Discos

Saint Etienne – Conversations The Best Of Saint Etienne (Heavenly-Universal)

A la espera de un inminente nuevo trabajo Saint Etienne cumplen por ahora con su mejor argumento: una discografía impecable.

El recopilatorio que nos ocupa es una demostración de la elegancia y el talento de un trío que desde los noventa supo, y sabe, conjugar un ideal netamente pop con las virtudes de otros géneros que, lejos de mostrar matices indigestos, muestra más bien el oportuno y acertado punto de vista de Sarah Cracknell, Pete Wiggs y Bob Stanley al momento de afrontar el formato de canción.

Las treinta y cinco canciones que pueblan el doble disco pasean por los inicios del grupo y llegan hasta sus últimos discos, aquellos donde han facturado una placidez sofisticada que parece que, por lo que apunta su nuevo single no incluido en este disco, el rotundo “Method of modern, love”, supone una vuelta al gran europop que tan bien han sabido firmar.

Y es que justamente el valor de Saint Etienne refulge en su buena mano para ir lo mismo a zonas donde el technopop y el italodisco brillan como para hacer íntimas composiciones de folk. Entre medias, sugerían atisbos que bien podían nutrirse del house, del krautrock, de los sonidos sixties, las bandas sonoras o del hip hop.

Entre estas coordenadas es donde nos topamos con perlas como su versión del “Only love can break your heart” de Neil Young, sus homenaje al soul y al sixties pop resplandecientes con “Nothing can stop us”, “Who dou think you are”, “People get real”, “lose that girl” y la preciosa “You’re in a bad way”.

Pero hay más, la bella melancolía de “Spring” se deja mecer por las evoluciones de “How we used to live” o “Finisterre, hasta que llegamos al electropop impecable: “Join our club”, “Like a motorway”, “Hug my soul”, “He’s on the phone”, versión del gran Etienne Daho, “Sylvie”, “Heart failed (in the back of a taxi) o “I was born on christmas day”, junto a Tim Burgess de The Charlatans, valen su peso en oro.

La panorámica ofrecida en esta recopilación evidencia un detalle muy importante: El profundo conocimiento del pop en su más amplio sentido que posee el grupo. Su propuesta siempre ha traído consigo múltiples referencias acerca de la cotidianeidad británica a la par de un abanico referencial que no sólo abarca a la música. El cine, la literatura, la antropología, la política y hasta la arquitectura han asomado sus aristas en las composiciones sin forzar su aparición. No en vano lo mismo podemos encontrar a Bob Stanley firmando artículos relacionados con cine de los sesenta, la influencia del eurodisco en la evolución de la electrónica o sesudos análisis sociales sobre la vida en Londres.

Saint Etienne es, como Pet Shop Boys, un gran ejemplo de cómo se puede hacer del estilo un arte, un conducto cultural que bien puede disfrutarse en la pista, escucharse con calma y, sobre todo, degustarse con la posibilidad de descubrir que detrás de esas canciones hay más. Allí es donde la fascinación nutre de contenido un cancionero que cumple con los postulados eternos del gran pop: Color, contenido, gozo, tarareo y vuelta al principio, donde empieza el disco y se vuelve a escuchar una y otra vez.

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