The Saxophones – Eternity Bay (Full Time Hobby)
Una pareja pasea por la playa. Él lleva una guitarra, y parece que entona una melodía, o está a punto de hacerlo. A su lado, una mujer con vestido rojo lo mira-intuimos que lo mira, porque la perspectiva del fotograma solo revela ilusiones ópticas-, y también es posible que esté canturreando la tonada junto a él al unísono. Una bahía eterna. Sausade que se cuela por cada poro de nuestra piel.
Los personajes de esta instantánea de la portada son el matrimonio de Oakland que forman Alison Alderdice y Alexi Erenkov, y son una de esas preciosas franquicias que no debería pasar al limbo del olvido. Su pop está preñado de sutileza, de bellas armonías retro ensoñadoras. Sí, las comparaciones con Tindersticks son inevitables y/o evidentes si se quiere (cuando se habla de este tipo de pop de cámara se alude a la formación de Stuart Staples a las primeras de cambio), pero las resonancias de este precioso Eternity Bay (Full Time Hobby, 2020) podemos hallar los rastros de carmín de otros ilustres.
Los arreglos de saxo hacen volar por los aires, como fuegos artificiales en plena celebración junto al mar, “Lamplighter”, y la dúctil voz de Erenkov va dejando regueros de melancolía a lo Roy Orbison. Otras veces pintan lienzos impresionistas a la manera de unos Lambchop menos country como en “Forgot My Mantra -con sutiles arreglos de flauta-, o “Take My Fantasy” que es la quintaesencia del soft pop que deberían escuchar los enamorados en cada uno de sus amaneceres. También se pueden degustar píldoras de sonido Laurel Canyon –“Flower Spirit”-, y hasta desnudan la canción al extremo –“Eternity Bay”, “Living In Myth”- para entregárnoslas sin aditivos, tan solo con el olor que emana de su piel. Porque están canciones se oyen, se respiran, se huelen, se tocan. ¿Nostalgia? Sí. En tiempos de hipervínculos y ¿realidad? virtual parece que nos ahoguemos en ella. Paradojas de la sociedad.
Escucha The Saxophones – Eternity Bay