos se repite un tanto la estructura de aquel primer trabajo sin Olson: un grupo de canciones algo más continuistas, repleta de excelsas melodías y arreglos vocales marca de la casa, en la que encontramos deslumbrantes temas de una belleza que casi duele; un punto de inflexión representado por esa rareza genial que es “Ace”, y un segundo grupo algo más disperso, incluso experimental para lo que son los cánones de Jayhawks. En ese primer grupo destacan “Quiet corners & emtpy spaces”, que suena a clásico del grupo; “Lovers of the sun”, que recuerda a los Fleetwood Mac con Bob Welch, justo antes de que Buckingham y Nicks los catapultaran al estrellato mediático, o “Pretty roses in your hair”, una canción que respira preciosa ingenuidad por todos sus poros. En el segundo, merecen mención especial las rudas guitarras y la sorprendente capa de suciedad lo-fi que envuelve “Lost the summer” (y en menor medida, “Comeback kids”), el toque nuevaolero de “The dust of long-dead stars” y las referencias a los Wilco y los R.E.M. más experimentales, en las que quizás tenga que ver bastante la producción de Peter Buck. En realidad todas las canciones merecerían ser mencionadas y todas tienen momentos maravillosos, como la armónica que abre “Devil is in her eyes”, o la adorable fragilidad con la que arranca “I’ll be your key”.

Un disco que, en resumen, contiene clásicos instantáneos en el mejor estilo Jayhawks junto a temas en los que se aventuran hacia interesantes experimentos y algunos otros que, aparentemente sencillos y de una belleza simple, van creciendo con las escuchas a medida que se les encuentran las aristas y las inflexiones. No hay relleno ni desperdicio, y tampoco estamos ante un ejercicio de nostalgia o un intento de regresar a los días de gloria: Jayhawks es ahora una banda que, tal vez por primera vez en más de una década, mira principalmente hacia adelante.

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