The Strokes – The New Abnormal (RCA/Sony)
Nada mejor que un estado de caos generalizado para recibir, cual bomba de relojería a punto de estallar, el nuevo trabajo de The Strokes, los neoyorquinos más icónicos que nos ha traído lo que llevamos de siglo XXI.
Alcanzado hace tiempo un estatus en el que lo de menos es cumplir una rutina, cuadrar unos plazos de tiempo o satisfacer nada más que su ego, con ellos nunca se sabe cuándo aparecerán pero sí es seguro sentir que no dejarán indiferente.
Tras dos entregas con momentos destacables, pero en general bastante prescindibles y con sabor a cumplir el trámite con su sello, como Angles (RCA, 2011) y Comedown Machine (RCA, 2013), y diversos proyectos paralelos con los que se han ido distrayendo todos estos años, los rumores y certezas se han ido precipitando en los últimos meses hasta desembocar en pleno estado de cuarentena con el disco que celebra la entrada en el club de los cuarenta de Julian Casablancas o Albert Hammond Jr.
Sin caer en el juego de pretender que su música impacte como lo hizo en los días de los ya clásicos Is This It (RCA, 2001) y Room On Fire (RCA, 2003), lo cierto es que el paso del tiempo ha ido perfilando en ellos una figura como imperfectos herederos del sonido desgarrado y crujiente de los ochenta tamizado sobre colchones de teclados, tirando de Talking Heads, Television, Blondie o XTC , cuyo espíritu reviven vibrantes y radiantes en la inicial “The Adults Are Talking”, que rememora hitos pretéritos, el estelar single “Brooklyn Bridge To Chorus”, o la sorprendente “Eternal Summer” con ese juego vocal incisivo y versátil en un número cargado de encanto plastificado que remite a los de David Byrne o a Psychedelic Furs, de los cuáles hacen suyo el patrón de “The Ghost in You”. Tampoco falta el guiño a Generation X con el indisimulado préstamo del “Dancing With Myself” de Billy Idol en el estupendo hit “Bad Decisions”, capaz de mirar de reojo a muchas bandas del llamado revival post-punk y adelantarlas por la derecha con su riff afilado en el estribillo y su línea atemporal en el desarrollo.
Prueba clara de la nula necesidad de caer en el estándar resulta ese templado adelanto que supuso “At The Door”, densa balada que remite por momentos, y gracias a sus arreglos escapistas y vaporosos, a unos Daft Punk de bolsillo. Produce Rick Rubin, pero poco parece importar, pues las canciones respiran la marca del grupo por los cuatro costados. También sigue intacto su olfato para redondear encantadores medios tiempos de trote perezoso, apoyados en las guitarras siempre brillantes de Hammond Jr. (“Selfless”, “Why Are Sundays So Depressing?”), con esas letras tan opacas de Casablancas que tan bien juegan al despiste.
Anecdótico resulta que se guarden para el final dos piezas más bien prescindibles que poco aportan al conjunto. Al final, la sensación que prevalece es la de que, probablemente, The Strokes nunca llegaron a ser lo que mucha gente esperaba, pero aún siguen siendo capaces de entregar discos tan divertidos y disfrutables como este notable The New Abnormal. Como si eso fuera poco.
Escucha The Strokes – The New Abnormal
Un gran disco. No me lo esperaba