1954: Chet Baker – Sings (Pacific Jazz)
Los discos que cambiaron nuestra vida
En cuando me he puesto a pensar en un disco con cierta importancia vital para mi, rápidamente he hecho un recorrido mental por el folk de los 60, el punk de final de los 70 y el hardcore made in Washington D.C. de los 80 y sobre todo el indie de los 90, pero he tenido que ir más atrás para llegar a sentir un pinchazo y pararme a recordar el maravilloso disco que el trompetista Chet Baker grabó en 1954 en el que por primera vez ponía voz a sus composiciones, cimentando una obra exquisita, elegante y que deja un reconfortante poso de alegría contenida y de emociones universales, tan fáciles de sentir y tan difíciles de explicar.
Una vez superadas las urgencias de la adolescencia, en pleno maremoto vital y buscando emociones en las raíces del blues de Robert Johnson y en los excesos personales y musicales de Charlie Parker, me encuentro sin quererlo con las sutiles composiciones que el atormentado genio de Yale grabó a principios de los años 50 (precisamente poco después de tocar con el mencionado Charlie Parker), en las que la suavidad del piano acaricia las notas mágicas de su trompeta, y la calidez de su voz cierra un circulo de armonía que va adornando cada uno de los catorce temas que aquí se incluyen, desde la suavidad de «Like someone in love» a la emoción contenida de «I fall in love too easily», pasando por el tono sentimental de «But not for me» y el pulso firme y elegante del clásico «My funny valentine».
Catorce momentos a los que regresar cíclicamente, en los que siempre encuentro un remanso de tranquilidad, belleza y buen gusto, porque las cosas importantes también se pueden decir en voz baja.