Tibidabo Live Festival – Tibidabo (Barcelona)
Era viernes y todo empezó como no debía haber empezado. Barcelona recibió el Tibidabo Live Festival de la peor manera, sí, con una intensa y desenfrenada lluvia que hizo cancelar las actuaciones de Rafael Berrio y Pet Fennec.
Las dudas entre los asistentes crecían, debido a la cancelación de los conciertos de la tarde. La lluvia escuchó los llantos de algunos e hizo una tregua que se extendió hasta el final de la jornada. Albert Cavalier fue el primero en dar el pistoletazo de salida al festival con una notable actuación aunque teñida ligeramente por el agua que bañaba al escaso público que se había atrevido llegar hasta el festival. The Young Wait le precedieron y lucharon contra viento y marea con su caña rockera habitual. Black Box Red y Niña Coyote eta Chico Tornado terminaron de caldear un ambiente reducido pero que iba aumentando poco a poco a medida que se acercaba la hora de Yo La Tengo.
Fue entonces cuando el rugido sensible y maduro de los de Nueva Jersey dejaron al público asombrado, haciendo gala de los temas clásicos pero dando ese hueco maravilloso al nuevo disco bajo el nombre Stuff like that there (2015, Matador Records) siendo testigos todos de un gran repertorio: las atracciones, los pocos niños y el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de que habían llegado y estaban ahí, teniendo al público maravillado bajo sus pies como ese arco iris que nace tras una gran tempestad. Temas como «You can have it all», «Big day coming», o «Automatic doom» fueron los que sobrecogieron gran parte del público que se dejaba llevar suavemente por la formación norteamericana.
Pero si ese fue el primer día, un tanto amargado por la lluvia y la indecisión, las prisas de un viernes por la tarde y demás problemas que te impiden a toda costa poder disfrutar de tus grupos favoritos, la segunda jornada culminó en una experiencia realmente destacable por todo lo alto. Coincidió con el sábado y los asistentes pudieron desinhibirse en las atracciones sin problema, viendo desde las alturas una Barcelona sobre la que se iba perdiendo su definición debido a la oscuridad que se iba apoderando de todos los habitantes pero de la que se podía ir divisando lentamente su silueta nocturna teñida por la iluminación de las calles y de la Torre Agbar.
El público iba aguardando con entusiasmo cada vez más cerca del escenario principal para escuchar a Mogwai. Aunque muchos optaron por esperar desde la retaguardia que ofrecía la noria o a la montaña rusa o incluso la atracción de la avioneta para seguir disfrutando desde las alturas, el paisaje, los amigos, la pareja y, sobretodo, de la música en un ambiente totalmente perfecto. Fue en esos momentos en los que un festival como este se hace imprescindible.
Escuchamos a Eraul, a Ocellot, a Los Bracco y a los exquisitos House of Wolves a los queridos Ghost Number & His Tipsy Gypsies y a los más que espectaculares Belako con un directo magistral que retumbaba incluso hasta en el interior del templo expiatorio, con alguna cover de Nina Simone además de sus propios temas dotados de una sonoridad agridulce y totalmente pasional.
El cielo se ennegrecía, apagaba e iba dando paso a la noche. Todo a nuestro alrededor perdía esa luminosidad con la que el día había decidido premiar al festival. Los edificios, todo nuestro alrededor iba adquiriendo la misma tonalidad amarillenta que las luces del famoso tiovivo del Tibidabo iluminaban a los más pequeños.
Las luces de la ciudad, las del parque y las de los corazones se encendían para recibir con un caluroso y multitudinario ambiente a la magistral banda escocesa de post-rock, Mogwai. Ese fue el colofón, la guinda del pastel, el viaje o la atracción que todos los asistentes necesitaban para que el festival quedara para siempre grabado en sus memorias. Un directo de una hora y media aproximadamente pero con una extensa y más que emotiva revisión de sus temas clásicos como «Take me somewhere nice», «I´m Jim Morrison and I´m dead», «Mogwai fear Satan», así como los más aclamados, «Remurdered» o «Rano Pano», entre otros.
La formación dio un repertorio de excepcional calidad y que se quedó corto, porque la gente quiso más y más. Tal vez hasta el amanecer o, sin duda, hasta que hubieran interpretado cada una de sus canciones. Pero no fue así, dejó algunas caras tristes aunque con un sabor de boca tras ingerir algún manjar; rememoró recuerdos tan personales como si se tratara de una vieja cinta de Super 8mm y dejó en un perpetuo éxtasis a todos aquellos que los vieron por primera vez. Se generó un clima cálido pero fresco al mismo tiempo a causa del aire frío que nos azotaba y oscuro aunque con una intensa luz celestial que se introducía constantemente en nuestros cuerpos como si no fuera posible despegarse de ella.