Entrevistas

Maktub

La música es del alma y en el alma no hay color

Llevan luchando contra viento y marea largos años, con un estilo heterogéneo con el sabor mediterráneo del sur de la península. Bajo la bandera de la autogestión, tienen en su haber el logro de haber trabajado con un buen puñado de grandes músicos del circuito internacional en la producción de su primer álbum, una odisea de cuatro años llenos de ensayos, grabaciones y canciones. Sobre todo canciones. Ahora, para rematar la faena, la voz flamenca de Maktub ha conseguido dar la réplica en los coros del último disco de Chambao e interpretar a dúo un tema de su repertorio, Madre Tierra. Charlamos con Ismael Tamayo (vocalista) y Muni Shakarchi (guitarrista).
 
Sois un grupo difícil de encasillar, pero algunos os meten dentro del saco de la fusión. ¿Vosotros qué opináis?
MUNI: ¿Y qué no es fusión hoy en día? Es un término muy ambiguo.
ISMAEL: Al juntarnos y hacer una canción no vamos con la intención de fusionar esto y lo otro. Simplemente nos sale así. Fusionar es hacer la música que uno tiene dentro. Y cada uno de nosotros tiene un estilo diferente.
MUNI: En nuestro caso, intentamos que salga de manera natural. Si escuchas los temas desde fuera, puede parecer un tutti frutti. Si profundizas en las canciones por separado, te das cuenta de que esta es un blues, esta es más pop y esta es más jazz. Es cuando miras todo el proyecto desde lejos cuando todo parece mucho más heterogéneo. Obviamente cogemos estilos que no son típicos de España, y al cantarlos Ismael, que es un tío muy flamenco, tienen un aire diferente. Pero lo hacemos sin la intención de fusionar. Simplemente nos sale así.
 
Tratáis con respeto a la música de raíz. ¿Creéis que las distintas músicas del mundo, aunque vengan de lugares tan lejanos y distintos, tienen más en común de lo que parece?
ISMAEL: Claro, todas las músicas étnicas han pasado penurias y fatigas. Por eso tienen ese sentimiento. Por eso cantan desde dentro. Para ellos es la forma de evitar un poco la mala vida, de salirte un poco, de soñar, de respirar.
MUNI: Gran parte del quejío, tanto flamenco, como negro, como de cualquier folklore es una especie de desahogo. Porque la música es del alma y en el alma no hay color.
 
En vuestro disco tocáis varios palos: soul, pop, jazz, flamenco…
MUNI: Nos gusta toda la música. Basta que escuchemos un estilo que nos guste para que queramos hacerlo también. Que seamos capaces o no es otra historia. Creo que si pudiéramos haríamos canto gregoriano.
ISMAEL: Cuando hemos hecho una canción, nos hemos dejado llevar. A veces las hemos tenido que borrar y hemos dicho, ¡bah, esto es una mierda! [Risas].
MUNI: O al revés. A veces hemos omitido cosas que después, al escucharlas de nuevo, no nos hemos podido creer cómo las hemos podido dejar en el tintero. Normalmente no premeditamos nada.
 
Todo muy espontáneo, ¿no?
MUNI: Nunca es totalmente improvisado todo, ni tampoco totalmente premeditado. La creación de una canción pasa por muchos procesos. A lo mejor el grueso de la canción, lo más importante del tema, sí nos cae regalado del cielo, pero los pequeños detalles pueden tener muchísimo más trabajo. Y eso sí que lo discutimos. Pero creo que le pasa a cualquier artista en cualquier tipo de obra. El arte absorbe lo que tú le des. A veces te pide espontaneidad y a veces te pide un poco de coherencia.
 
A lo largo de vuestro disco hay momentos en que las canciones parecen tener una estructura atípica, lejana de lo comercial.
MUNI: ¿Ah sí? ¡Pues nosotros intentamos que sea comercial! Intentamos que suene un poco como la radiofórmula. [Risas]
ISMAEL: Cuando vas construyendo las canciones, te preguntas por qué tienes que hacer un estribillo al uso. Por ejemplo, un estribillo puede ser una trompeta, no tiene porque ser una letra.
MUNI: Mientras grabábamos el disco, aprendíamos mucho de todo. Nuestra concepción de la música o de cómo hacer una canción es muy diferente ahora. Una canción nace la guitarra y la voz, y luego pueden ocurrir muchas cosas. Ahí es donde de verdad nos liamos, porque caben muchas cosas en un tema. Saber sintetizar lo que de verdad es puro. Hay cosas que hemos dejado fuera del disco, de artistas impresionantes que han dejado su granito de arena, que luego las oyes… Y es que claro, una canción puede tomar distintas direcciones, y ahí es donde empieza el verdadero dilema.
 
Al grabar un disco, ¿tienes que ser frío a la hora de tomar decisiones, de elegir entre distintas opciones?
 MUNI: La parte fría es mejor dejársela a alguien de fuera. Le dejas el trabajo a otro, que suele ser alguien con más serenidad. Aunque estés muy enamorado de una parte concreta de tu canción, alguien de fuera te puede recomendar explotar un estribillo, o un quejío. Ahí empiezan las luchas. Imagino que esa lucha la ha tenido todo el mundo con su productor en el estudio. Cuando te dicen «este tema no, este otro es muy largo».
ISMAEL: O este tema no puede durar 15 minutos [risas].
MUNI: Cuando entramos en el estudio el tema más corto que teníamos era de 7 minutos. De hecho, Mira y Que de amor eran en un principio el mismo tema. Era la locura de intentar meter todo lo posible de una canción, de un sentimiento, hasta que viene alguien y te dice «oye, aquí tienes otra canción, corta aquí y hazte otro tema». Pero nosotros lo vemos por el lado positivo. Hay una creatividad efervescente. No paramos de componer.
 
Grabar con tantos músicos de talla internacional como habéis grabado. ¿No os impone?
MUNI: Ya te digo. Lo piensas y no te das cuenta de cómo lo piensas hasta que ves a ese tío tocar delante de ti y dices, «claro, por eso este tío es este tío, y tú cállate la boca». [Risas] Y digo que si impone. ¡Madre mía! Cada vez que me acuerdo de Pepe Bao en el estudio atizándole al bajo… ¿y yo qué le voy a decir a este señor? O el caso de René Toledo,  que al principio nos imponía mucho, hasta que pasaron los días y nos empezamos a hacer amigos de él. Luego el tío era muy enrollado. Te habría el corazón. Te hacía más fácil trabajar con él. O Machado, que fue una persona espléndida. La parte humana es muy importante. Si te parecen grandes músicos, antes son grandísimas personas. Aprendimos una buena lección.
 
Además de eso, por Maktub también pasaron muchos músicos de vuestra zona antes de grabar el disco. ¿Por qué?
MUNI: Ha sido un comienzo muy diluido. Al principio empezamos Ismael y yo, que no teníamos nada mejor que hacer y nos empezamos a reunir para grabar cosillas. Hemos trabajado básicamente con todos los músicos de la Costa del Sol. Intentábamos llevar a cabo un proyecto común con más gente. Intentábamos compartir. Pero al final, nos dimos cuenta de que o cogíamos el toro por los cuernos, o cada uno tiraba para un lado. Cualquiera de los músicos de la zona con los que hemos trabajado sabe tanto o más de música que nosotros. Pero en nuestro caso al final el caballo no se movía, así que decidimos llevarlo nosotros. Era difícil trabajar con más gente. Quizá por eso entendemos muy bien esas bandas que al final quedan reducidas a dos o tres personas. No es una cuestión de posesión, simplemente no puede haber cinco capitanes en un barco. Y no quiere decir que el capitán sea más importante que el marinero. Simplemente cada uno hace una función y eso es vital para que el barco navegue.
 
Cuando empezabais a grabar, ¿intuíais que se iba a convertir en todo ese viaje, de ir conociendo mucha gente, grabando con tantos músicos, en varios estudios?
MUNI: ¡Que va! Nosotros nos creíamos que lo íbamos a grabar en dos semanas ¡y al final tardamos 4 años! [Risas]. Para nada lo intuíamos. Por lo menos hemos aprendido que lo importante no es la meta, sino es el camino. ¡Y es verdad! Una vez que llegas te quedas vacío.
 
¿Pero no estabais fritos por terminarlo?
ISMAEL: Hombre claro. Queríamos que se escuchara. Ese el fin de un músico, que te escuche la gente.
MUNI: Pero el día en que terminó la masterización y me dieron un trozo de plástico con portada, yo sinceramente sentí un vacío. Porque claro, habíamos terminado, pero ¿y ahora qué? No había fuegos artificiales, no había una tía con tanga esperándonos con una botella de champán, ¡no había absolutamente nada! Realmente lo divertido era estar haciendo el disco.
 
¿No os planteasteis nunca tirar la toalla cuando se complicaban las cosas en la grabación?
MUNI: ¡Es que creo que ni cogimos la toalla! [Risas]. Mira, en mi caso he intentado dejar la música varias veces en mi vida y no puedo. O sea, yo ya me he rendido. Ya sé que no soy ningún genio de la música, ni nada por el estilo y la he intentado dejar. Pero cuando la he dejado me ha seguido ella. Al final piensas, relájate y disfruta.
ISMAEL: Vuelve, la música siempre vuelve a ti. La música está siempre contigo y más en estos tiempos que corren. Un día tocas en un concierto y ese día es maravilloso, pero después hay muchos precipicios por los que caes. Y más estando la cosa como está. De pronto estás trabajando a tope y de pronto no tienes nada. Nosotros tenemos la suerte de vivir en la Costa del Sol, porque aquí se vive muy bien, pero en este lugar muchas veces la música que haces pasa desapercibida.
 
¿No hay un circuito musical aquí en la Costa del Sol donde mover tu música en directo?
ISMAEL: ¿Circuito, aquí…?
MUNI: Bueno, sí lo hay, y los músicos lo pelean. Lo que pasa es que todo es muy ambiguo.
 
Dicho de otro modo, ¿se puede vivir de  la música viviendo en la Costa del Sol?
ISMAEL: Sí, sí se puede. Ha habido épocas en que sí. En mi caso he vivido de la música sin problemas, hasta el punto de tener que dejar otros trabajos para irte a cantar en hoteles, en garitos, o en algún teatro que te llama. Había una época en que había muchos garitos y se podía vivir bastante bien. Antes eran comunes cosas como tener que dejar un trabajo en la construcción o en un almacén porque no dabas abasto. Porque llegas todos los días habiendo dormido dos horas por haber tocado por ahí. Ganabas más en la música que trabajando en lo demás.
 
Pero eso no ocurre ahora…
ISMAEL: ¡Hombre, a mí no!
MUNI: Ahora ocurre menos… y le ocurre a otro [risas].
ISRAEL: Otra cosa que ocurre en Málaga es que se trabajan sobre todo versiones, versiones para fiestas y esas cosas. Cuando ya te planteas un proyecto personal y buscar un estilo propio, está todo mucho más complicado.
MUNI: Es que hay otra cultura musical en este país.
 
¿Creéis que es cosa de España en general?
MUNI: Es una cuestión de cultura musical. Cuando he ido a tocar en el extranjero las cosas son muy diferentes. Me acuerdo una vez tocando en Bélgica, estando en el escenario antes de tocar, saqué la guitarra y, de repente, todo el público de la sala se quedó en silencio. Me acojoné, miré a los músicos y les dije pregunté qué hostias pasaba. Me respondieron: «Pues nada, ¡que vamos a tocar!». [Risas]
 
Y eso no pasa en aquí…
MUNI: No, aquí la gente no se calla en los conciertos. Ya puedes ser Steve Vai. Y de repente en Bélgica, donde no nos conocía nadie, noté que había un respeto por los músicos. Eso lo noté. Y sobre todo lo noté cuando vinieron a pagarme después. Me quedé alucinado. Creo que aquí en España hay una cultura donde se considera al artista un vive la vida, no se le considera un trabajador.
 
Pero, a pesar de que esté todo tan mal pagado, decís que no podríais vivir sin hacer música.
MUNI: ¿La música? En el fondo la música nosotros la regalamos. Nos pagan por mover equipo, por no dormir ese día, para pagar la gasolina, etcétera. Pero también nos pegamos nuestras horas de trabajo como todo el mundo. No puedo valorar con dinero lo que vale una canción, ni puedo valorar lo que te haga sentir a ti una canción. No sé decirte «págame 5 euros por mi canción», porque no sé lo que vale. A lo mejor veo que a ti te ha dado mucho más que 5 euros. Te ha dado 5 minutos de flipe, de que le has podido cantar a tu chica, abrazarla en el momento. Eso es mucho más importante que el dinero.
ISAMEL: Eso es lo importante. Uno no deja la música por esos momentos. Por ese subidón que te da que venga alguien y te diga cosas como su hija está disfrutando un montón con el disco, o que ha conocido a su novia escuchando una canción tuya. Eso es mejor que el dinero.
MUNI: A mí ver a la gente cantando con Ismael nuestras canciones es lo que más me emociona. De esa manera nos cobramos lo que pueda valer la música. Lo que nos pagan por lo demás no es por lo que hacemos encima del escenario. Lo del escenario lo regalamos encantados. Pero hay mucho más trabajo, no solo de los músicos, sino de muchísima gente más.
 
¿Cuál es el futuro de Maktub? ¿Tenéis canciones para un disco nuevo?
ISMAEL: Canciones nuevas hay. Pero estando las cosas como están, plantearse ahora mismo grabar un disco otra vez es bastante complicado.
MUNI: Queremos amortizar lo que hemos hecho. Tenemos proyectos de hacer videoclips para seguir promocionando nuestro trabajo. También hemos pensado en vídeos en directo. Pero no formamos parte de una discográfica. Lo tenemos que hacer todo nosotros. Tenemos muchas ideas… pero algunas son caras [risas].
 
Para finalizar, os voy a mencionar un par de nombres y me decís qué significan para vosotros, ¿vale?
MUNI: Muy bien.
 
Camarón de la Isla. Se acaba de cumplir el 20 aniversario de su muerte. ¿Qué me podéis decir de él?
ISMAEL: Camarón de la Isla es un tío que lo ha cambiado todo en el flamenco. Ha conseguido que el flamenco deje de estar en una minoría. Ahora el flamenco se escucha en la otra punta del planeta y hay muchos grupos que lo fusionan. Ha habido mucha gente que lo ha conseguido. En la guitarra lo ha conseguido Paco de Lucía y en el cante Camarón se ha convertido en un mito.
 
De hecho Mick Jagger es un fan declarado de Camarón. De hecho, la leyenda asegura que quiso intercambiarse los calzoncillos con él.
MUNI: Claro, es que el que sabe, sabe. El que está arriba no está arriba por cualquier cosa. Se ha comido todos los marrones. Tiene ese punto de escuchar algo y saber que es bueno. Y lo que es bueno es bueno. A quien de verdad le gusta la música no entiende de estilos. Te puede gustar un intérprete o una pieza. Pero no puedes decir que no te gusta un estilo. Entonces es que no te gusta la música.
 
¿Y Chambao?
ISMAEL: Hacen una música que te llena. Chambao es un grupo al que yo no solía escuchar, porque soy muy apretado y escucho cosas muy antiguas. Pero ahora he empezado a escucharlos.
MUNI: Para mí Chambao es uno de los mejores grupos de España. Aparte tenemos muchos conocidos en común. Aquí en la Costa los músicos nos conocemos todos. La primera vez que los vi me quedé impresionado. Ellos tienen su sello.
ISMAEL: Eso es lo complicado hoy en día. Lo bueno es que hacen lo que ellos les gusta.
MUNI: Hacen algo importante. Saben lo que tienen que aportar. Eso es algo que se tiene que plantear cada artista. Y Chambao para mí aporta. Te das cuenta cuando escuchas cómo han sabido coger un tanguillo flamenco y meter una letra dicharachera de toda la vida de Málaga. Claro tío. Parece una tontería, pero están expresando qué es este pueblo. No son vascos ni asturianos, son malagueños. Entonces cantan «a los muchachos de mi barrio les encanta fumar a diario» con un ritmazo de fondo.
 
¿Cómo surgió vuestra colaboración en su nuevo disco?
ISMAEL: Me llamó un día La Mari y me dijo que había escuchado nuestro disco. Me propuso grabar unos coros. Y yo acepté encantado.
MUNI: La Mari de alguna forma siempre estuvo detrás de la cortina viendo lo que hacíamos pero sin decir nada. Y cuando ha visto que tenía una oportunidad de poder hacer algo por nosotros, porque le gusta mucho como canta Ismael, pues lo ha hecho. Con humildad, sin hacer alarde de ello, ni nada de eso.
ISMAEL: Ella confió en mí y me dijo: «hazte un temita y lo metemos en el disco». Y yo me puse a escuchar con más atención su música para llevarle un tema que tuviera que ver con el estilo de Chambao. Dio la casualidad de que tenía algunos guardados en el cajón y el que más le gustó fue Madre tierra.
 
Maktub. ¿Qué me decís de ellos?
ISMAEL: ¿Maktub? Unos chavales a quienes les gusta la música mucho, que están fritos por tocar donde se les escuche y que cuando están en el escenario lo dan todo. Hasta ahora nos hemos sentido siempre muy arropados. Nos dan mucho cariño y nosotros tenemos mucho que dar. Tenemos creatividad y tenemos canciones para aburrir.
 

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