The Warning (La Riviera) Madrid 04/04/24
“Somos tres hermanas de Monterrey, México, que nos encanta rockear”. En un momento casual de la actuación, sin ningún tipo de énfasis y casi con pudor y timidez, en contraste con su volcánico chorro de voz a la hora de atacar sus temas, Daniela Villarreal, cantante de The Warning, comunicó a una entregada parroquia este noble propósito. Y difícilmente, en su sencillez y frontalidad, un mensaje pudo definir mejor el meteorito que cayó anoche en la madrileña sala La Riviera. Estimuladas por un videojuego, progresivamente visibilizadas debido a internet y sus meritorias versiones de bandas como Guns N’ Roses o AC/DC y, tras ya componer su material, colocadas en primera plana gracias a sus giras como teloneras junto a pesos pesados como Muse o Foo Fighters, las tres hermanas que integran la banda han protagonizado una de las eclosiones recientes más notables y merecidas. Así, se esperaba esta gira con absoluta avidez entre sus fans y para cualquiera con sed de renovación, caras nuevas y potentes riffs.
Con una audiencia duplicada con respecto a la que congregaron el año pasado en su gira española, y a las puertas de tocar en el Mad Cool el próximo mes de julio, The Warning se encuentra en su indiscutible pico de popularidad. Pero no sólo eso, creativamente su ascensión no parece conocer límites. Así, si el fabuloso ERROR (22) ya supuso en su momento su cénit de inspiración, los adelantos filtrados de su inminente álbum (Keep Me Fed (24)), prometen, como mínimo, igualar el nivel. Una canción, en concreto, “Sick”, en su contundencia y abrasión, se perfila desde ya como uno de los temas del año dentro de este género. Y por si hubiera alguna duda sobre el despliegue escénico de la formación norteamericana, por si alguien intuyera imposible que la garra de los discos pudiera cristalizarse sobre las tablas, esa fue la elegida para abrir, defendida incluso con más ferocidad que en estudio. Obviamente, no tardó en desatarse la histeria, así como tampoco las suspicacias en esfumarse. Así, justo así, es como se abre un concierto.
De hecho, si algo cabe imputar a esta puesta en escena, es que la banda salió tan a matar, con una colección de canciones tan atinadas en la recta inicial (extraordinaria “Animosity”), que por momentos pareció que la munición podría agotarse antes de la cuenta. En concreto, aquello pareció abocado a bajar las revoluciones y el frenesí tras el clímax que supuso “Choke”, uno de sus singles más épicos y conmovedores, y donde por momentos Daniela pareció mutar en un androide; su manera de apabullar a los asistentes con su poderosísima voz, con empaque, gravedad y tintes casi aguardentosos impropios de una joven de 24 años, y su pasmosa pericia como guitarrista fue algo que se sintió como irreal, como algo ajeno a las limitaciones humanas. Si alguien tiene en un pedestal a Lzzy Hale, la fuerza de la naturaleza que pone la voz y las entrañas en Halestorm, y busca compañera para situar en su olimpo, aquí deberían encontrar a la principal candidata.
El concierto, admitamos, en efecto pareció normalizarse, bajar a la tierra, durante unos breves instantes de su tramo central, pero no tardó en recuperar el esplendor con uno de sus temas primerizos más certeros y a la vez inauditos en cuanto a estructura, con un maravilloso y creciente riff que Daniela atacó como si no hubiera un mañana, aunque para pocas bandas como ésta parece más garantizado. “Automatic Sun”, pieza inédita que integrará el citado próximo álbum y que la banda tuvo a bien presentar en primicia, fue otro lance destacado hasta llegar a “Error” y Disciple”, dos trallazos de perfil alto en su discografía y que volvieron a situar la actuación a un nivel altísimo y a confirmarla en unas coordenadas tan meridianamente claras como reivindicables: un despliegue de hard rock clásico, con muy gratificantes ramalazos de sonidos alternativos 90’s, especialmente a nivel de guitarras, sin ningún tipo de artificio, y atacado con tanto temperamento como corazón; una formación idónea para que cualquier chaval de quince años sienta el veneno de esta música inocularse irreversiblemente en su sangre y en su vida. Una estirpe de bandas prolífica y dominante hace treinta años y, por desgracia, en peligro de extinción en la actualidad.
“Narcisista”, uno de sus temas en castellano, y ya hacia el final, vio incluso elevadas sus prestaciones con respecto al estudio. Paulina, la batería, vivió su momento de gloria como cantante principal, y bordó el reto, sin dejar de aporrear con mucho talento su instrumento. Alejandra, por su parte, la bajista y miembro menor del grupo, también ofreció apoyo vocal puntual a Daniela durante el show y, si bien su puesta en escena fue algo menos llamativa que sus compañeras, sus virtudes en la maquinaria rítmica de las canciones también se notaron mucho. Así pues, tras haberse llevado por delante el escenario, el trío se despidió con “Evolve”, inmejorable cañonazo para dejar el mejor sabor de boca posible y la constatación de que, sin duda, son una de las mejores cosas que le han pasado últimamente al rock.
Conquer Divide, justo antes, fueron las elegidas para abrir fuego. Una banda también compuesta exclusivamente por mujeres, que aglutina varias nacionalidades en sus filas y que, pese a aproximarse a los terrenos del metal melódico y seguir mucho de sus patrones, cuenta con destellos muy claros de black metal y post-hardcore, en especial gracias a un pronunciadísimo contraste entre las partes melódicas y guturales. Este rasgo conduce a cierto desconcierto por momentos, y a una mezcolanza estilística dentro de la misma canción un poco chocante, pero lo cierto es que temas puntuales como “Chemicals” o “NEWHEAVEN” sonaron muy bien. Y demostraron, henchidas de entusiasmo, sin dejar de moverse, saltar y darlo todo, que van sobradas de pasión. Lo que, en general, distinguió a toda la noche, una velada a reivindicar y defender, una experiencia para no olvidar.