Traitrs + Twin Noir (Sala Siroco) Madrid 22/03/25
Haciendo referencia a la canción “Nine Million Rainy Days” de The Jesus and Mary Chain, el pasado sábado continuábamos dentro del interminable bucle de semanas sin dejar de llover en Madrid, pero eso no fue impedimento para acudir a una cita inexcusable en la Sala Siroco para disfrutar de una de las bandas fetiche más irresistibles de la actualidad, el dúo canadiense Traitrs.
Siguiendo la racha absolutamente constatada de actividad burbujeante para los sonidos oscuros, ya saben, ese revivalismo del rock gótico, darkwave y coldwave (cansadito ya de usar la expresión post-punk) que parece ser la nueva escena transversal a la hora de congregar generaciones delante de un escenario, la céntrica sala de la capital, pese a no ser especialmente grande, mostraba casi un lleno merecido.
Abrieron la noche los alemanes Twin Noir, mostrando una combinación interesante entre electrónica y generosas dosis de guitarra y bajo, ambos instrumentos defendidos por la pareja de músicos. Su puesta en escena, graciosa y desenfadada, por momentos cercans a cierto tono de frikismo, dotaron al conjunto de temas de una pátina punk gamberreta que, por momentos, les hacía emparentar con unos Turbonegro sintetizados para bailar en un club. Divertidos.
Turno para los auténticos protagonistas de la velada. Para quienes no tengan el gusto de conocer su penetrante coldwave gótico, les diré que resulta del todo imprescindible su segunda referencia, Butcher’s Coin (18), disco que, por supuesto, se erigió en el protagonista del repertorio.
Lo que yo no esperaba tanto es que su apasionada e intensa propuesta fuera amplificada aún más en vivo, lo que convirtió su actuación en un auténtico rito de emociones capaces de agitar a cualquier alma congregada.
Posicionados en las antípodas sonoras y actitudinales que los teloneros Twin Noir, Shawn Tucker y Sean-Patrick Nolan desgranaron unas canciones inflamadísimas en las que la entrega física y ventricular engrandecían el poder hipnótico y arrebatado de unas canciones en las que las secuencias y teclados servían de compacto colchón sobre el que las incisivas guitarras y voz de su cantante –tan cercana en registros muchas veces a Robert Smith– impregnaban cada poro de la piel de una audiencia entregadísima desde el primer minuto.
Algunos lances vividos como la hermosa “Magdalene” o la abnegada “The Lovely Wonded” serán recordados por ser cimas inexcusables del periplo de concierto de ese 2025. Por no hablar de un bis en el que, después del rescate de su clásico primerizo “Youth Cults”, culminaron su show con la sagrada “Thin Flesh”, canción que será recordada con el tiempo como uno de los clásicos imprescindible del género a la altura de cualquier otro escrito hace treinta o cuarenta años. Otro ejemplo palmario de que los conciertos en sala atraviesan un momento extraordinario en comparación con tanto festival de plástico manufacturado.
Foto Traitrs: Raúl del Olmo