Unidad y Armonía – Un verano invencible (Casa Maracas)

Cuando escuché este disco al completo grité aquello que cantaba Raimundo Amador de “¡Ay, qué gustito pa mis orejas!”, porque ha sido eso, y no hay mejor frase para describirlo. Si a Dylan le gritaron “¡Judas!” por haber electrificado el folk a esta banda habría que gritarle “¡Oh, Señor!” por darle el empaque musical perfecto al verano. Hacía tiempo que un disco no me llevaba a sensaciones tan placenteras de principio a fin, sin sobrarme una coma, una escala o un rótulo de la portada. Pero esta obra lo ha conseguido. Bajo el nombre de Unidad y Armonía se esconde el nuevo proyecto musical de Miguel Martín (Lori Meyers), donde el granaíno, junto a un elenco conformado por Popi González (baterías, voces, coros), Toni Jiménez a las guitarras y en el coro, Julián Méndez bajo, los teclados de Carlos Marques y la percusión de Roberto Escudero, dan rienda suelta a aquello que dijo García Márquez; todos tenemos tres vidas, la pública, la privada y la secreta, y todas ellas asoman la cabeza en las canciones de este disco. Martín es un hipnotizador tanto en letras como en la música y nos cuenta hasta recovecos interiores en un mar de emociones contrapuestas que van desde la euforia al llanto sin perder compás.

La portada es eso, mucho naranja, como el de esos atardeceres veraniegos cuando estamos al final de la jornada y, en el porche, tras un bañito, disfrutamos de esa bella imagen sin necesidad de hablar nada. Por cierto, magnifico diseño el de la portada.  Borja Buenafuente, grafista habitual de la banda, todo tan onda Saul Bass,  visualiza a la perfección el contenido y continente a través de formas geométricas de tonos pasteles. Y se preguntarán,  ¿Qué tiene Verano Invencible para que este plumillas de lo musical ande en este estado? Pues ahí voy; melodías que te atrapan, arreglos elegantes, referencias cinéfilas,  psicodelia, electrónica, kraut-pop, guitarras cristalinas,  teclados y un poquito más.

 

El verano y la música pop son amigos desde tiempos inmemoriales. Los Beach Boys dedicaron casi el compendio de su obra a la celebración del estío y, en nuestro país, los Family dedicaron una joya a dicha estación. Tal como dijo Albert Camus el verano, más que una estación del año, es un estado mental. Y Unidad y Armonía hacen gala de ello tomándose muy pecho esta cita. Por ejemplo, “Rayos de sol”, con la que abren el mismo, podría ser la perfecta sinfonía para escuchar mientras te tumbas en la toalla –sin mascarilla, of course- acompañado de un cubatiqui. O zumo de frutas tropicales, en caso de ser abstemio. “Soy una nube” entra como una fiesta musical porque, aparte de la letra, en ella colaboran las hermanas Morente, y ahí está garantizada la calidad. La muy bella “Somos excusa” nos retrotrae a las Vainica Doble en todo su esplendor. Para “Poderes sensoriales”, la primera instrumental del álbum, la percusión juguetea al alimón con los teclados electrónicos. “El Principio del fin” está pensada para que Miguel entronque su voz con la de Popi en una espiral sonora embaucadora. Bella también es “Domingo de Ramos”, cuyos efluvios sonoros hacen que rememoremos la puesta de sol de tan señalado primer día oficial de la Semana Santa. Cuando toca el turno de “Esa luz” la machacona batería nos presenta un tema pop sin fisuras, del clásico, del que siempre es amable escuchar; tal vez lo más La Buena Vida del disco y nos muestran que ellos también saben hacernos bailar. “Extraño” sigue en la misma línea marcada por el general pues ya digo; ningún tema se sale de madre o rompe el argumento sonoro, y eso, hoy día, es todo un alarde. Nada sobra, nada altera, nada perturba. En el turno de “Aunque sabíamos que no estábamos volando” –tercera y última instrumental del elepé- multiplica por dos esa sensación de estar en tierra firme, pero a gustito. Cierra el disco el largo título de “El mar no es más que un pozo de agua oscura”, tal vez la que más rememora el sonido psicodélico de los 60, sones que tanto gustan a la muchachada U&A.

Diez canciones, diez, que conforman un álbum perfecto, donde ya digo, no sobra ni falta nada. Estamos ante una obra atemporal. Es como si los Everything but the girl y La Buena vida se hubiesen fusionado para hacer un tributo a Family, y creo que me quedo corto. Un verano que, con obras como esta, se nos antoja más que placentero, y, encima –tal como ya anuncian en la tele- sin mascarillas. Ay, cuánta U&A nos hace falta.

Escucha a continuación Un Verano Invencible, lo nuevo de Unidad y Armonía.

 

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