The White Stripes – Razzmatazz (Barcelona)
Tras dos años sin visitar la ciudad condal y la publicación del enorme Get behind me Satan, tal cantidad de expectación generada tenía su lógica, máxime si tenemos en cuenta que se trataba del único concierto que The White Stripes ofrecían en todo el territorio nacional tras su consagración mundial como grupo de masas a raíz de “Elephant”. Por eso la cosa empezó ya mal desde un principio, la elección de la sala. Entradas agotadas, reventa disparatada, aglomeraciones, bullicios, lipotimias y muy poca comodidad que se podrían haber evitado organizando el concierto en un pabellón polideportivo (el Vall d’Hebron por ejemplo). Si además el concierto empieza con más de una hora de retraso la gente empieza a ponerse nerviosa.
Cuando salieron a escenario sus hombres rojinegros con bombìn incluido parecía que pronto olvidaríamos todo lo anterior, la puesta en escena lujosa y elegante prometía al menos un concierto con un toque de distinción, aunque muchos asistentes solo vieran la silueta de Meg proyectada (casualmente) sobre una pared; y cuando por fin aparecieron ambos tan aparentemente dispuestos no cabria esperar dudas sobre lo que en teoría se nos vendría encima, sino que le pregunten al tipo con la camiseta de Los Suaves (¿?). Pero desgraciadamente no se nos vino nada encima a pesar de la constante voluntad de Meg aporreando bongos y batería entusiasta y animadamente, si Jack White (el 90% de White Stripes) no está muy por la labor mejor apaga y vámonos, justo lo que hicieron tras una escasa hora de concierto donde sonaron los mejores temas “Blue Orquid”, “Little Ghost” o “The Nurse” como si fueran los peores, con un sonido tan compactado que apenas se distinguían los matices que hacen de este peculiar binomio un punto y aparte dentro de la música actual, de hecho en algunos momentos hasta parecía más bien un concierto de cualquier grupo jeviata, y eso en un grupo que se distingue por sus “riffs perfectos, contundencia rítmica, calidad melódica y exotismo controlado” (Tiago Cotes dixit) no se puede tolerar -así como tampoco que la buena de Meg toque el piano con un solo dedo-.
Lástima que White Stripes, que en el estudio jamás han realizado ni una sola concesión, en directo, o al menos en su actuación en Barcelona, se arrastraran por su repertorio con más pena que gloria, dejando incluso al público (ejem) cantar “I just don’t know what to do with my self” en un bis ridículo de apenas tres temas, donde por no sonar, no sonó ni “Seven Nation Army” lo que provocó el lanzamiento de algunos vasos y botellas tras la salida (huída) de Jack y Meg. De vergüenza.