Grupo Salvaje – Aquí hay Dragones (Acuarela)
Si desde niños todos soñábamos en parecernos a los héroes que en su día creaba John Ford , ellos prefieren la antítesis que Peckinpah nos mostraba en su Wild Bunch, de donde toman su nombre. Y es que lo de Grupo Salvaje es una cuestión de actitud, de principios. Una apuesta personal por estar del lado de los perdedores.
En su segundo trabajo, Aquí hay dragones, (expresión que utilizaban los vikingos en sus cartas de navegación y mapas para designar los lugares inexplorados de la tierra), los madrileños siguen fieles a su ideario y nos entregan doce canciones plagadas de símbolos, referencias, influencias y homenajes. Una invitación a la exploración en la que encontrarnos guiños a Bakunin, Leonard Cohen, Ennio Morricone, Tom Waits, Nick Cave o Link Wray –a cuya memoria está dedicado-, y temáticas que pasan de los viajes a la Antártida -y las penurias atravesadas por Robert Falcon Scott en su expedición de Terra-Nova (“A Dissapointed Man”, “The Worst Journey In The World” y “Scott’s Arm”), al anarquismo (“Ni Dios Ni Amo”) o la literatura (la demoledora “WNP” toma el nombre del autor de “El diario de un hombre decepcionado”).
Igualmente, el álbum contiene pasajes oscuros e incómodos (“The Soldier And The Death Blues” o “Mother Science”), momentos inquietantes (“Barrabás”) y experimentales (“Cenit y Nadir”) y hasta un bolero, con el que llegamos al final de nuestro viaje de la misma forma en la que lo comenzamos: “La Hora de Los Ocultos”, abre el disco de forma instrumental y lo cierra, en su pista oculta, con una letra en castellano en la que le cantan a sus propios fantasmas.
Imprescindible.