Calexico – Algiers (City Slang)

«La televisión es una mierda«, «el libro es mucho mejor que la película«, «de Coldplay sólo mola el primer disco» y «Calexico no tiene un disco malo«. Frases con las que salir airoso de cualquier evento social a pesar de ser un sociópata incurable. La última es la afirmación más indiscutible y axiomática de las cuatro: Calexico no parecen estar capacitados para hacer un disco ni siquiera mediocre.

Burns y Convertino querían grabar en Europa, pero no conseguían cuadrar agendas, así que optaron por lo más europeo de Estados Unidos: Nueva Orleans. Sólo querían estar lejos de Tucson, y por eso se desviaron unos mil kilómetros hasta Algiers, uno de los barrios más antiguos de Nueva Orleans. Un lugar en el que dicen que, siglos atrás, reunían los esclavos africanos que remontarían el Mississippi para más tarde y siempre que la muerte se lo permitiera, poder ser vendidos a postores de epidermis más pálidas.

Algiers (el disco) es una colección de canciones que, si bien no plasma ninguno de los sonidos tradicionalmente New Orleanians de forma evidente, sí destila cierto halo de misterio pantanoso que se une al ya conocido melancólico y lánguido estilo sureño y fronterizo de Calexico. Es obvio que la tierra del Mardi Gras ha revitalizado un proyecto que cargaba ya seis discos y tres lustros en su fardo. La vieja iglesia rehabilitada que es The Living Room, el estudio que Chris George y Daniel Majorie tienen a orillas del Mississippi, actuó de acicate para la banda de Arizona, que ha vuelto a firmar con maestría uno de los mejores disco de la temporada.

En un LP al que quizá le sobre algo de minutaje, el sello de Calexico en «Epic», «Fortune teller», «Hush» o la epitáfica «The vanishing mind» sigue reluciendo con elegancia; y esta vez, probablemente gracias al cambio en el proceso de composición de Burns (de acústica a eléctrica o piano), convive en contraste con el suave rock de «Splitter» o «Maybe on Monday».

La sección de vientos y cuerdas también es notable («Para», «Algiers»), pero lo que no dejará de llamar nunca la atención es el coqueteo constante y creciente de Calexico con los ritmos latinos. Y no sólo con lo fronterizo de «Puerto» (que recuerda a la destrucción colonizadora) y «No te vayas» (canción de Jacob Valenzuela y Jairo Zavala, de Depedro), sino también con temas que van más allá de las fronteras mexicanas y encajan a la perfección con el enigmático embrujo de Nueva Orleans: «Algiers» y «Sinner in the sea», con un fuerte componente cubano, son una prueba más del oscuro objeto de deseo que es la música latina para Calexico, que vuelve a cosechar otro acierto en su discografía.

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