Maximilian Hecker – La Casa Encendida (Madrid)
Hace poco se publicaba en esta misma revista un artículo acerca de la escena de conciertos en nuestra capital. Tal vez Madrid está herida, pero no creo que de muerte, y todavía se puede curar con propuestas como El Ritmo de la Casa, en el espacio multicultural La Casa Encendida. El objetivo no es otro que ofrecernos una serie de propuestas innovadoras, creativas y, sin duda, de calidad. De momento, eso pudimos comprobarlo el pasado viernes, en la actuación de este joven alemán.
Con el patio repleto de impacientes espectadores, Tomás Fernando Flores, el conocido locutor de Radio 3, aparece como maestro de ceremonias. Y nadie mejor que él para presentar a uno de los nuevos juglares del siglo XXI, nuevo exponente de la escena alemana, cada día más prolífica.
Maximilian Hecker (Maxi para los amigos) es reservado, es tímido, es humilde y tan dulce….que se diría de algodón. Y es que no muchos artistas preguntan al público si éste le conoce ya, si ha escuchado antes algo suyo. Hasta contó que pidió en unos grandes almacenes que por favor cambiasen su disco de sección. Sí, tal vez el dance y las nuevas tendencias no sean los estilos más adecuados para definir su música. Pero, etiquetas aparte, Hecker presentó cinco temas de su nuevo disco Rose y dos del primero, Infinite Love Songs(lee la crítica aquí), en poco más de cuarenta minutos. Canciones que duelen de lo tristemente bellas que son, ¿o son bellamente tristes?, pero que en directo sonaron, tal vez, un poco menos emotivas, perdiendo intensidad debido a un sonido algo deficiente, pero desprendiendo mucha sensibilidad igualmente. En «Fool» y «Sunburnt Days», las dos primeras canciones, la voz de Hecker, obviamente parte fundamental en su música, apenas se oía. A pesar de este problemilla, «Kate Moss» y «I Am Falling Now», dos de los temas más melancólicos del último disco, consiguieron hacer saltar la lágrima, con Hecker concentrado en los teclados, y su voz ganando cada vez más en presencia. Pero si hay que destacar el momento más álgido de la noche, es sin duda el de la canción que marcó el ecuador de la actuación, «Cold Wind Blowing», perteneciente al primer LP. Sencillamente brutal. Tras dos minutos de susurros y caricias de guitarra, entró discretamente la batería, sin sospechar que dos minutos más tarde entraríamos en una especia de locura transitoria de guitarrazos, golpes frenéticos de platillos, cajas, teclados y bajo. Increíble, simplemente todos alucinaron con el espectáculo que ofreció, sobre todo, el batería. Y a continuación, el viaje a los 80 con «Daylight», algo floja, pero muy acertada la versión conjunta con «Take on Me». Debería hablar de la canción, de la base electrónica, algo débil, pero… permitidme tan sólo mencionar la coreografía de movimientos del teclista, que no tenía desperdicio. Hasta se oyó por ahí algo así como “pornostar de los 70”…
Y como broche de una cuasi perfecta actuación (de verdad, qué pena lo del sonido) , la preciosa «Rose». Una versión algo más corta que la del disco pero que terminó de presentar a Hecker como un verdadero trovador de las emociones, de los sentimientos, de las penas y también de las alegrías.
El romanticismo contemporáneo bien podría llamarse Maximilian.