Entrevista: Fernando Alfaro (Surfin’ Bichos)
El arte tiene que ser ofensivo.
Con motivo de la celebración de los 25 años de vida de Hermanos Carnales (92), el disco más valorado y reconocido de Surfin’ Bichos, la cual vendrá acompañado de reediciones de toda su discografía y de un puñado de conciertos defendiendo su cancionero, en MZK no pudimos pasar la oportunidad de tener una charla con su alma máter, Fernando Alfaro. El perruzo demostró que aún tiene bien afilados sus caninos al enfrentarse a nuestro sesudo cuestionario. Somos así de infiernos. Los unos y los otros.
La primera pregunta, casi obligada. Después de una primera reunión para dar un cierre acorde y merecido a Surfin’ Bichos que no pudo ser en su momento, de nuevo os habéis juntado para celebrar los 25 años de Hermanos Carnales. ¿Por qué?
Bueno, en realidad no fue un cierre; más bien la gira de 2006 supuso revelarnos a lo que había sido un final triste que, por las razones que fuera, nos dejó con un disco grabado del que después no pudimos hacer gira ni nada, en ningún momento dijimos que fuera a ser un cierre definitivo, nadie cerró ninguna puerta, de hecho luego nos estuvieron persiguiendo para que nos juntáramos de nuevo y tal, pero no nos dio por ahí salvo para tres temas que tocamos juntos en el Contempopránea de 2015. Para qué vamos a amputarnos nosotros mismos, si ya bastante te amputa la vida. Y ahora tocaba celebrar esos 25 años, hacer que cumplir años empiece a ser una celebración en plan “Hemos llegado hasta aquí”, nosotros y vosotros.
Muchos grupos que se ven tentados a volver lo refuerzan sacando algún trabajo de estudio. Pese a ser prolíficos todos y cada uno de vosotros, no os animáis a sacar un nuevo disco de Surfin’ Bichos. Los fans acérrimos lo agradeceríamos un montón. ¿Alguna idea? ¿Es algo totalmente descartado?
A ver, la mayor parte del repertorio de Surfin’ Bichos la componía yo. Esto no es en detrimento de nadie, ellos son grandes compositores como han demostrado en sus proyectos y discos. Juntarnos ahora y componer, con las composiciones que fuera de cualquiera de nosotros, porque esa puerta nunca estuvo cerrada, de hecho hay canciones suyas, yo les pedía canciones, pero que eso pasara hoy día… lo veo muy complicado. Si fuera por motivos musicales o personales sería incluso perfecto, pero se tiene que dar una conjunción astral de circunstancias –que a veces son anímicas sólo- para que esto ocurra. Estamos cada uno con sus proyectos…no sé…no descarto nada como decías tú antes, pero eso seguro no va a pasar al menos a corto o medio plazo.
El peligro que muestran vuestras canciones siempre me ha parecido uno de los mayores estimulantes de vuestra música. En la vida, si quieres sobrevivir con un mínimo de dignidad emocional y hasta física me atrevería a decir, llega un momento en el que hay que bajar la intensidad. ¿Cómo os sentís hoy día a la hora de interpretar esas canciones tan cáusticas y rabiosamente nerviosas y exultantes de vértigo?
Eso estaría bien si fuera cierto lo de que baja la intensidad. Yo invitaría a quien fuera a que pasara un día de mi vida. Estoy petado, me voy a volver loco, con eso lo digo ya todo. La intensidad y el peligro…lo que decía Walter White “Yo no estoy en peligro, yo soy el peligro” (risas). No creo que haya una relación unívoca entre el paso del tiempo y serenarse, ojalá, a mí me gustaría. Por otro lado, las canciones tengo que decir que están totalmente vigentes. De hecho yo voy interpretando las canciones de Surfin’ y de Chucho en acústico que es un formato en el que te enfrentas a través de un espejo ultra-limpio a los temas, tanto el público como yo apreciamos mucho más el esqueleto de la canción, la letra…y me siento totalmente identificado todavía. Hay cosas que no pasan nunca. Y si te refieres a la intensidad de cometer delitos, y drogas, y todo eso… también, también (risas).
Me parece todo un acierto haber incluido en las nuevas reediciones la Cebolla Sónica. ¿Cómo surgió la idea de incluir este documento sonoro tan primerizo y deliciosamente radical?
En realidad fue idea de Legacy Recordings (Sony), al saber la gira que planteábamos, quien se ofreció a reeditar todo el catálogo. Una caja con todo incluido, audio y vídeo, muy completista. Y la reedición en vinilo de todos los discos, incluyendo a petición mía –que yo creía que se iban a negar- la reedición en doble vinilo de Hermanos Carnales, que era la idea original que tenía yo en 1992: titular cada uno de los discos con el nombre de uno de los hermanos de la película Inseparables de Cronenberg, cada uno con su carácter muy marcado. Estoy encantado. En ese ambiente tan guay de colaboración, ellos me pidieron a mí incluir la Cebolla Sónica; yo en principio, y el resto de los Surfin’, no éramos muy proclives porque era muy, muy primitiva, lo típico de “tu primera maqueta”. Lo hice un poco como una contrapartida y ahora ya no me arrepiento, la hemos asumido, aunque en realidad esas canciones tenían algo especial, diferente a lo que fueron las grabaciones oficiales posteriores.
La escena indie, por llamarla de alguna forma y entendernos, siempre ha resultado algo bastante conservador e incluso reaccionario en no pocos casos. Pienso que en la actualidad esto se ha convertido en algo muchísimo más acusado. ¿Pensáis que actualmente podría surgir una banda como Surfin’ Bichos con el clima social, el ensalzamiento de lo políticamente correcto y la asepsia imperantes?
Bueno, nosotros ya en su día, cuando salimos, el entorno era hostil. De hecho, si hoy pudiera considerarse políticamente incorrecto lo que decimos, entonces era más, se escandalizaban mucho más. Ahora también lo he comprobado a veces en los acústicos que hago. Toco “Malaventuranzas” y alguna gente se asusta, todavía sigue ocurriendo. Si te refieres más concretamente a que hoy día hay letras que se consideran políticamente incorrectas y entonces no, eso me afecta a mí y le afecta a mucha gente que componía canciones en esa época. Parecen ofensivas para un núcleo de personas. Yo creo que el arte tiene que ser ofensivo, una cosa es que tú defiendas políticamente unas actitudes y otra que tú no tengas… (silencio) el arte es como salir en gayumbos, bueno, en pelotas directamente a la calle. Eso es. No puedes estar pensando “voy a decir esto, voy a decir lo otro”. Hay un cierto grado de responsabilidad, está claro, pero que se refleja luego más en tu vida, en lo que comunicas en las entrevistas, por ejemplo. Yo era muy comedido para hablar de drogas y sobre todo en las entrevistas, si lo hacía en las canciones muchas veces era de forma metafórica, otras veces era más explícito, depende, pero yo nunca vendí mi vida privada como una vida de vicio, que se hace mucho, precisamente por ese grado de responsabilidad que hablábamos.
Tras la desaparición de Surfin’ Bichos son muchos los proyectos musicales en los que os habéis embarcado cada uno de vosotros, juntos o separados. ¿Qué piensas que tiene Surfin’ Bichos que cualquiera de las otras propuestas musicales tuyas no podría tener jamás?
En mi caso, por supuesto claro, la gente con la que estaba. Que, por cierto, fue cambiante también. La gente hace que cambie todo, no solo la forma de tocar, que es muchísimo, y lo que aporta cada uno; las canciones nunca suenan igual si las tocan unas personas u otras, eso me sigue pasando en mi carrera en solitario ahora. Voy más allá, las propias relaciones personales afectan igualmente al resultado final. ¿Qué había? En primer lugar, que son las primeras canciones y discos que grabé en mi vida, eso siempre tiene un halo especial para bien o para mal, una especie de urgencia, es abrir una ventana y que entre una tromba de aire, es “Un alud de septiembre” como dice la canción. Luego ya empiezas a buscar otros caminos.
Dime de qué hecho te arrepientes más de toda la carrera de Surfin’ Bichos y de qué estás más orgulloso.
(Silencio) Oye mira, qué preguntas… son jodidas las preguntas…por eso no quería hacérmelas él o qué (risas) (N. del R. Mi compañero Manuel Pinazo me hizo el gran favor de llamar a Fernando y pasarle el cuestionario que había confeccionado yo previamente ante mi imposibilidad. Soy así de bastardo, qué le voy a hacer). De qué me arrepiento más…de la disolución. Y de qué estoy más orgulloso de lo que he hecho a lo largo de la carrera de Surfin’ Bichos, de la disolución del grupo (risas).
Los fans y la crítica casi siempre hablan de Hermanos Carnales y La Luz en tus entrañas, ambos dos discazos. Sin embargo, y de manera particular, mi disco vuestro favorito es el inconmensurable El Fotógrafo del Cielo. ¿Qué recuerdos guardáis de ese disco? ¿Alguna anécdota personal relacionado con él o su gestación?
Bueno, es un disco que sí se ha valorado mucho también para la gente. Yo creo que es el favorito de muchos porque no hubo tanta exposición, en su día no se entendió mucho, es como más…no sé si cavernoso…bueno, en realidad era un sonido muy moderno, suena a muchas de las cosas que han sonado en los últimos tiempos. Y luego encima, paradójicamente por otro lado, era el disco que mejor reflejaba el sonido del grupo en directo. Y para mí además es un disco muy completo, es uno de los que más satisfecho estoy de todos los que he podido hacer. Hermanos carnales es otra cosa, es como más “asequible” en el sentido popular, pero es el más radical conceptualmente, llega muy lejos, también en los distintos palos musicales que se tratan. Hay canciones absolutamente desnudas, o una bossa-nova…es más extremo. Por otro lado, La luz en tus entrañas tiene mayor urgencia y es como más espectacular, más punk, tiene como más imágenes.
¿Anécdotas? Yo recuerdo con mucho cariño la grabación con José Luis Matías que se vino a hacer la producción a Albacete, él es valenciano, bueno ahora estoy en Barcelona, pero cuando hablo de Surfin’ Bichos hablo como si estuviera en Albacete mentalmente (sonríe). Estuvo ahí alojado conmigo, en casa de mis padres, era como un miembro más del grupo y le recordamos con muchísimo cariño todos. Hizo un trabajo de puta madre. Como anécdota que me viene a la mente más como imagen fue la grabación en un estudio que había en Boadilla del Monte. El propietario era Alberto Cortez, o había sido él mejor dicho, Audio-Madrid. Era el invierno de 1990-1991, coincidiendo justo la primera Guerra del Golfo, era la primera guerra supertocha que vivimos y estábamos allí en el estudio que parecía un refugio antiaéreo, fue muy curioso. Me acuerdo salir en pleno invierno de allí y tener que rascar con una casete el hielo del parabrisas del coche para irnos al hotel en Madrid, había que hacer esa limpieza de casetes cada día de la grabación.
Por último, ¿Qué podemos esperar de vuestros futuros conciertos, alguna sorpresa o intención predominante por vuestra parte?
Tampoco está muy abierto a sorpresas porque es tocar el disco completo (Hermanos Carnales) en un orden determinado. Sí que hay guiños en cuanto a ese orden y pequeñas sorpresas. Y luego dependiendo del tiempo para tocar del concierto, supongo que tocaremos alguna canción que entra en otros discos… pero bueno, si hay alguna sorpresa prefiero dejármela (risas).
Un placer leerte Fernado.Un placer renovado escuchar hoy de nuevo El fotografo del cielo. Seguira con migo seguro como hasta ahora lo ha hecho.