Ezio – This is the day (Tapete Records / Green Ufos)
Aunque Ezio Lunedei formó la banda Ezio hace ya 20 años y llevan sacando discos desde 1993, debo reconocer que mi primera noticia sobre la existencia de este grupo fue cuando me llegó This is the day al buzón. Cuentan los que han seguido la carrera de Ezio desde sus inicios que este es su mejor disco (o al menos el de mejor acabado), algo que no tengo tiempo de comprobar por mí mismo. Haciendo caso omiso de mi ignorancia, me centraré en valorar este último trabajo de los de Cambridge.
Ciertamente el disco tiene un acabado impecable, y las canciones van desde las buenas a las realmente interesantes. La música de Ezio oscila entre la canción de autor, el folk y el pop. Sus principales bazas consisten en unas letras bastante cuidadas, una voz clara y emotiva, unos músicos preparados y una pulida producción que destaca y pone en primer plano, precisamente, la voz del cantante. En su haber hay que añadir que casi todos los temas son lo bastante redondos como para dejar su poso en la memoria del oyente, un rastro que tarda en desvanecerse. Es difícil no estremecerse con “This is the day” o “Each time you cry”, tanto como complicado es resistirse a un ligero bailoteo cuando suenan “Bad bad place” o “Springsteen”.
En el debe de la banda pondría un excesivo mimetismo con respecto a sus referencias más claras. En las canciones más acústicas (“A small dream”, “Supermarkets”) se ve claramente la huella de propuestas similares como David Gray o Damien Rice; de “Springsteen” su nombre lo dice todo, el homenaje va mucho más allá del título, algo que se repite con una “Bad bad place” que casi repite nota por nota “Baby did a bad bad thing” de Chris Isaak. Cuando el cantante se pone más crooner (“I still want you”, “Each time you cry”) el resultado es excepcional, pero es imposible no pensar en Richard Hawley. Incluso cuando cambia de registro y se vuelve juguetón, por ejemplo en “Bicycle”, cuesta creer que no estás escuchando a Bright Eyes.
En definitiva, un disco sin pretensiones ni atisbo alguno de originalidad, pero que escuchado asimismo sin aspiraciones demasiado elevadas deja el agradable aroma de un trabajo bien realizado. Sobre todo si los artistas mencionados en el párrafo anterior son del gusto del oyente.