Plastikman – Closer (NovaMute)
A Plastikman le debemos algunos de los mejores momentos musicales de los años 90. Inspirador del techno menos complaciente, de un sonido industrial y oscuro alejado de los lugares comunes, este compositor canadiense, también conocido como Richie Hawtin, ha conseguido con Closer un sonido inquietante y mental, a más no poder.
Canciones despojadas de cualquier elemento que incite al baile, Closer son diez temas de puro psico-análisis. Predominan unos interesantísimos ambientes ácidos, que recorren los paisajes neuronales de R.Hawtin. Es difícil describirlo, pero es esta una música introspectiva, que escarba en las preguntas más puras del ser humano, a través de colchones de sintetizador y voces guturales ahogadas por la propia mente.
Un disco drogado procedente de un cerebro brillante que, presumiblemente, ha experimentado con ciertas sustancias. Un compositor que recurre a la música no ya para salvarse sino para acabar de regocijarse en las paradojas que crea la mente, perpleja ante una realidad natural que nunca acierta a comprender. Música para hundirse en un pozo sin fondo de reflexiones irresolubles y, por ende, bellas. Es “un quienes somos, de dónde venimos y hacia adónde vamos” en clave de electrónica oscura. En “I don’t know” nos confirma lo que nos temíamos: que no sabemos nada, que somos almas desheredas por el universo, meros animalillos, algunos de los cuales tienen (tenemos) la desgracia de reflexionar y que ni siquiera somos capaces de convivir en paz y con dignidad.
Siempre hizo electrónica oscura Plastikman. Lo que diferencia a Closer de anteriores discos es el elemento agitador. La extrañeza de su hard-techno, paradógico dónde los haya (nunca pasado de vueltas sino pasado de activismo liberador) marcó unos momentos que merecen pasar a la historia de la música (“Spastik”: el tema). Tal fue su reputación, que el ministerio de cultura francés, le propuso componer una canción para conmemorar el final del segundo milenio. Pero ahora Plastikman recoje sus bártulos y se los lleva a las prolíficas piscinas del autoanálisis, del sueño como interrogante mental, y de la soledad humana. Unas piscinas peligrosas, porque una vez abierta una puerta se abre otra, y otra, y otra. En el rock, ésta etapa dio grandes como vilipendiadas obras. En el (buen) techno, cuyo camino bascula siempre entre la introspección y los arrebatos de violencia sónica, parece que crea consensos entre la crítica. Pero, ¿y entre el público? Ahhh, el público techno (no suelo ir a ver a Plastikman, pero imagino que, de haber presentado éste disco en directo, debió de toparse con un muro de incomprensión; eso sí que es duro).
Closer hubiera entusiasmado a Freud, por las dudas que plantea en su interior. No es escapismo. Es la cruda realización musical de que el sentido de lo que somos nos atrapa y finalmente se nos escapa (no se preocupen: nos queda el Amor y los asuntos de la vida en la Tierra por resolver). “Disconnect” .